Buscan las aves escondidas en la ciudad
Un grupo de observadores de pájaros recorrió la Reserva de la Costanera Sur
-¿Lo escuchaste?
-Sí, pero no sé cuál es.
-Es un Misto. Fijate que hace bichí, bichí, bichí.
Siete observadores de aves avanzan a pie por el Camino de los Sauces de la Reserva Ecológica Costanera Sur. Son las 8.30, pero el sol todavía no se ve: está escondido atrás de la niebla. Y los pájaros también, aunque los integrantes del grupo logran identificarlos igual por sus cantos. Luego los anotan en una lista.
Hay jóvenes y adultos; hombres y mujeres. Su objetivo es censar aves durante los doce kilómetros de caminata. Van equipados: cargan binoculares, cámaras de fotos con teleobjetivos, anotadores, guías con ilustraciones de las especies y grabadores de audio para registrar sus sonidos. También llevan agua, gorros y repelente para los mosquitos, que tienen el tamaño de un abejorro.
Salen de sus casas para involucrarse con la naturaleza. Registran lo que el ojo apurado no llega a ver en la ciudad. Así, van identificando las especies de siempre y, si tienen suerte, descubren esos tesoros que nadie había visto antes.
-Chicos, creemos que ayer alguien oyó la pajonalera de pico curvo. Estemos atentos a ver si la encontramos hoy -dice una mujer de unos cuarenta años.
La escena se repite en otras zonas de la Reserva: hay 45 aficionados a las aves distribuidos en grupos. Pero además, en este momento, más de cien observadores cuentan pájaros en Ciudad Universitaria y en la Facultad de Veterinaria, en Agronomía. Y eso no es todo: mil personas participan del Censo Argentina. Lo mismo ocurre ahora en otros países.
Ayer se celebró el Gran Día Mundial de Observadores de Aves por primera vez, y las asociaciones que participan buscan identificar la mayor cantidad de pájaros. La actividad -impulsada por la Universidad de Cornell, de Estados Unidos- finaliza cuando se suben los resultados a eBird, una base mundial de registro de aves. Así, la inspección se transforma en un valioso sondeo científico.
-¡Miren esas telarañas! -dice Carlos, mientras manipula sus binoculares-. Si bien los observadores están ahí para contar aves, se conectan con todo lo que tiene vida.
Al cierre de esta edición, los datos del censo mundial aún no habían sido completados, pero el equipo de la Reserva sí había terminado su trabajo: contó 108 especies, de las 300 que hay registradas allí.