Sir Jackie Stewart encabezó el traslado de los restos del legendario “Chueco” de Balcarce desde el cementerio local hasta su morada final en el Museo Fangio, donde reposarán custodiados por sus autos y trofeos más preciados
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Hacía pocas horas que Juan Manuel Fangio descansaba en el cementerio de esta ciudad, su patria chica natal, y ya dos hombres que regresaban a sus hogares tras honrarlo en su funeral, soñaban con que los restos del intocable “Quíntuple” tuvieran su hogar definitivo en un mausoleo más apropiado: en el museo que recuerda sus hazañas deportivas, rodeados de sus autos, trofeos y premios más preciados y gloriosos.
Ese par de hombres eran Sir Jackie Stewart, tres veces campeón mundial de Fórmula 1, y el empresario Constancio Vigil, dos grandes amigos del “Chueco” (apodo de sus épocas de wing de fútbol rápido y escurridizo), que el miércoles 10 de noviembre último vieron cristalizado su sueño, cuando los restos de Juan Manuel Fangio, el mejor automovilista de todos los tiempos, fueron trasladados desde el cementerio de esta ciudad hasta su morada definitiva en el Museo Fangio, entre el fervor y el aplauso de la gente que se volcó a las calles para honrar a la caravana que portaba a su ídolo supremo.
“Esta iniciativa nació hace 26 años, cuando Juan Manuel Fangio murió –afirmó Vigil, que por razones de salud no pudo estar en este tributo a su amigo Fangio, aunque sí lo hizo en forma virtual–. Stewart, que había venido con su hijo mayor y con Stirling Moss al funeral de Juan, no entendía por qué sus restos no iban a descansar en el museo. Hace pocos años luego de ver la película de Fangio en Netflix, que deja en claro por qué es el más grande, ya que ganó cinco títulos mundiales con cuatro marcas distintas, de inmediato llamé a mi amigo Jackie Stewart para reflotar la idea de trasladar los restos al museo y él estuvo feliz con hacerlo”.
Si bien la pandemia postergó este Tributo a Juan Manuel Fangio, organizado por la empresa Start Group de Vigil y el Museo Fangio, con la autorización de los hijos del “Quíntuple”, esta fecha de traslado no fue caprichosa: pocos días antes, el 28 de octubre, se cumplieron 70 años del primer campeonato mundial ganado por Juan Manuel Fangio, en 1951, en el circuito callejero de Pedralbes (Barcelona), cuando logró vencer y mantener en alto el honor de una Alfa Romeo ya con un pie afuera de la máxima categoría mundial, frente a una envalentonada escuadra de Ferrari, encabezada por Alberto Ascari y nuestro “Cabezón” José Froilán González, que venía de ganar el primer GP de la historia para la Scuderia de Maranello en Silverstone, y terminó escoltando al “Chueco” en esa carrera en España.
Caravana a la eternidad
El traslado de los restos fue sencillo, pero no por eso menos emotivo. A media mañana, en un día algo ventoso, que alternaba pleno sol con algunas nubes, luego de una ceremonia íntima de la familia y amigos de Juan Manuel Fangio, llegó Jackie Stewart para unirse a la reunión en el cementerio local. Fue el momento en que el féretro del “Quíntuple”, cubierto por la bandera nacional, dejó atrás las puertas de la necrópolis portado por seis Granaderos y una escolta de Patricios, para iniciar el traslado que lo llevaría al mausoleo en el Museo Fangio.
Pero no hubiese sido una caravana digna de Fangio sin autos de carrera; por eso, el coche fúnebre encabezó una marcha con cuatro autos emblemáticos detrás: dos de las cupecitas Chevrolet con las que el “Chueco” corrió y fue Campeón Argentino de Turismo Carretera en 1940 y 1941, la mítica “Galera” de los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi, traída expresamente desde Olavarría, y el no menos icónico Torino N° 3 de las 84 Horas de Nürburgring de 1969, el único del equipo dirigido por Juan Manuel Fangio que llegó al final de la competencia, primero en la ruta aunque cuarto por tiempo corregido por penalizaciones. Antes de arribar al Museo (el antiguo edificio de la Municipalidad de Balcarce frente a la Plaza Libertad) con una multitud esperándola, la caravana pasó por lugares especiales en la vida del “Chueco” como su escuela primaria, su casa y su taller.
En el Museo, lo esperaban muchos amigos de toda su vida y de las carreras, entre ellos nada menos que dos hijos dilectos del “Quíntuple”: Oreste Berta, director técnico de la patriada en Nürburgring (“Fangio en Europa abría todas las puertas”) y el diseñador y constructor argentino Horacio Pagani, que emocionado contaba que cuando emprendió su aventura en Europa solo fue con cinco cartas de recomendación que Fangio le había escrito casi sin conocerlo (“Pero me salió bien la primera vez que recomendé a alguien –por Berta– y no creo que me equivoque en esta segunda”, le dijo el “Chueco” a Pagani cuando le entregó las cartas). Años después, el propio Fangio fue el factor decisivo para que Mercedes-Benz sea el proveedor de motores para los espectaculares hypercars (Huayra, Zonda) del constructor de Casilda radicado en Italia. No eran los únicos presentes para honrar al “Quíntuple”: allí también estaban Luis Landriscina, Tulio Crespi, Oscar “Pincho” Castellano, Osvaldo “Cocho” López y, claro está, sus hijos “Cacho” y Rubén Fangio, Juan Carli, presidente de la Fundación Fangio, y el intendente de Balcarce, Esteban Reino, entre otros.
Tras arribar al museo, los restos de Fangio fueron ubicados en el hall central, donde se realizó una ceremonia religiosa y se escucharon las sentidas palabras de Stewart, agradeciendo que el Chueco pudiese descansar en su verdadera casa y recordándonos: “”No creo que haya habido alguien con tanto estilo en el deporte como Juan Manuel Fangio. Todos ustedes tienen mucha suerte de haber tenido un hombre de su país que los representara de tal forma. Para mí no hay otro piloto que merezca un homenaje como este. No creo que el mundo haya visto algo igual. Como su memoria ha continuado, es solo un ejemplo de que en todo el mundo se reconoce su grandeza”.
Luego, tras unos breves momentos más, los mismos Granaderos llevaron por fin los restos del gran Juan Manuel Fangio a descansar en el mausoleo erigido en la planta baja del edificio que guarda toda su memoria.
Un orgullo nacional
El homenaje se trasladó luego al pintoresco autódromo de Balcarce, en la sierra La Barrosa, con un sol que ya brillaba a pleno para asociarse al desfile de autos históricos, varios del propio Museo Fangio, y de clubes de distintas marcas y de vehículos antiguos, mientras se desarrollaba un espectacular show de acrobacia aérea.
Antes de disfrutar de un asado criollo, apoyado en la “Galera” de los Emiliozzi, Oscar “Cacho” Fangio, hijo del “Quíntuple” y expiloto de TC, fórmula y uno de los integrantes del plantel de las 84 Horas de Nürburgring, resumía: “Jackie Stewart fue iniciador de todo esto. Hace tiempo ya que quería que esto sucediera; con mi hermano (Rubén) compartimos la idea y se pudo concretar. Hace tras años viajé a Europa y allí mi padre es considerado como si recién hubiese ganado su último campeonato mundial. Decís su nombre y se te abren todas las puertas; es extraordinario. Increíble, después de tanto tiempo, que lo sigan considerando el mejor corredor de todos los tiempos. Sin desmerecer a los pilotos actuales, la estadística se hace en Inglaterra (Universidad de Sheffield) y hasta el año pasado mi padre seguía siendo el mejor. Y hay que valorar en la época en que corría, cuando cinco o seis compañeros desaparecían en los circuitos, la mayoría callejeros, con fardos de pasto, sin guardrails y con autos que viajaban a 315 km/h con unos neumáticos tan angostos que dan escalofríos. Todo era muy peligroso. Por eso, él hizo historia y hoy es un día muy especial no solo para nosotros, sino para todos los argentinos”.
Junto a la “Galera” estaban el Torino N°3, una réplica de las míticas “Flecha de Plata” con las que el “Chueco” se llevó las coronas mundiales de 1954 y 1955, y se exhibía un auto muy especial, que pertenece al Museo, y que participó del desfile en el circuito. Rojo, con el número 23, reposaba el primer auto de Juan Manuel Fangio, un Ford 1936, que él mismo reformó en su taller para convertirlo en un coche de carreras y que luego de pocas competencias tuvo que vender; aunque 50 años después lo recuperó y hoy es una de las joyas que van a custodiar su sueño eterno.
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