Las automotrices llevarán al ministro de Economía su agenda de urgencias: la primera, que el esquema de financiamiento transitorio a los proveedores concluya en octubre; qué está pasando con la producción y los faltantes de piezas
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Las terminales automotrices reunidas en Adefa se encuentran a la expectativa de la reunión pedida con Sergio Massa, en el marco de los encuentros que el nuevo ministro de Economía está teniendo con distintos actores de la producción. “Esperamos que sea la semana que viene”, dicen en una automotriz, ansiosos por llevar a la mesa del flamante funcionario la agenda que preocupa al sector.
Con un Banco Central (BCRA) que viene sufriendo una sangría de reservas hace un mes y al que le quedan dólares para cubrir solo dos semanas de importaciones, la zozobra de los fabricantes de autos es compartida con todos los rubros industriales que dependen de insumos del exterior para producir. Pero más allá de esa incertidumbre, los integrantes de Adefa quieren aprovechar la convocatoria para dejar sentada su posición.
“Necesitamos previsibilidad. Entendimos el esfuerzo que había que hacer durante estos meses por la demanda de dólares para cubrir importaciones de energía, y como industria accedimos a ceder una cuota (del financiamiento disponible para las terminales) a nuestros proveedores locales. Pero a partir del 1° de octubre tenemos que retomar el camino de la normalidad”, plantean desde otra automotriz, como un ensayo del mensaje que los presidentes y CEO recitarán frente a Massa en su primer encuentro cara a cara en el quinto piso del Palacio de Hacienda.
Como salida transitoria a la escasez aguda de dólares, las automotrices acordaron en junio con el BCRA un esquema por el que pueden redireccionar a los autopartistas parte de su financiamiento para importar, a fin de que cubran sus pagos al exterior y no se corte la cadena de producción. Ese esquema, que demandó horas de negociaciones durante semanas, tuvo sus complejidades a la hora de la implementación: recién empezó a funcionar plenamente hace unos 10 días, explican en el sector.
“Ya empezamos a ceder crédito a pymes autopartistas locales para que puedan importar. El sistema es muy burocrático y los bancos tuvieron que comprender el funcionamiento. Los proveedores tampoco tienen una estructura interna aceitada como para estar cargando autorizaciones y reaccionar si se traba algo”, cuentan.
Que la rueda se haya puesto en marcha representó un obstáculo menos, aunque no hay espacio para celebrar nada. “Por ahora las terminales estamos cubriendo el sistema (de cederle acceso a los dólares oficiales a proveedores) con mayor exposición con nuestra casa matriz. Se parte de la idea oficial de que las automotrices son grandes y tienen espalda ancha, pero a ese tipo de exposición las casas matrices también le ponen un límite”, explican en una terminal europea e insisten en que debe ser una situación transitoria.
El riesgo que advierten allá y acá es a qué tipo de cambio obtendrá los dólares la filial local cuando llegue el momento de pagar la deuda con su cuartel central. Por eso buscarán que Massa entienda de entrada esa restricción temporal.
El segundo punto que plantea una inquietud inicial para los fabricantes es cómo funcionará el nuevo esquema dentro del pretendido “superministerio” del líder del Frente Renovador. Mientras que los temas ligados a industria -desde inversiones a políticas específicas- estarán bajo el ala del secretario del área, José Ignacio de Mendiguren (un viejo conocido de todas las empresas), la autorización de las Simis B que regula la cantidad de autos que puede importar cada marca todos los meses será manejada por el secretario de Comercio, Matías Tombolini.
Cuando funcionaba el Ministerio de la Producción, primero con Matías Kulfas y luego con la brevísima gestión de Daniel Scioli, la luz verde para las Simis las daba el secretario de Industria Ariel Schale. Pero éste respondía a las directrices del ministro. “De Mendiguren y Tombolini serán pares ahora. No sabemos si tendremos que plantearles las necesidades a los dos, o si lo que hablemos con De Mendiguren le llegará después a Tombolini para que ejecute y a qué ritmo”, se preguntan por ahora en algunas terminales.
Mientras tanto, la producción enfrenta cada día un desafío por los faltantes de piezas. “Vamos sacando autos con faltantes, los terminamos los fines de semana… Y no son solo los microchips. Decimos microchips porque es lo políticamente correcto. Pero hay un mix: proveedores de afuera que demoran sus entregas porque se retrasaron los pagos (de importaciones), problemas logísticos a nivel mundial y falta de insumos para los autopartistas”, se sincera una fuente de una terminal. Sin embargo, como sus competidores, descarta por ahora el riesgo de una parada de planta completa durante varios días, como pasó en Brasil en el primer semestre. Hay que terminar el invierno.