Arenales, la calle de los cinco sentidos
Desde el Jardín Botánico hasta Plaza San Martín tiene 33 cuadras, y con el cambio de mano que rige desde hoy, desde República Árabe Siria hasta Callao, suma 5 cambios en el sentido de circulación; vecinos, entre optimistas y preocupados
En la esquina de Billinghurst y Arenales, un cartel que indica la dirección hacia el centro da cuenta del último de una serie de cambios de mano que sufrió la calle Arenales a lo largo de los años: en enero de 2011, el tramo comprendido entre ese cruce y Callao empezó a correr en dirección a Retiro y hoy, casi dos años más tarde, la segunda parte del Plan de Movilidad Sustentable del gobierno de la ciudad entrará finalmente en acción.
Así, la medida contribuirá a completar el panorama atípico de Arenales, una calle que ahora, en un recorrido de 33 cuadras, cambiará cinco veces de sentido de circulación: desde el Jardín Botánico hasta Callao corre hacia el centro (con una cuadra en la que será doble mano entre República Árabe Siria y Scalabrini Ortiz), en tanto que el sentido va en dirección contraria entre Callao y Montevideo, donde vuelve a bajar hacia Plaza San Martín, pero sólo hasta la calle Suipacha. Entre esta última y Maipú, finalmente, la calle vuelve a dirigirse hacia el norte de la ciudad. A eso hay que sumarle, además, que el tramo entre República Árabe Siria y Scalabrini Ortiz será doble mano, y que entre Montevideo y Cerrito el tráfico automotor comparte el espacio con una bicisenda.
Al respecto, Guillermo Dietrich, el subsecretario de Tránsito y Transporte de la Ciudad, explicó a LA NACION: "El sentido de la medida es darle una continuidad a la calle desde su origen hasta el centro, con la excepción del breve cambio de mano que se da a la altura de Callao, que obedece a motivos puramente estructurales; la calle se corta naturalmente en la Plaza Vicente López y diversos motivos hacen que no se pueda evitar que haya que dar una vuelta para continuar".
Dietrich destacó que la intención es aliviar el tránsito de la avenida Santa Fe, ofreciendo a los autos particulares una alternativa hacia el centro que no implique atravesar una de las arterias más transitadas de la ciudad.
"Yo creo que es una buena idea, pero me preocupa el tráfico. Estas cuadras son bastante tranquilas y no me gustaría que nos aturdiesen con bocinazos", dijo Carlos, que vive en Arenales al 3800 -la cuadra que desde hoy será doble mano- desde hace más de 20 años.
Al igual que Carlos, vecinos y comerciantes de la zona consultados por LA NACION dijeron tener sus reparos, pero, en general, la mayoría coincidió en que si la medida es efectiva, la repercusión será positiva.
Gustavo Balmaceda, por ejemplo, encargado de un edificio en Arenales al 3500, dijo: "Yo creo que va a mejorar mucho el tránsito, pero muchos propietarios están preocupados, especialmente los que viven en la planta baja y con ventanas a la calle: temen que se les acabe la paz".
Al margen de las preocupaciones de los vecinos, los comerciantes, por el contrario, festejan el hecho de que el cambio de mano vaya a venir acompañado de una mayor circulación de personas. En ese sentido, Eduardo Adjemead, encargado de un negocio de lámparas en la esquina de Santa Fe y Coronel Díaz, afirmó: "A mí particularmente me beneficia, porque voy a tener a los autos parados de este lado, mirando hacia el local".
En la óptica vecina, Mariano Lassa opinó en la misma línea y, además, se encargó de aclarar que iba al trabajo caminando. El dato no es menor si se tiene en cuenta que, para quienes se desplazan desde y hacia el trabajo o sus casas en auto, el cambio de mano podría representar un cambio en la rutina diaria.
En ese sentido, Mónica Caprera, una vecina que vive en la esquina de Aráoz y Beruti, protestó: "Yo siempre bajo por Arenales hasta Aráoz, que me queda perfecto para la entrada del garaje donde dejo el auto, pero ahora voy a tener que dar una vuelta enorme para llegar".
Y es que el tema de los estacionamientos no es uno menor: además de las indicaciones que hizo circular el gobierno de la ciudad al respecto de en qué calles y sobre cuáles manos se podrán dejar los autos en la vía pública -las señalizaciones, en cambio, todavía no están tan a la vista-, los automovilistas tendrán que incorporar nuevas maniobras para ingresar a los garajes de la zona: según pudo constatar LA NACION, por el momento ninguno de los propietarios de los estacionamientos privados tiene pensado poner en práctica grandes modificaciones estructurales ni planes alternativos.
Al respecto, el arquitecto y urbanista Pablo Wisznienski, de la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES), opinó: "El flujo de tránsito necesita de vías rápidas cuya circulación esté coordinada entre un urbanista y un planificador del transporte para asegurarse de que el cambio sea orgánico y de que, si se le cambia la mano a una calle, no surjan problemas no previstos en las aledañas y paralelas".
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