Hace más de 300 años se la conocía simplemente como Sendero del Sol. Cuando en 1729 se proyectó la construcción de un templo, que luego de ser demolido le dejó su espacio al Obelisco, pasó a llamarse San Nicolás y a comienzos del siglo XIX tomó el nombre de Inchaurregui en homenaje al rol que había tenido el regidor del Cabildo durante las invasiones inglesas. La avenida Corrientes, que hoy atraviesa cinco barrios porteños, adquirió su actual denominación recién en 1822 en honor a la provincia homónima "que no tardó en abrazar la causa de la Independencia de la Patria", según se recuerda en las referencias históricas. Fue luego del fervor de la Revolución de Mayo cuando se generó el nuevo y definitivo cambio.
Hoy se presentará un nuevo hito en la historia de la avenida con la finalización de las obras de peatonalización. Pero hacia mediados de 1700 su imagen era otra. Las pulperías frecuentadas por parroquianos que muchas veces protagonizaban peleas sangrientas dieron origen al Barrio Recio donde abundaban las casas de adobe y las calles de tierra. Con los años y la aparición de los primeros teatros la avenida comenzó a tomar un aire cosmopolita aunque aún era una calle angosta. Los teatros Opera, Odeón y Politeama Argentino se inauguraron en 1872, una época en la que era frecuente el paso de los carros fúnebres durante la epidemia de fiebre amarilla de comienzos de 1870.
La discusión por ensanchar la calle se avivó en 1910 durante la intendencia de Joaquín de Anchorena y mientras se mantenía la llama viva de los festejos del aniversario del centenario de la Revolución de Mayo. El plan inicial era contar con una traza de 26 metros y para cumplir con ese objetivo era necesario demoler edificios, un trabajo que comenzó en 1931 entre las calles Paraná y Uruguay. Al mismo tiempo comenzaban a correr las formaciones de la línea B que había inaugurado el primer tramo de su recorrido en 1930 entre las estaciones Lacroze y Callao; el segundo tramo, hasta Carlos Pellegrini, abrió el 22 de junio de 1931 y el tercero, hasta Alem, el 1° de diciembre de ese año.
Con bailes populares y otras expresiones artísticas el 12 de octubre de 1936 se festejó el ensanche de Corrientes que inicialmente pasó a ser una avenida en el tramo comprendido entre Florida y 25 de Mayo. En ese entonces también se pensaba en contar con otras avenidas similares en las calles Córdoba, Santa Fe, Belgrano e Independencia.
El ensanchamiento de Corrientes fue el impulso definitivo para que se convierta en un símbolo porteño y refugio del tango, las grandes orquestas y cantantes que tuvieron sus años de apogeo durante los 40 y 50. La inauguración del Luna Park (1932), de los teatros Gran Rex (1937) y San Martín (1960) y la construcción del Obelisco (1936) terminaron de cimentar su importancia en la escena cultural de Buenos Aires.
A lo largo de sus nueve kilómetros, la avenida Corrientes atraviesa cinco barrios: San Nicolás, Balvanera, Almagro, Villa Crespo y Chacarita. Entre los edificios destacados en su trayecto se encuentran el de la Caja Mutua de Pensiones, en Corrientes y Pueyrredón, construído en 1908; el Comega, en Corrientes 222, considerado el primer rascacielos de la Argentina; el hotel Jousten, en la esquina de 25 de Mayo, que cerró en 1980 y reabierto 20 años más tarde por la cadena NH Hoteles; el Dreyfus, en el cruce con Alem, levantado en 1921; y la heladería Vesubio, abierta en 1902, una las más antiguas de la ciudad.
A lo largo de los años otros hitos marcaron la evolución de la avenida Corrientes, algunos relacionados a la actividad artística y cultural, y otros a las políticas de movilidad. En 2007 se realizó la primera edición de la Noche de las Librerías; en 2011 se colocaron las estatuas que recuerdan a los capocómicos argentinos, como Javier Portales, Jorge Porcel y Alberto Olmedo; en 2013 se lanzó el Plan Microcentro, que incluyó la peatonalización de varias zonas; y en 2015 se inauguró el metrobús de la 9 de Julio.
Sobre toda la traza de Corrientes hoy hay 24 teatros y cines, 28 librerías, 48 agencias de viaje, 37 hoteles y 58 restaurantes, pizzerías y cafés, además de comercios de otros rubros. Es una de las vías más transitadas de la ciudad con una circulación de hasta 1500 vehículos por hora durante el día y 800 por la noche. Con la peatonalización que comenzará a funcionar desde el lunes, entre Callao y Libertad, intentará semejarse a un tramo de La Gran Vía de Madrid, la Paulista Aberta de San Pablo y Times Square de New York, donde los peatones fueron ganando prioridad.
Edición fotográfica: Enrique Villegas