Esta vez con la conducción de la dupla Vergagni-Sorrentino, el noble Peugeot 404 llegó a la decena de victorias en el Gran Premio Argentino Histórico, la gran fiesta de los clásicos de la edad de oro del Turismo y el TC
Junto con los primeros días de mayo de 1960 llegaba, en Francia, la presentación del Peugeot 404. Inspirado en el 403, Pininfarina diseñó el nuevo modelo del león que se develó en París y que dos años después arribó a la Argentina. Fueron nueve las versiones que se produjeron. En 1970, comenzó la última que se denominó Le Mans y que luego se rebautizó como Grand Prix (1972). La novedad respecto de los modelos anteriores radicaba en que la palanca de cambios pasó del volante al piso. También se le agregaron dos faros auxiliares en la parrilla y las llantas deportivas. Esta versión se fabricó hasta 1978. Poco más de cuatro décadas después, el león volvió a rugir y un ejemplar de la familia celebró en la XVII edición del Gran Premio Argentino Histórico, significando la 10ª victoria para la marca y modelo en la prueba.
La caravana tuvo su punto de partida, con una fiesta que contempló una exposición de autos históricos y deportivos, frente a la sede central del Automóvil Club Argentino, entidad que tiene a su cargo la organización de la prueba. El recorrido incluyó a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y San Juan. Rumbo a Venado Tuerto, el primer destino, partieron 117 tripulaciones. En total se corrieron cinco etapas, que tuvieron cabeceras, en Villa General Belgrano, Caucete, Talacasto y Villa Carlos Paz para culminar, tras 3062 km, otra vez en Venado Tuerto, 105 vehículos.
Con caminos muy interesantes, tanto en lo deportivo como en sus paisajes, y novedosos como ocurre en cada edición, la competencia volvió a ser testigo de una cerrada pelea por la victoria que tras poco más de 53 horas de carrera la diferencia fue de menos de un segundo. Con la definición a la centésima de segundo, 0,78 s separaron al primero del segundo. La regularidad, precisamente, de la dupla conformada por Edgardo Vergagni y Víctor Sorrentino le permitió concretar el objetivo con el que todos afrontan la prueba: el triunfo.
Como sucede año tras año, la prueba volvió a emocionar a aquellos fanáticos que con el paso de los vehículos rememoran lasa épocas de oro del automovilismo argentino. Sin éxitos parciales, pero sí con una exactitud destacada a lo largo de los cinco días de carrera (fueron 4º, 3º, 3º, 2º y 4º en las etapas), Vergagni - Sorrentino pudieron quedarse con el premio mayor y entregarle al Peugeot 404 su 9º triunfo seguido, el 10º en su historial sumando el conquistado en 2004.
Las claves de la regularidad
Habitualmente se relaciona una competencia automovilística con velocidad, con conjuntos (equipo-piloto) que todo el tiempo están buscando recorrer una distancia establecida en la menor cantidad de tiempo. Pero, en el caso de las pruebas de regularidad, como el Gran Premio Argentino Histórico, la situación cambia. ¿Por qué? En este tipo de competencias juegan otros factores y no la velocidad o la potencia del auto; no hay que olvidar que se trata de coches antiguos que, pese al gran mantenimiento que disponen, tampoco podrían llegar a desarrollar una prueba de rapidez. Los automóviles permitidos para participar de la prueba son aquellos de las categorías Turismo similares a los que se inscribían en los Gran Premio Standard o de Turismo de 1957 a 1967, como así también todos los Turismo Carretera que, a juicio de la Comisión de Homologaciones del Automóvil Club Argentino, representen el espíritu de la categoría.
A partir de la hoja de ruta que la organización le entrega a cada tripulación antes del inicio de la competencia, pilotos y navegantes, comienzan la planificación del desafío. Porque la información que se encuentra (y se anexa) a dicho road book es amplia. Allí están señalados los puntos y cambios de tipo de marcha, los promedios y los tipos de tiempos a cumplir, los cuales deberán registrarse en el carnet de ruta que toda tripulación debe presentar en los controles horarios de paso que están distribuidos a lo largo de cada etapa (allí se registran todos los datos de la prueba). A su vez, los competidores deben hacer sellar su carnet de ruta en cada control de sello que también están situados en diversos puntos del camino y previamente señalizados en la hoja de ruta original.
A su vez, cada Prueba Cronometrada tiene un sector que se denomina "búsqueda de la velocidad" con cinco referencias que la tripulación analiza para saber si se pasa adelantado o retrasado; en base a eso, se saca el factor para modificar la velocidad. El piloto debe ir en la velocidad justa y el navegante hacer muy bien los cálculos. Esos cambios que se realizan son señalados por los acompañantes en la hoja de ruta para no cometer errores más adelante.
Por este motivo es que, mientras los pilotos suelen utilizar lupas (por reglamento está permitida solo una) para seguir al detalle el tacómetro, los navegantes cuentan con un sostén para sus notebooks con las cuales, mediante un software especial, sumado a los cronómetros, calculadoras y cuadernos con anotaciones, persiguen la precisión.
Fotos de Juan Biaggini - Prensa ACA