A los 50 años, el Jardín Japonés volvió a cautivar a una multitud en Palermo
Los festejos incluyeron espectáculos musicales y exhibiciones de actividades típicas; fuera del parque, la gente paseó entre stands de gastronomía y artesanías niponas
No faltó nadie al cumpleaños número 50 del Jardín Japonés. Miles de personas asistieron al festejo del parque, que ayer abrió sus puertas de manera gratuita para compartir la celebración con los invitados, que llegaron a formar colas de más de 200 metros para ingresar al predio de tres hectáreas donde la cultura oriental es protagonista. Afuera, hubo lugar para la gastronomía y las artesanías japonesas.
"¿Cómo no estar en este día especial?", decía Mónica Ruvira mientras observaba hacia el puente zigzag, colapsado por la cantidad de gente que lo transitaba. No era la primera vez que la mujer visitaba el tradicional jardín, pero su admiración por el pueblo japonés y sus costumbres la hace regresar varias veces al año. "Hice cursos de bonsái", contó a LA NACION. Mirta Musio, su amiga, compartía con ella la pasión por los cerezos (sakura), parte esencial de la flora nipona.
La fiesta de cumpleaños tuvo una gran convocatoria, que superó las expectativas. Cuando promediaba el mediodía, la hilera de personas comenzaba en la entrada al jardín por Adolfo Berro, continuaba en la vereda sobre la avenida Casares y terminaba a mitad de la plaza Sicilia, en Libertador. Analía Casas, de 23 años, esperaba para entrar, pero no le molestaba: "Está bueno que venga tanta gente".
A las 15, según voceros del tradicional paseo de Palermo, 30.000 personas ya habían recorrido el parque (un domingo cualquiera lo visitan 4500 personas) y la avenida Berro, que quedó cerrada al tránsito porque se instalaron puestos con artesanías y gastronomía orientales disponibles a merced de los curiosos. Los organizadores estimaron que, al cierre del evento, habían pasado alrededor de 100.000 asistentes.
La familia Tapia, de Avellaneda, aprovechó la jornada para almorzar. Mientras algunos miembros compartían una porción de yakisoba (fideos salteados con verduras) sentados en el cordón de la calle, los más jóvenes saboreaban sándwiches de miga de jamón y queso que habían traído desde su hogar. "Lo importante era conocer este lugar", dijo María Rosa.
Cientos de visitantes recorrían el predio a paso relajado. Los niños se asombraban con los coloridos peces koi del lago. El mate era el infaltable compañero para quienes se detenían a descansar.
Los festejos se iniciaron con la inauguración de un nuevo "Torii" -pórtico típico que simboliza la vida eterna- y el descubrimiento de una placa conmemorativa, acto del que participó Kazunori Kosaka, presidente de la Fundación Cultural Argentino Japonesa, que administra el jardín.
Uno de los puntos fuertes del evento fue la fusión de los tambores de la banda militar Tambor de Tacuarí del Regimiento de Infantería I Patricios con el show de Taiko (tambores típicos de Japón). Juntos tocaron clásicos temas orientales y dos tangos ("Por una cabeza" y "Adiós, pampa mía"). El cierre de la celebración fue con un espectáculo de danza participativa que desea "buenos augurios y prosperidad".
El Jardín Japonés fue creado en 1967 para recibir a los actuales emperadores de Japón Akihito y Michiko, por entonces príncipes herederos, que visitaban por primera vez la Argentina. La colectividad japonesa recreó así un parque típico. Se destacan el lago por el que nadan los peces koi, propios de Japón, una cascada, dos puentes y la primera Campana de la Paz Mundial.
También funcionan un restaurante de cocina tradicional japonesa, una casa de artesanos y un vivero con especies autóctonas y técnicas japonesas, como bonsái y kokedama.