A dos meses del derrumbe en una obra, la calle Sinclair sigue cerrada
Los vecinos están molestos porque conviven entre el abandono y la suciedad; el gobierno sospecha que el desmoronamiento habría sido provocado por una sudestada
A dos meses del desmoronamiento frente al pozo de una obra en construcción en la calle Sinclair, entre Cerviño y Demaría, en pleno Palermo, todo sigue igual.
No hay buenas nuevas para los vecinos, que desde agosto deben lidiar con el corte de la calle y el temor de que la situación empeore o vuelva a repetirse ante otra tormenta.
Según explicó Mario Boscoboinik, director general de Fiscalización y Control de Obras de la Agencia Gubernamental de Control, la obra continúa clausurada, pero aun así los obreros pueden seguir trabajando para restaurar los daños que se produjeron en la vía pública.
Boscoboinik aseguró que el próximo mes, cómo ya había anunciado, se estima que la calle volverá a estar abierta al tránsito y se animó a deslizar que se estaría determinando la causa del derrumbe.
"Se estuvo investigando y, al parecer, se habría producido por un caño que, al levantarse el nivel del río por la sudestada, en lugar de expulsar el agua, la tomaba y la tiraba a la tierra", explicó, y agregó que, de confirmarse esta sospecha, se habría tratado de un hecho imprevisible, que bien pudo descubrirse cuando la zona se despejó.
Mientras tanto, los vecinos se mostraron muy enojados y aseguraron que la situación que se vive es cada vez peor.
"Esto es tierra de nadie. Hay basura en la calle, que nadie viene a levantar, y salir con el auto es imposible. Al estar el tránsito cortado, la calle se convirtió en una playa de estacionamiento donde cada uno se posiciona donde se le canta", se quejó Sol, una mujer de unos 35 años que vive justo enfrente de la construcción y asegura estar "harta" de lo que está ocurriendo.
Otra de las vecinas indignadas fue Fany Manrique, de 82 años . "Lo que pasa en esta calle es una inmundicia insoportable, y lo peor es que nadie hace nada", protestó.
Manrique contó que, desde hace días, montañas de arena invaden la calle Sinclair con el objetivo de que el agua de lluvia no llegue a la construcción. Y eso provoca que el agua se estanque, que haya mal olor, numerosos mosquitos, y que en los días de tormenta sea imposible transitar.
"En más de una oportunidad se nos metió el agua en el edificio y llegó a los departamentos de la planta baja. Por la vereda no se puede caminar, esto no puede seguir así, es un caos", se quejó Manrique.
La mujer aseguró que quienes deben ocuparse de recoger la basura no lo hacen adecuadamente y que los desechos permanecen durante días y desprenden olores pestilentes.
Mientras, algunos vecinos espían a través de los cerramientos provisorios de la construcción y se asombran al ver que la porción de calle que queda es inferior a la mitad de la original; otros exigen que se determinen las causas que provocaron el derrumbe y que se haga un control exhaustivo.
"Esto no puede volver a pasar, alguien tiene que decirnos qué fue lo que ocurrió. También es necesario que realicen un inspección en los edificios cercanos para verificar cuál fue el impacto del derrumbe en los inmuebles linderos", dijo Ana, asustada y preocupada porque una nueva tormenta pueda provocar otro desastre.
Raquel Gómez, habitante del barrio, contó que desde su departamento se puede ver cómo los obreros trabajan todos los días desde temprano, pero que son muy pocos los cambios que consiguieron.
"Los vecinos seguimos asustados, el gobierno de la ciudad dice que está todo en orden, pero la mujer que vivía al lado del derrumbe nunca más pudo volver a su casa. Los obreros quitaron el árbol que se había hundido junto con la calle, pero nadie sabe cuándo podremos recuperar nuestra antigua vida", expresó Raquel Gómez.
Por el momento, los vecinos de la calle Sinclair deberán seguir esperando. Con suerte, recién dentro de un mes, podrían volver a la calma habitual, según dejaron trascender desde el gobierno porteño.
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