Buenos Aires, como la sintieron y contaron los grandes de la literatura
Los rincones predilectos de autores como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, entre otros
Novelas, cuentos breves o poesías, los textos nos vinculan con la personalidad de sus autores. Casi siempre nos describen imágenes que los han fascinado y los lectores deambulamos por mundos que ellos han percibido; por lugares donde tantos instantes habrán pasado y en los que sus personajes viven sus historias. Buenos Aires es y ha sido siempre la cuna literaria de enormes plumas que han encontrado en sus calles y rincones vastas fuentes de inspiración. Para conocer o redescubrir la ciudad, LA NACION sugiere un recorrido por algunos de los lugares más emblemáticos de la literatura local.
"Por la puerta de la Avenida de Mayo entraba y se iba la gente de siempre [...] No era fácil conversar a esa hora en que todo el mundo tenía sed y se metía en el London como un calzador, sacrificando la última bocanada de oxígeno por la dudosa compensación de un medio litro o un Indian Tonic", describió los frenéticos atardeceres en el London Bar Julio Cortázar en Los Premios . Así son hoy, con gente que circula apresurada e ignora su pasado literario.
Cerca, en pleno microcentro, la confitería Richmond que hasta hace poco batalló por su supervivencia, albergó en los 20 las reuniones de los editores de la célebre revista Martín Fierro, como Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo y Jorge Luis Borges, entre otros. "Al doblar por Vicente López divisó las cúpulas y los ángeles que asoman por arriba del paredón de la Recoleta y con desagrado descubrió que esa noche todas las casas le parecían bóvedas", esboza Adolfo Bioy Casares sobre el cementerio de la Recoleta, un ícono de la ciudad donde descansan Sarmiento, Rosas, Dorrego, Evita y tantas otras personalidades que recrean la historia nacional.
Son varios los lugares donde escritores célebres vivieron, pero sin dudas uno que encanta a visitantes es la habitación que utilizó durante meses Federico García Lorca en el Hotel Castelar. La puerta 704 es el pasaje al hogar del autor de La casa de Bernarda Alba , quien allí vivió durante seis meses en 1933. Hoy es preservada para el público, como un modo de acercarse al escritor asesinado hace 76 años. La galería Güemes, en Florida 165, fue donde vivió Antoine de Saint-Exupéry de niño y la que Cortázar describió como un "territorio ambiguo" donde hace tiempo fue a quitarse "la infancia como un traje usado".
El edificio sede de la Fundación Tomás Eloy Martínez conjuga el recuerdo de tres de los escritores más queridos por los argentinos. En ese acogedor lugar del barrio de Boedo funciona la biblioteca pública Miguel Cané y es, además, donde trabajó entre 1937 y 1946 Jorge Luis Borges.
El mítico Leopoldo Marechal nos traslada a Villa Crespo, barrio que Adán Buenosayres frecuenta en el libro homónimo: "Irresoluto aún, Adán Buenosayres volvió a mirar el reloj fantasmagórico de San Bernardo y la desierta calle Gurruchaga por la que debería regresar". Así, la parroquia San Bernardo se convierte en el vínculo con su literatura, con su memoria. El Rosedal de Palermo fue el lugar donde se inspiraron Mignon Domínguez y Jorge Luis Borges, quien escribió el poema "La Rosa" en el que describió lo que sus únicas palabras podrían definir.
Silvina Ocampo y Alfonsina Storni mencionan al gigante de metal que divide la ciudad de la provincia: "Vi plegarse tu negro puente Alsina como un gran bandoneón y a tus compases/ danzar tu tango entre haraposas luces a las barcazas rotas del Riachuelo", describe Alfonsina. Por último, no puede recorrerse la ciudad en busca de almas literarias sin visitar la plaza Garay, de Constitución, que Borges tantas veces visitó: "El alba suele sorprenderme en un banco de la plaza Garay", escribió. Y allí sentado, meditabundo y ajeno al paso del tiempo, puede ser imaginado.