Lexie Alford se convirtió a sus 21 años en la persona más joven en visitar todos los países del globo; hoy, con 25, va a ser la primera en darle la vuelta al mundo en un Ford Explorer eléctrico
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Romper récords y demostrarle al mundo el valor de una causa: esas son las dos premisas que llevaron a Lexie Alford, una estadounidense de 25 años con una sonrisa permanente que está claro ya es parte de su personaje, a decir que sí cuando desde Ford le propusieron convertirse en la primera persona en dar la vuelta al mundo arriba de un Explorer eléctrico.
Alford no es un target aleatorio. En su historial alberga el Récord Guinness Mundial de ser la persona más joven en visitar todos los países del globo, antes de cumplir los 21 años. Oriunda de Nevada City, en California, se crió con una madre dueña de una agencia de viajes que le abrió la puerta a su vocación: a los 12 ya sabía que quería ser exploradora.
La propuesta de Ford, por su parte, no surgió de la nada sino del pasado. La inspiración es Aloha Wanderwell, una exploradora, escritora, cineasta y aviadora canadiense-estadounidense que, a sus 16 años, se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo al volante, después de completar una travesía de cinco años (de 1922 a 1927) en la que, arriba de un Ford T, alcanzaría 80 países y sumaría 800.000 kilómetros.
La adrenalina de hacer algo que nadie nunca hizo
Volviendo al presente y en un diálogo con LA NACION en la sala de prensa de la planta de Ford ubicada en General Pacheco, provincia de Buenos Aires, Alford -que se siente más a gusto cuando la llaman por el nombre de su usuario en redes sociales: Lexie Limitless (en español, Lexie sin Límites)- contó todos los detalles sobre la odisea que empezó el 8 de septiembre del 2023 en Niza, en el sur de Francia, el mismo punto desde el que zarpó Wonderwell allá por 1922.
Esta vez el buque insignia fue un Explorer eléctrico, modelo que se lanzará en breve en Europa y que al país, por ahora, no tiene previsto llegar. La unidad al mando de Alford es de preproducción y rinde una autonomía de alrededor de 300 a 400 kilómetros por carga.
Cinco meses, 21 países y 21 mil kilómetros más tarde, la mujer y su equipo -que consta de 10 integrantes, entre ellos camarógrafos, cineastas y médicos- se embarcan en el último tramo del recorrido. Luego de la Argentina, vuelan a Los Ángeles, Estados Unidos, desde donde cruzarán a Nueva York, luego volarán a Noruega y terminarán en Francia, donde todo alguna vez supo comenzar.
“Nos quedan 9000 km y alrededor de 50 días para llegar a los 29.000 km y establecer un nuevo récord mundial”, revela la entrevistada. “Es emocionante estar cerca de concretar algo que nadie nunca hizo antes”.
Qué busca demostrar con los autos eléctricos
Alford hace énfasis en que la impronta del viaje es, en gran parte, demostrar que los vehículos eléctricos sí funcionan, sí son cómodos y, en resumidas cuentas y a pesar de que todavía no se desarrolló la infraestructura necesaria para que todo fluya a la perfección, sí son viables.
“Quiero demostrar que si yo puedo circunnavegar el mundo, pasando por tantos países y entornos diferentes -y los desafíos que estos suponen-, cualquiera puede adoptar un vehículo eléctrico en el día a día sin complicaciones”.
Optimista por naturaleza aunque para nada ingenua, Alford no reniega las dificultades que parten de la realidad de que todavía no está estandarizado el concepto de “red de carga” en la mayoría de los países, y sobre todo en regiones como África y Latinoamérica.
“Debido a que no siempre puedo contar con que haya un cargador en la proximidad, tuve que aprender a regular la potencia con la que manejo”, señala, puesto que a mayor potencia, más rápido se acaba la batería. “Fue un baile entre manejar muy lento para extender la autonomía, pero también rápido para hacer la mayor cantidad de km posibles, dependiendo de si hay paradas de carga previstas en el camino”.
Para los escépticos que dudan de cómo puede ser posible un viaje como éste sin una infraestructura de carga, la respuesta es clara: además del cargador estándar, que requiere de un enchufe industrial y completa una carga en siete horas, Alford cuenta con un cargador doméstico, que se puede conectar en cualquier toma y tarda algo menos que 30 horas en completar una carga; y el “juice box” que carga un kilómetro por hora, para situaciones críticas.
Con un ritmo de alrededor de 500 km por día (el máximo fue 850 km), la aventurera declara orgullosa que nunca se quedó sin carga, la pesadilla de cualquier persona que piensa en comprarse un eléctrico. “Siempre prioricé quedarme con un rango de 50 km entre carga y carga, que la velocidad”, cuenta la joven.
Todos en busca del mismo gol
Al preguntarle por lo más lindo del viaje, Alford responde rápido: la gente. “Podría hablar de los paisajes o de los atractivos turísticos, pero al final, para mi, todo se reduce a la gente, porque la gente hace al lugar”.
Entre las experiencias sociales más conmovedoras destaca el día que pasó al lado de una monja budista que lleva una década viviendo recluida en un monasterio del Himalaya en Bután, en el sur de Asia.
Producto de la profesión que eligió como exploradora, Alford vivió gran parte de su vida en movimiento, sin un núcleo social fijo. En una charla TED que dio hace cuatro años al convertirse en la persona más joven en visitar todos los países del mundo, compartió una de las lecciones de vida más duras y más importantes que le tocó vivir.
“Aprendí a estar sola sin sentirme sola. Pero también descubrí que tenemos mucho más en común con la gente alrededor del mundo de lo que muchas veces asumimos”, manifiesta. “Porque al final del día, todos queremos la misma cosa: estar satisfechos”.
El lado B de vivir de viaje: a veces está todo mal
Uno de los sellos distintivos de Alford a la hora de compartir su travesía con sus más de 970.000 seguidores (Instagram) y cerca de 500.000 suscriptores (YouTube), es que un espacio lo designa a mostrar el lado B de lo que significa viajar.
“Malaria, chinches, infecciones, intoxicaciones, picaduras de arañas, visitas al hospital, quemaduras, ampollas, cansancio extremo, extrañar y estar en el medio de la nada... la lista sigue”, cuenta. “Siempre me pasó que los momentos más lindos que viví vinieron acompañados de una experiencia igual de fuerte pero negativa. Cuando me sentí en la cima del mundo la vida me recordó con qué facilidad ese sentimiento puede cambiar en un instante”.
“Me gusta dar pequeños recordatorios. Mostrar que siempre detrás de cada feed perfectamente curado y cada aventura sensacionalizada hay una realidad, mucho menos glamorosa, que rara vez se muestra”, expresa Alford.
Así y todo, se refiere a sus experiencias más críticas también como las más preciadas, puesto que, en retrospectiva, estas definieron el curso de su trayectoria. Frente a la pregunta de si -en el caso de poder volver en el tiempo- cambiaría algo no duda demasiado: la respuesta es no. “Aprendí muchísimo de todo lo que viví y creo que ese era el objetivo de este viaje: ver si, a pesar de todo, concretarlo era posible”.
La mujer y su equipo están registrando en imágenes cada parte del recorrido, todo lo cual resultará en un documental, Charge Around The World, que se estrenará en Amazon Prime.
De cara al futuro, lo que más la entusiasma del recorrido es llegar. “Creo que me va a pasar algo parecido a cuando concreté mi meta de poner pie en los 197 países del mundo: alivio total. Porque ves todos los obstáculos que atravesaste y todas las cosas fuera de tu control que de alguna manera u otra pudiste superar”, concluye Alford. “Desde el principio supe que este viaje iba a ser difícil, pero también supe desde el principio que si no decía que sí, toda mi vida lo iba a lamentar”.
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