Arte callejero: los quioscos, un nuevo espacio para la creatividad urbana
En Flores, San Telmo, Palermo, Belgrano y la avenida Corrientes hay más de 20 puestos que fueron pintados por iniciativas de privados o del gobierno porteño
En Buenos Aires, el arte urbano no se limita a conquistar las paredes: los artistas callejeros también convirtieron en lienzo los quioscos de diarios. En Flores, San Telmo, Palermo, Belgrano y la avenida Corrientes se pueden encontrar más de 20 puestos intervenidos por iniciativas individuales o gubernamentales, impulsadas para embellecer la zona y recuperar en imágenes la historia barrial.
En Independencia y Bolívar había un puesto de diarios tapado de pegatinas y afiches partidarios. Hasta que un día, el artista callejero Malegría les propuso un trueque a los nuevos dueños: pintarlo a cambio de unos libros. A ellos les gustó la idea de darle un "look novedoso" al puesto, compraron los materiales y en tres días Malegría lo limpió, lo lijó y lo pintó. "El impacto es muy positivo. El feedback de los vecinos fue inmediato, revalorizó la cuadra", cuenta Daniel Vigide Agre, dueño del quiosco junto con su novia. Cuando el puesto cierra, en las puertas se pueden ver hombrecitos de colores que esperan el colectivo, al igual que los humanos de la vida real de la parada de enfrente.
A Sebastián Rodríguez, alias Malegría, un artista colombiano de 28 años, siempre le llamó la atención que en Buenos Aires hubiera tantos quioscos de diarios y que se vieran tan deteriorados. Entonces se le ocurrió empezar a pintarlos: nunca lo había hecho en Colombia, donde dice que no existen. En la ciudad de Buenos Aires, en cambio, hay cerca de 2500 habilitados.
"Lo más interesante de pintar estos puestos es que, al ser objetos en tres dimensiones, abren un nuevo abanico de posibilidades y son como una caja con la que puedes jugar a tu antojo. Además, la textura es muy lisa, por lo que el pincel rueda muy bien y la pintura brilla mucho", explica Malegría. La única regla, apunta, es "respetar el fondo verde oscuro, por regulación de la Ciudad". Cerca de allí, más hombrecitos de colores -sus "humanos animalizados", como él los describe- que representan bailarines de tango, músicos o escenas de la cultura porteña cubren otros tres puestos de San Telmo.
En Chile y Defensa, frente a la casa donde vivió Quino, hay otro quiosco en el que el caricaturista Tití Albarracín está pintando a Susanita y a Felipe. Hace 20 años, Marcia Lanzarotti y su marido le compraron el puesto a Don Jorge, el diariero del dibujante. La iniciativa de pintarlo ahora con personajes de Mafalda surgió para cuidarlo de los grafitis y el vandalismo: "Es una forma de decir que es nuestro, que es del barrio y que no lo traten mal. Hay que mantener la herencia con respeto, es una gran responsabilidad", dice Marcia.
En la avenida Rivadavia entre Nazca y Boyacá, las partes de atrás de los escaparates se convirtieron en portarretratos de personajes y lugares típicos de Flores gracias a la intervención de un grupo de artistas. Al retrato de Hugo del Carril lo siguen los de Baldomero Fernández Moreno, Alejandro Dolina, Guillermo Roux, Alfonsina Storni y Roberto Arlt. En diagonal a la Basílica de Flores, en el dorso del Kiosco de Dani hay pintada otra basílica que la replica. Enfrente hay un retrato del Papa. El proyecto fue impulsado por la Secretaría de Atención Ciudadana de la ciudad y la comuna 7.
Soledad Demaría, una economista y artista de 31 años, coordinó el trabajo de los 12 colegas que en una semana dibujaron este gran montaje a cielo abierto y, además, el de otro grupo que pintó los 8 puestos de flores en el mismo tramo de la avenida. Les pintaron flores de colores y los cubrieron con una laca antigrafiti. "Ahora no lo escrachan con pintura, sólo lo lavo, no tengo que estar pasando removedor", opina Luis De Nicolo, de 70 años, dueño de un puesto en Rivadavia y Bolivia.
Por otro proyecto del gobierno porteño, un escaparate en la avenida Corrientes y Paraná se pintó en homenaje a Enrique Pinti y su obra Salsa Criolla. Cerca de allí, en la plaza Lavalle, el artista Milo Lockett pintó figuras de colores en 19 puestos de libros de la tradicional feria, como parte de un proyecto de mejoras en la zona de la Subsecretaría de Uso del Espacio Público de la ciudad. En otros barrios porteños como Palermo, hay otro puesto pintado por el artista brasileño Toys en Santa Fe y Scalabrini Ortiz, y en plena estación de trenes Belgrano C, el quiosco también fue intervenido por Oshe, grafitero y muralista.
En la Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen todavía queda, sobre la pared de un hotel, el homenaje en grafiti que Alfredo Segatori le dedicó a Ástor Piazzolla en 2001. Enfrente hay un quiosco de diarios. "Cuando está todo abierto, es la continuación del mural", explica Beatriz, la dueña desde hace un año, que se lamenta por el vandalismo y los afiches. "Me encantaría si viniera un artista y lo pintara de nuevo", comenta.
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