A correr sin agua: faltan bebederos en muchos de los parques porteños
En varios circuitos elegidos por los vecinos para entrenar o caminar, no hay puntos de hidratación o los existentes no funcionan; el impacto es mayor con las altas temperaturas
Son las 20 de un día de calor atroz en la ciudad y, aunque la temperatura aún marca 35°C, centenares de vecinos eligieron el perímetro del Parque Centenario para correr, caminar o hacer ejercicio en algunas de sus estaciones con aparatos de uso libre y gratuito. Pero hay un pequeño inconveniente.
Una mujer se acerca al bebedero instalado sobre la avenida Díaz Vélez, a metros de la entrada del parque. Visiblemente transpirada, aprieta el botón, espera unos segundos y nada ocurre. Repite la operación, pero el surtidor otra vez le niega el agua. Murmura algo inaudible, da media vuelta y se aleja con cara de enojo.
"Hace tiempo que ese bebedero no sirve", dice Douglas Giménez, vendedor, de 23 años, mientras hace una pausa en sus ejercicios. Habitué cotidiano del lugar, recomienda buscar un bebedero más adelante. En el perímetro de 1,5 kilómetros del Centenario hay solo dos más: de uno sale un mínimo hilo de agua; del otro, un chorro sin dirección que obliga a hacer malabares para beber. En el interior del parque también hay dispositivos rotos o en mal estado.
La escena se repite en varios espacios verdes porteños, a pesar de que la ley 4572 -sancionada por la Legislatura en 2013- dispone la "colocación de bebederos públicos de agua, en los parques, plazas y paseos públicos de la ciudad", cuya cantidad debe ser "reglamentada según estudios de factibilidad técnica", y promueve la incorporación de bebederos extras en los parques donde ya existan. LA NACION solicitó acceso a esos estudios de factibilidad al Ministerio de Ambiente y Espacio Público, pero no obtuvo respuesta.
En la zona del Museo Nacional de Bellas Artes, entre las avenidas del Libertador y Figueroa Alcorta, el agua no es un bien escaso, sino inexistente. Las plazas Chile, Uruguay, Evita, Rubén Darío y Naciones Unidas no tienen bebederos; en la Plaza Mitre hay uno solo, que no funciona. Sin embargo, estos parques -que en total ocupan más de 20 hectáreas- tienen bicisendas y caminos de running que todos los días rebosan de vecinos en plena actividad física. La única opción para comprar agua en las cercanías es el restaurante Novecento, donde la botella de medio litro cuesta $70.
Emanuel Cuello, estudiante de Sociología oriundo de Puerto Madryn, practica slackline (caminata sobre cuerda tensa) entre dos árboles de la Plaza Rubén Darío. Describe sobre su deporte: "Te subís, te caés, te subís, te caés. Te enseña a luchar con la frustración". Quizá por eso, tras buscar agua por la zona en varias oportunidades sin éxito, ahora trae su propia botella. "Es fundamental poner agua en estos parques, porque además son muy turísticos y viene mucha gente a conocer", opina.
"¿Agua? No, agua no tenemos. El único bebedero que funciona está pasando Pueyrredón", dice Juan Pablo Potylicki, nutricionista de la estación saludable Rubén Darío, uno de los 40 contenedores amarillos instalados por el gobierno porteño en espacios verdes de la ciudad.
Según la página oficial, las estaciones saludables son "espacios de cuidado y promoción de la salud" donde los vecinos pueden hacer consultas, recibir consejos sobre nutrición y realizar actividad física. Hay un detalle que falta: "Mucha gente se acerca a pedir, pero agua no damos en ninguna estación. Algunas sí tienen bebederos cerca", explica Potylicki. No es el caso de la estación donde él trabaja.
Parque Chacabuco es otro de los espacios más elegidos por los porteños para correr. Aunque hace menos de un mes se reabrió su pista pública, muchos vecinos prefieren dar la vuelta entera alrededor del predio, que tiene 2 kilómetros. En este pulmón sí hay algunos bebederos funcionando y con buen caudal de agua, pero están concentrados a lo largo de la avenida Asamblea; en otros sectores, no hay manera de hidratarse.
Contraste
El caso del lago Regatas, en el Parque Tres de Febrero, a metros de Libertador y Pampa, también es representativo. El estado general es muy bueno: el pasto está prolijamente cortado, los bancos en buenas condiciones y los cestos de basura tienen bolsas. Pero cuatro de los cinco bebederos que hay alrededor del lago no funcionan. A sus pies, donde debería haber rejillas, hay pozos donde se acumulan tierra y hojas secas, señal del abandono que sufren.
Según los vecinos, la situación lleva más de un año. "Desde que tengo memoria, no funcionan", dice Eduardo González, administrador de empresas, que camina con una botella de agua traída de su casa. Y agrega: "Siempre veo a la gente que se acerca, aprieta y se frustra. Deberían resolverlo porque es una pavada". Martín Cantera, a cargo de la gerencia operativa del parque, afirma que hace poco renovaron los caños y que solo falta que AySA entregue "los detalles técnicos para hacer la conexión", pero no da plazos para la concreción de la obra. AySA anticipó que no llegó un pedido formal para conectar los bebederos pero que controlará si está renovado el tendido y, de ser así, lo conectará a la red.
Tales Lemos es un terapeuta de 28 años que habitualmente utiliza el Tres de Febrero para correr o tomar sol. Comparte su estrategia para suplir la falta de puestos de hidratación: "Como mucha fruta y tomo mucha agua antes de salir de casa, porque estoy cerca".
Los especialistas advierten que la de Lemos no es una buena idea. "Es un error hidratarse antes o al final de la actividad física: es muy importante hacerlo también durante", explica Roberto Juan Avanzi, director médico del Centro de Traumatología, Rehabilitación, Entrenamiento y Evaluaciones Deportivas (Cetred). "Cada 15 minutos hay que tomar por lo menos un sorbo de agua", indica.
Según el médico, quienes practican actividad física se pueden dividir en tres categorías: los deportistas de elite, los deportistas convencionales "que entrenan todos los días" y los no deportistas, que lo hacen solo ocasionalmente. "Estos últimos son los que corren más riesgo porque no saben que tienen que hidratarse y no tienen información deportiva", dice Avanzi.
El problema se agrava en los mayores de 50 años, quienes no advierten que están deshidratados hasta que es tarde. "Salen a correr con 40°C, no sienten sed y piensan que no les puede pasar nada. Pero pueden entrar en deshidratación, desmayarse corriendo o incluso tener un coma". Para Avanzi, no hay conciencia general sobre la importancia de la hidratación: "No la tienen muchos de los que hacen actividad y ni siquiera la tiene el gobierno, que no se preocupa de que haya lugares donde tomar agua", concluye.
"Yo ya conozco el circuito de los bebederos que sí funcionan", dice como quien guarda un secreto preciado Federico González, un estudiante de Traductorado Público, mientras descansa a la orilla del lago Regatas. Como su actividad principal es la bicicleta, sabe que puede alejarse rápidamente en busca de hidratación y por eso se sabe privilegiado. "Que no funcionen los bebederos del parque complica también a los que corren alrededor del Golf", concluye.
Una obligación regulada
Ley 4572
La norma, sancionada por la Legislatura en 2013, dispone la “colocación de bebederos públicos de agua en los parques, plazas y paseos públicos de la ciudad”. Además establece que la cantidad de dispositivos debe ser reglamentada según estudios de factibilidad técnica, de acuerdo con cada espacio. Los bebederos públicos, agrega, “deben ser diseñados y construidos de modo que no posean un flujo de agua permanente, a efectos de evitar su derroche. Sus mecanismos de accionamiento y provisión deben reunir condiciones de higiene estrictas, evitando contacto de labios y manos que ofrezcan riesgos de transmisión de enfermedades”.