Detalles divinos en espacios bien pensados para pasarla lindo durante la temporada primavera-verano y más también
No es necesario contar con muchos metros cuadrados para tener un oasis en casa, pero sí algo de ingenio, un poco de dedicación y mucho amor por las plantas y el aire libre. A continuación, algunos ejemplos de cómo esto es posible.
1. Paisajismo desestructurado, alegre y gauchito de @par_estudio en un patio delantero con piso de durmientes de quebracho que se va develando de a poco gracias a una suerte de biombo de varillas. En él se dispuso una mesa, baja, acompañada en su impresionante largo por un banco ‘V’ (Net Muebles).
2. Sabedora de su suerte, la dueña del amplio balcón-terraza que vemos en la foto de abajo lo equipó para usarlo realmente como living al aire libre. Por eso eligió reposeras que también sirven para sentar a varios alrededor de la mesa, y mandó a hacer a medida dos estanterías de hierro cual bibliotecas que proyectan el verde también en dirección vertical.
3. Con el fondo que vemos arriba, ¡qué no parece un cuadro! El revoque texturado en un tono rojizo se lleva de maravillas con el verde (metálico o vegetal), y le da soporte a la colección de cactus, o al clásico lazo de amor sobre una cómoda reciclada.
4. A qué negarlo: el césped da trabajo y tiene sus altos y bajos estéticos a lo largo del año, lo que no entusiasma si el jardín está permanentemente a la vista. Los dueños de la casa que vemos a continuación prefirieron poner el esfuerzo inicial en un amplio deck sin forma rígida que les da lugar a distintas situaciones (desde solárium hasta cancherísimo chill out), de manera de aprovecharlo todo el día.
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5. Como vimos, un jardín seco no significa sin plantas, sólo sin pasto. Debajo nos encontramos con otro ejemplo. Bordeando el solado de piedra partida y madera, la paisajista Marcela Brudnick puso especies esculturales. La falta de flores se compensa con follajes atractivos, en distintos tonos de verde, grises y morados. Y el brasero asegura la convocatoria.
6. Arriba, mucho ambiente en un quincho sin más adornos iniciales que un piso de piedra y un techo de varillas. En su versión actual, cada detalle da para hablar: esculturas de madera de inspiración africana talladas por el dueño de casa, una vieja salamandra, un banco que fue asiento de sulky y una mesa baja hecha con postes de alambrado.
7. Cuanto más chico el espacio al aire libre, más valoradas las sorpresas, por la astucia que implica crearlas. En la foto de abajo, uno de estos guiños en forma de gallo de cerámica (Desirée de Ridder) que custodia el paredón cubierto de enredaderas cantando gracia y color.
8. En el mismo espacio que custodia el gallo, las tapas de desagüe siguen el juego de formas y guían las pisadas en medio de la grama bahiana, una variedad resistente que tolera bastante bien la sombra y es invasora (un gol cuando hablamos de césped).
9. Con visión de futuro, @lijdens.arq hizo la escultórica pérgola que vemos abajo a la izquierda con tubos de hierro por los que pronto treparán enredaderas, aportando sombra a una mesa muy visitada. Como dicen sus dueños: “Tener un lindo espacio al aire libre te motiva a hacer asados y que se llene de amigos”.
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10. Todos queremos una hamaca. ¿Por qué será? Este balcón diseñado por Vicky Provenzano para el departamento que Living presentó en Estilo Pilar indica que no hacen falta muchos metros para hacer ese sueño realidad.
11. En un patio angosto y con poquísimo sol como el de arriba, toda la energía se puso en iluminarlo con efectos especiales: se lo cubrió con piedra partida, se pintó una pared con un tono cálido y se sumaron macetas dentro de una pajarera vintage. Además, se reutilizó un pallet para funcionar como exhibidor de adorables plantas en latitas.
12. Acompañar lo que proponen las líneas estructurales es un tip elemental. Un ejemplo lo encontramos en la foto de arriba, donde el borde del macetero que contiene vigorosas strelitzias (buenas auxiliares de la privacidad) se hizo más ancho para usar como banco. De sólo verlo, nos imaginamos una reunión agregando unos pocos almohadones.
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13. No nos cansamos de decirlo: el color como base en nuestros espacios al aire libre marca la diferencia. Al visitar el jardín de arriba, no pudimos dejar de preguntarnos: ¿qué vino primero? ¿El azulado de los agapantos o un meditado celeste en las persianas metálicas (más vistas generalmente en verde noche, crema o blanco)? Nos jugamos por la última variante, apostando a que los dueños querían la mística de la Provence. Y si antes a la huerta se la escondía, ahora la movida de los jardines productivos le saca el jugo a su belleza.
14. Estamos en tiempos de pasión por las suculentas, como la que nació en el patio que vemos debajo. Son bastante fáciles de reproducir, por lo que se reproducen también los recipientes. El golpe de efecto, entonces, es agruparlas. Aquí el objeto elegido para hacerlo es un carretel de obra, les da aun más relevancia.
15. Adentro-afuera, formal-informal, invierno-verano, día-noche. Es impresionante la riqueza de variantes que se conquistó en el exterior de arriba (a la derecha) con una reforma meditada. El Estudio Prim hizo avanzar un techo nuevo sobre el jardín y hoy un viejo living se abre y cierra a distintas posibilidades con tres carpinterías de hierro pivotantes.
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16. Atentos: los espacios a la sombra son amigos de los helechos. Flexibles y sugerentes, forman oasis de verde intenso. Hay que mirar en nuestros alrededores cuáles funcionan bien, y después darles vía libre para crecer y multiplicarse.
17. ¿Cómo no se nos ocurrió antes? Un dibujo, una seña de identidad que marcará el tono, el colorido, el tema de nuestro espacio al aire libre. A mano alzada, con esténcil, en colores, negro sobre blanco, en escala real o gigantes. A pensar ya cómo vamos a personalizar fácilmente nuestro patio. Debajo, una de las posibilidades:
18. Un balcón con vista urbana se ablanda con un perfil de gramíneas. Arriba a la derecha la prueba.
19. La entrada es la primera impresión. Los clásicos corredores de PH no deben descuidarse de esta verdad. Bien pintados e iluminados, por empezar, suben a la categoría de “interesantes” de inmediato si se pueblan con plantas. Entonces: a medir el paso, tener en cuenta cuánto sol reciben, y poner una canilla en uno de sus extremos, como lo hicieron los dueños de la casa de abajo:
20. Asador prevenido vale por dos. Esto nos enseña el jardín de arriba a la derecha, en el cual las baldosas evitan que las brasas caigan al pasto y el techito protege en caso de lluvia. Impecable, aquí el trabajo de herrería refuerza el vínculo con la arquitectura de la casa.
Y ustedes, ¿cómo aprovechan sus exteriores?
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