Árboles notables: dieron sombra en charlas históricas de la Argentina
Fueron testigos de disputas entre Avellaneda y Sarmiento, conversaciones entre San Martín y Pueyrredón, y escenario de batallas contra los invasores británicos; hoy sobreviven en la ciudad
Fueron testigos silenciosos de algunos de los sucesos más antiguos de la historia de Buenos Aires: de las invasiones inglesas, la Revolución de Mayo y los encuentros y desencuentros entre muchos de nuestros próceres. Pero también de la pequeña historia: de amores, odios y traiciones. Para el que las quiera oír, el murmullo de sus hojas cuenta las historias que atestiguaron.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires es posible identificar varios árboles que por su longevidad se convirtieron en habitantes notables de la ciudad. El ombú del virrey Vértiz, el algarrobo de Pueyrredón, la magnolia de Avellaneda, el ombú de Perdriel y el aguaribay del perito Moreno son algunos de ellos.
Sin embargo, la disminución de la calidad del suelo por compactación, erosión y contaminación les genera un alto estrésen las raíces. Lo cual, sumado a sequías prolongadas, anegamientos o cambios en el entorno, propicia la aparición de nuevas plagas y enfermedades, y de otros fenómenos en estudio como la "caída de ramas de verano", según explican Marcela Palermo y Claudia Bertucelli, de la Subgerencia de Árboles Históricos y Notables del GCBA. Estoicos, algunos árboles notables sobreviven con sus historias.
1 Algarrobo de Pueyrredón
El algarrobo de Pueyrredón luce radiante. Aunque su rugosísima corteza revela su extraordinaria longevidad: unos 350 años.
Los generales San Martín y Pueyrredón conversaron en 1817 y 1818, sentados en un banco bajo su copa, sobre aspectos trascendentales de la independencia de América. En el parque del Museo Pueyrredón (Rivera Indarte 48, Acassuso) domina el río desde lo alto de la barranca.
Del tronco principal de este algarrobo blanco (Prosopis alba) brotan una serie de gruesas ramas, las más bajas de las cuales se apoyan en el suelo, "algo normal en los algarrobos que superan los 200 años", explica la ingeniera agrónoma Cecilia Volla, del Área Educativa del Museo Pueyrredón.
"Las ramas están cubiertas por claveles del aire, helechos y orquídeas patito, lo cual enfurece a muchos visitantes del museo que consideran comprometida la salud del árbol -explica Volla-. Pero al algarrobo lo cuida la Dirección de Ecología de San Isidro y goza de perfecta salud."
2 Magnolia de Avellaneda
La magnolia de Avellaneda (Magnolia grandiflora) nació en 1875 y vive desde entonces en el Parque 3 de Febrero (Palermo). De unos 10 metros de altura, habita la solitaria cuadra de la Av. Berro entre Sarmiento y Casares. Junto al muro perimetral del Jardín Japonés ve pasar los furtivos autos.
Según el historiador Daniel Balmaceda, durante el acto de inauguración del actual parque se produjo una insólita disputa entre el presidente Nicolás Avellaneda y quien presidía la comisión del parque, Domingo F. Sarmiento.
Sarmiento quería plantar un arrayán, mientras que Avellaneda prefería una magnolia. Por fin, Sarmiento invitó despectivamente a Avellaneda a realizar el acto simbólico: "En nombre de la comisión popular que presido, os ruego que plante un... arbolillo en conmemoración de este día". A lo cual Avellaneda respondió: "Queda plantado por mis manos un... ¡árbol!"
3 Ombú del virrey Vértiz
Salvando la discusión acerca de si el ombú es un árbol o una hierba, el ombú del virrey Vértiz (Phytolacca dioica) se ubica en la recóndita primera cuadra de la calle Gaspar Campos (Vicente López) y disputa el primer puesto en el ranking de los árboles más antiguos de Buenos Aires: se le calculan, como mínimo, 500 años. De unos ocho metros de altura y nudosos troncos, su belleza y antigüedad cautivaron en 1779 al virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, dueño de la quinta donde crecía el árbol, según refiere el historiador Enrique Udaondo en Árboles históricos de la República Argentina.
El ombú ahora goza de compañías menos prominentes: "De noche, en la base del tronco, se juntan parejas, fuman marihuana, orinan y tiran basura", se queja un vecino de la cuadra.
4 Aguaribay del Perito Moreno
De unos 145 años, seis metros de altura y un ramaje muy sinuoso, el aguaribay del perito Moreno (Schinus areira) reside en el jardín que rodea al palaciego edificio del Instituto Bernasconi (Cátulo Castillo 2750), en Parque Patricios. Sus hojas, muy finas y alargadas, caen verticalmente en forma de una llovizna verde que oculta al tronco.
Plantado alrededor de 1872 por el científico naturalista Francisco Pascasio Moreno en su quinta, el aguaribay fue víctima de varios actos de vandalismo, incluidos tres incendios. "Las secuelas de los daños que le fueron infligidos se notan claramente en su tronco hueco y su porte achaparrado", se lamenta Gabriela Barreiro, directora del Jardín Botánico, en su libro Árboles de la ciudad de Buenos Aires.
5 Gomero de la Recoleta
Antes acostumbrado a los flashes y ahora a las selfies, el gomero de la Recoleta(Ficus elastica), junto al café La Biela, es el árbol más famoso de Buenos Aires. "No hay nada que documente la antigüedad ni el origen del árbol", advierte Marcela Palermo, de la Subgerencia de Árboles Históricos y Notables del GCBA. Pero se estima que fue plantado en una fecha incierta entre 1820 y 1890. Algunas de sus ramas alcanzan los 20 metros de largo.
Joaquín, mozo de La Biela desde 1987, redacta una veloz lista de algunas personalidades que se sentaron en una mesa junto al gomero: Jorge Luis Borges, Angus Young, Cristina Kirchner, Ozzy Osbourne, Juan Manuel Fangio, Charly García, Susana Giménez...
6 Ombú de Perdriel
"Nadie sabe la edad del ombú de Perdriel (Phytolacca dioica), pero ya existía el 1° de agosto de 1806, cuando atestiguó cómo 50 gauchos al mando de Martín de Pueyrredón se enfrentaron a 500 infantes escoceses comandados por el general William Beresford, en lo que se conoce como la batalla de Perdriel, en referencia a un cercano caserío de ese nombre", cuenta Fernanda González, profesora de historia y guía del Museo José Hernández-Chacra Pueyrredón (Presbítero Carballo 5042, Villa Ballester). La historia también dice que tras el enfrentamiento, que fue favorable a los invasores, el general Beresford se apoyó al pie del ombú a descansar.
De unos 8 metros de altura y tronco muy nudoso, en 2005 una fuerte tormenta partió al ombú en dos, y una de las partes murió; sin embargo, la otra se mantiene incólume en el jardín del museo, que debe su nombre al escritor José Hernández, autor del Martín Fierro, nacido en 1834 en la casa de la chacra.