Un estudio de la consultora Boston Consulting Group y la Universidad de St. Gallen anticipa que la micromovilidad jugará un papel clave en las ciudades del futuro; integrar los medios de transporte con nuevas soluciones a medida de cada lugar resultará fundamental
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Aunque no existe una definición universal de micromovilidad, el Instituto de Políticas de Transporte y Desarrollo (organismo internacional sin fines de lucro) define a los vehículos que entran en esta categoría como aquellos con propulsión humana o eléctrica que pueden ser compartidos o particulares y de velocidades bajas, de hasta 25 km/h, o algunas veces moderada hasta 45 km/h.
El término evoca una transición similar a la que ocurrió con el auge de la microcomputadora, ya que la miniaturización de los medios de transporte en recorridos cortos podría entenderse como un paralelo a lo que pasó con la miniaturización de los componentes electrónicos y las microcomputadoras para uso personal.
La consultora Boston Consulting Group (BCG) y la Universidad de St. Gallen publicaron un reporte titulado “Putting Micromobility at the Center of Urban Mobility”, en el que analizan las respuestas de una encuesta que llevaron a cabo a 11.000 personas de 23 ciudades en diez países distintos. El objetivo de tal iniciativa fue recolectar opiniones, para poder entender los patrones de uso de los vehículos de micromovilidad, identificar los incentivos y elementos disuasorios para lograr una adopción más amplia.
En líneas generales, estas fueron algunas de las conclusiones del estudio académico:
- La pandemia y el aumento de los precios del combustible alentaron a que más consumidores consideren la micromovilidad como forma de transporte
- Uno de cada cinco encuestados planea usar la micromovilidad para su viaje al trabajo
- Los urbanistas y la industria de la micromovilidad deben trabajar juntos para diseñar soluciones integradas para que la adopción sea más atractiva y eficiente
Una ayuda para el cambio climático
A medida que los centros urbanos alrededor del mundo van aceptando que tienen la responsabilidad de lidiar con el impacto generado por el aumento del tráfico vehicular, la micromovilidad va apareciendo como un actor multifacético con el potencial de reducir la congestión y la contaminación.
Durante la pandemia, muchas personas vieron la micromovilidad como una alternativa más segura que el transporte público. Además, el aumento en los precios del combustible le dio a esta forma de moverse un lado más atractivo.
De hecho, el tamaño del mercado global de micromovilidad, que incluye bicicletas (manuales, eléctricas e híbridas), scooters eléctricos y ciclomotores eléctricos, y que cubre los segmentos de propiedad, compartidos y de suscripción, ya alcanzó los casi 100.000 millones de euros. Aunque la propiedad es el segmento más grande por volumen, las suscripciones son la categoría de más rápido crecimiento, con una tasa de crecimiento anual compuesto que se espera supere el 30% durante la próxima década, de acuerdo con las proyecciones de BCG.
Cada ciudad, un mundo
Dentro de las principales barreras generales que dificultan la implementación masiva de la micromovilidad en las urbes están el clima, el costo, las redes inseguras de carriles exclusivos para bicicletas, las conexiones inadecuadas y los servicios suburbanos limitados. Las ciudades que aborden estos obstáculos de la forma más rápida y más eficiente lograrán que la micromovilidad sea más atractiva para los viajeros y, en consecuencia, se convertirán en lugares más atractivos para los empleados.
“No existe una solución única para todos. Lo que funciona para Ámsterdam no necesariamente funcionará para Boston o Berlín. Llevar la micromovilidad al mainstream en los próximos años requiere que los planificadores urbanos y los operadores de micromovilidad trabajen juntos para crear los incentivos adecuados”, señala Andreas Herrmann, director del Instituto para la Movilidad de la Universidad de St. Gallen y coautor del estudio publicado.
Integrar soluciones de movilidad en un sistema ordenado
Para BCG, como para tantas otras empresas con el ojo puesto en el mañana, la micromovilidad es una promesa para las ciudades del futuro. Sin embargo, además de ofrecer formas de transporte viables, accesibles y convenientes, para desarrollarse plenamente y alcanzar su potencial, es fundamental que el diseño de estas nuevas soluciones de movilidad se piense en función, y como parte de, un sistema de transporte integral.
En este sentido, la encuesta reveló que ofrecer alternativas que permitan combinar opciones de transporte de micromovilidad, con opciones de transporte público, podría aumentar significativamente el uso.
Los encuestados indicaron que estarían dispuestos a pagar entre un 22% y un 25% más por diferentes paquetes de ofertas que permitan un transporte híbrido. En otras palabras: no se trata de tener que optar por una opción o por otra, sino de tener la opción de integrar todas las alternativas, y poder idear un viaje “customizado”, según las preferencias personales de cada circulante. “La integración es clave, y la tecnología y la comprensión de los patrones de uso estarán en el centro de esto”, compartió Herrmann.
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