El emprendedor Julián Mizrahi, fundador de Enchulame, empresa de alquiler de cámaras y equipos de filmación, lanzó el servicio de alquiler de autos para choferes de apps; arrancó con 25 unidades y quiere sumar vehículos para turismo en 2025
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En el cosmos empresarial argentino se viven tiempos de cambio y Julián Mizrahi no duda en catalogarse parte de este. Con 27 años, es el fundador y CEO de Enchulame La Cámara, una empresa especializada en el alquiler de equipos de filmación, fotografía, que nació en 2017 y está presente en cuatro provincias, y el pasado julio incoporó, bajo el nombre de Enchulame el auto, el alquiler de vehículos.
“La premisa es que todo es alquilable”, dijo para sintetizar el espíritu comercial de sus dos emprendimientos -aunque no los únicos: también es dueño de Jobs, la cadena del bar de juegos- en un diálogo con LA NACION. “El objetivo es popularizar el concepto de alquiler, transmitir la idea de que comprar algo para usarlo poco es mal negocio y siempre va a ser mejor, más barato y más rápido alquilar un bien de uso”.
Actualmente Enchulame (como le dice Mizrahi) tiene locales en Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Mendoza, y un total de 22 empleados. Hace siete años, la sede única y principal era la habitación del departamento familiar del joven de, en su momento, 20 años, ubicado en Belgrano. En ese entonces, él cursaba la carrera de dirección de cine en la FUC, cuando se percató de un gran vacío en lo relacionado al alquiler de equipos para filmaciones y rodajes.
“Es una muy buena anécdota”, anticipa con una sonrisa de costado. “Cuando mis compañeros y yo necesitábamos hacer trabajos prácticos se nos hacía imposible conseguir equipos para usar temporalmente. Entonces se me ocurrió comprar varios y empezar a alquilarlos. Yo vivía con mi mamá y recibía a mis clientes en casa. Ella les hacía nesquik y les daba medialunas mientras yo preparaba todo. El mayor despliegue era en el hall de entrada del edificio, entre vecinos y reuniones de consorcio”.
El ritmo y la comodidad de emprender en el nido duró dos años cuando, medio por motu proprio y medio porque lo echaron, Mizrahi decidió mudar el negocio a la primera oficina oficial en Floresta. “Venían 15 personas por día y mamá gastaba mucho en nesquik”, relata con humor. “Todo indicaba que me había llegado la hora de volar, apostar a que sea algo grande”.
Si bien el despegue definitivo de la empresa fue a tres años de haber arrancado, Mizrahi señala que el rédito existió desde el momento cero. “A diferencia de otros negocios, del alquiler podés vivir desde que arrancás a alquilar un bien, porque no tenés CMD (costo mercadería por día): no tenés que reemplazar lo que vendés”, explica. “Además, ya no es tan cool ser dueño como lo era antes. Nuestras generaciones quieren pagar solo el uso del objeto material sin tener que hacerse cargo de los gastos que vienen aparejados con la posesión de un bien”, agrega.
Eso sí: para crecer, el emprendedor sub 30 subraya que es importante animarse a reinvertir gran parte de las ganancias generadas a la renovación del equipo alquilable. En el caso de Enchulame la cámara, el 40% de la facturación se destina a la compra de nuevos equipos.
Enchulame el auto
De cara al salto en el rubro de los autos, Mizrahi admite que, lejos de ser una apuesta arriesgada, la decisión fue un movimiento seguro.
“Ya teníamos una demanda establecida, de personas que no cuentan con un auto propio y lo necesitan para trabajar”, comenta. “El auto es una salida importante en la crisis. Con un registro profesional salís a trabajar y la ganancia que se puede generar supera por mucho a un sueldo mínimo”.
A menos de un mes de lanzado el servicio, las 25 unidades publicadas agotaron reservas de acá a fin de año.
Para lanzarse al negocio la inversión inicial fue de US$85.000 y la primera etapa del servicio está destinada exclusivamente a choferes de plataformas de movilidad como Cabify, Uber y Didi dentro de CABA.
La flota -que esperan duplicar en el próximo año- cuenta con modelos básicos pero a su juicio, “rendidores”, entre ellos Toyota Etios, Volkswagen Suran, Fiat Sena, Nissan Sentra y Renault Fluence y Clio. Todos son del año 2015 en adelante, están equipados con GNC y cuentan con seguro todo riesgo. Hay opciones con y sin baúl y con caja manual y automática.
La modalidad del alquiler es por semana (aunque la mayoría se asegura la reserva del mes completo) y parten de los $220.000.
De cara al mediano plazo, la idea de Mizrahi es expandirse dentro del rubro automotor, avanzando primero sobre el alquiler de autos para el turismo, y luego sobre el alquiler para particulares y empresas. En los dos casos, las oficinas de Enchulame existentes funcionarían como puntos de entrega y retiro de las unidades.
De cara al largo plazo, el proyecto es aún mayor. La división audiovisual de la empresa ya tiene planes concretos para abrir sucursales en Chile en noviembre, y en México y España en 2025, de manera que, una vez consolidados, lo lógico sería empezar a ofrecer el servicio también en esos países.
“El rubro del alquiler de autos es extenso y tiene varios sub-rubros. Además, es relativamente fácil abordarlo”, reflexiona Mizrahi. “En Argentina, el sector viene creciendo a ritmo constante desde después de la pandemia y cada vez hay más demanda. Para los clientes es cómodo porque no pagan patente, ni seguro, no tienen gastos fijos y, al primer desperfecto, desactualización o rotura, les cambiamos el auto”.
Hoy son los autos, mañana podría ser cualquier cosa
Si hay algo que Mizrahi tiene muy claro es que en el negocio del alquiler hay múltiples puertas que pueden y deben abrirse y que no hay motivos para limitarse ninguna entrada.
Concretamente, en 2025 quieren incursionar en el alquiler de maquinarias y herramientas para la construcción y, en los próximos años, posiblemente probar los aires del alquiler de electrodomésticos, generadores eléctricos y bicicletas, entre otros.
“El rubro puede diversificarse dentro del consumo masivo”, sintetiza. “Cuando me preguntan en qué negocio estoy digo que es el del alquiler en cualquiera de sus formatos. Porque hoy es uno y mañana puede ser otro”.
La filosofía del joven CEO es que todo debería ser sistematizable, replicable y delegable. “Soy parte de una nueva generación de emprendedores que es dueño-repelente. Antes el empresario era el centro de todas las operaciones y decisiones. Hoy tendemos a querer sistematizar y capacitar, para poder delegar tareas en serio y acelerar el crecimiento”, observa. “Lo más característico de esta nueva camada de emprendedores es el desapego: dejamos de ver a nuestra creación como a un hijo, sino como un mero negocio que abandonamos en el momento en el que deja de funcionar”.
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