Alarma por desprendimientos del frente de la Confitería del Molino
Vecinos y comerciantes se quejan de la caída de mampostería de la fachada del local de Rivadavia y Callao; una ley aprobó su expropiación y restauración, pero el trámite administrativo está estancado
A casi 20 años de su cierre, la Confitería del Molino, monumento histórico nacional, atraviesa su peor momento. Si bien el año pasado una ley nacional aprobó su expropiación para convertirla en un centro cultural con panadería y confitería, el edificio aún espera que avance el trámite administrativo que permitirá el comienzo de la obra de recuperación. Mientras tanto, su deteriorada fachada sufre desprendimientos de materiales, con el consecuente peligro para los transeúntes de Callao y Rivadavia.
La clausura del local situado frente al Congreso, en 1997, arrastró a la ruina a todo el edificio art nouveau, que atraviesa un juicio de sucesión que complica aún más la toma de decisiones sobre el mantenimiento del inmueble. Cuando fue votada la ley, en noviembre pasado, se estimaba que para 2016 El Molino ya habría sido puesto en valor y reabierto. Hoy, no hay fechas estimativas y se multiplican las quejas por el mal estado de la propiedad, de seis pisos.
"En cualquier momento se nos viene encima un balcón. Caen piedritas, vidrios y trozos de mampostería. Es una vergüenza nacional, acá llegan extranjeros de visita. A nadie le importa nada", dijo Roberto Porter, dueño del quiosco de revistas que funciona en la misma esquina. Desde hace años, sobre su quiosco, una mediasombra embolsa el balcón inferior del edificio para intentar contener las piezas eyectadas desde lo alto de la fachada.
A través de la lona rota, se observan trozos de vidrios y demás materiales. Todos ellos fueron traídos a principios de siglo por el arquitecto Francesco Gianotti desde Italia, junto con puertas, ventanas, mármoles, manijas de bronce, cerámicas, cristalería y unos 150 metros cuadrados de vitraux.
Según el profesor Martín Marcos, director del Museo de Arquitectura y Diseño de la ciudad, "hay que apuntalar urgente el exterior. Las aspas del molino y la marquesina están inestables. Los desprendimientos constantes son peligrosos para quienes transitan por el lugar". Lo mismo opina el arquitecto Carlos Blanco, de Basta de Demoler: "Uno tiene que pasar por abajo corriendo".
Isabel Fernández, encargada del edificio lindante, denunció que "la mediasombra no soporta más el peso de los vidrios". Recordó una de las últimas veces que se abrieron los salones, cuando en 1996 la cantante Madonna llegó para filmar su videoclip "El amor ya no vive más aquí".
La Confitería del Molino fue fundada en 1917. Por allí pasaron políticos, artistas e intelectuales. Cuentan que hasta el príncipe Humberto I se sentó a comer un postre imperial ruso. En la década del 80, había largas colas para comprar masas secas de elaboración propia. En los 90, llegó la debacle.
Controles
Según los expertos, el gobierno porteño debe controlar el estado de la fachada, a pesar de que el inmueble todavía es propiedad privada y está emplazado en la llamada Manzana Legislativa, que pertenece al Congreso. "Vamos a enviar una guardia de auxilio para apuntalar la zona y evitar accidentes", aseguraron desde la Agencia Gubernamental de Control.
Agregaron que la última intimación cursada por el mal estado de la fachada fue en 2006, pero que por el juicio de sucesión existente no hay un responsable a quien intimar.
La situación legal es por demás compleja. Según los vecinos, algunos departamentos fueron usurpados con el aparente aval de los actuales dueños, los Rocatagliatta. Otros están inundados y no cuentan con electricidad. Las puertas están tapiadas con chapas o clausuradas.
Las aspas del molino, que se colocaron en alusión al primer molino harinero que estaba sobre la plaza Congreso, están oxidadas. Lo mismo sucede con la cúpula en aguja de hierro, que se apoya sobre un techo en el que aún sobreviven algunas tejas enchapadas en oro.
"La construcción es de un valor patrimonial importantísimo. Es el primer edificio premoldeado de Buenos Aires", sostuvo el arquitecto Guillermo García, a cargo de la restauración del Congreso, que ahora aguarda que el gobierno nacional reglamente la ley de expropiación para poder ingresar y hacer un relevamiento del estado del inmueble.
De acuerdo con lo estipulado en la ley, la 27.009, en el subsuelo y en la planta baja habría una confitería con venta de productos de panadería propios. En el resto, funcionarán un museo sobre la historia del lugar y un centro cultural para la obra de jóvenes artistas. También habrá oficinas para los diputados.
"Conformamos una comisión que adoptará las medidas necesarias para que se transfiera el inmueble al Congreso", explicó Juan Falabella, director de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Diputados.
También indicó que está pendiente la tasación que realizará el Tribunal de Tasaciones de la Nación; rumores del mercado inmobiliario indican que se podrían llegar a pagar hasta cinco millones de dólares por el edificio.
Leyes que rigen sobre el inmueble
- La ley porteña de fachadas y balcones, la N° 257, establece que los inmuebles con más de 70 años, como la Confitería del Molino, tienen que ser inspeccionados cada dos años por el gobierno porteño. En tanto, según la ley de patrimonio N° 1227, el Ministerio de Cultura local tiene jurisdicción sobre las propiedades catalogadas como patrimonio arquitectónico.
- La ley nacional 27009 aprobó la expropiación del casi centenario edificio. También que sea transferido al Congreso para su administración. Según la norma, debe ser destinado a actividades de confitería y elaboración de productos de panadería; un museo dedicado a la historia del lugar, y un centro cultural "De las Aspas", para difundir la obra de artistas jóvenes.