Cruzaron África y Medio Oriente en bicicleta con un sueño: llegar al Mundial; cómo fue su travesía y qué aprendieron de la experiencia
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El domingo pasado tres hinchas cordobeses cumplieron el sueño en la agenda de millones de argentinos alrededor del globo: llegar a Qatar para ver la que -posiblemente- será la última Copa del Mundo de Lionel Messi. La fórmula de la logística para lograrlo puede sintetizarse en dos palabras: voluntad y pedaleo.
Los nombres que protagonizaron la hazaña son Lucas Ledezma, Leandro Blanco Pighi y Silvio Gatti y el medio de transporte que eligieron para concretarla es la bicicleta. Los jóvenes recorrieron 10.000 kilómetros y atravesaron 15 países durante casi 200 días para llegar a Doha, capital de Qatar, y ser parte de la audiencia de la Copa más esperada.
“El desgaste físico fue enorme, pero la experiencia fue lindísima y ahora nos toca disfrutar de una locura que se convirtió en realidad”, manifestó Blanco Pighi en diálogo con LA NACION.
Ponerle cuerpo al sueño
La génesis de esta odisea se remonta a 2019 y a la ruta argentina de los Siete Lagos, en el sur del país. Fue en ese lugar y en ese momento que, por esa magia de la vida y de los viajes, el universo decidió que los caminos de los tres jóvenes tenían que cruzarse. La idea de realizar la gran bicicleteada surgió por primera vez en una de esas charlas distendidas que no son muy en serio. Una de esas charlas en donde la consigna es apuntar a mucho, a todo, aunque después no se llegue a nada.
Esta idea, sin embargo, tenía un factor que otras ideas no tienen: Messi y todas esas cosas que el fútbol dispara en la psiquis de cualquier argentino, y que el mundial exacerba: furor, unión, esperanza y disciplina, entre tantas otras cosas. Además, resulta que uno de los miembros del actual tridente, Lucas Ledezma, ya tenía cancha en el juego de perseguir victorias. “Él se fue al Mundial de Brasil del 2014 en bici y desde ese entonces siguió a la Selección en todas sus competencias importantes”, cuenta Blanco Pighi orgulloso de la iniciativa de su amigo, que fue la que, en definitiva, es responsable del logro que hoy celebra.
Así fue como, progresivamente a lo largo de los dos años que le siguieron a esa intersección humana y espiritual -que tuvo una pandemia de por medio- los tres nómades ciclistas se pusieron de acuerdo en una fecha y en una misión. En marzo del 2022 se juntaron en Córdoba para planificar su itinerario, y el primero de mayo zarparon rumbo a Sudáfrica para darle play al inicio de la pedaleada.
En teoría, el cálculo que habían hecho para la duración del viaje era de 190 días, llegando entre el 18 y el 20 de noviembre, justo antes del debut de la Argentina, el 22. En la práctica, el trío lo cerró en 177 jornadas de pedaleo casi sin intermitencias, llegando el día 6 a Doha, la capital de Qatar.
Mil paisajes sobre ruedas
Anécdotas del viaje tienen de sobra, y gran parte de lo que vivieron está registrado en sus redes sociales, donde bajo el nombre de “Todo a Pedal”, fueron contando su cotidianeidad y avances, mostrando sus vistas y reflexionando sobre sus aprendizajes. “Es una locura la cantidad de cosas que estamos viviendo”, cuenta Blazenco.
El recorrido empezó en Ciudad del Cabo el 14 de mayo, desde donde fueron subiendo hasta llegar a la sede del evento deportivo. Atravesaron todo Sudáfrica, Namibia, Botsuana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenia, Egipto, Israel, Jordania y Arabia Saudita.
“Los paisajes son increíbles”, comparte Blanco Pighi, haciendo énfasis en las vistas que les regaló África. En Namibia transitaron el desierto más antiguo del mundo con las dunas más altas que existen. Botsuana les dio pedaleadas a la par de jirafas, cebras y elefantes. En Zambia fueron testigos de las Mosi-oa-Tunya, o Cataratas Victoria. En Tanzania y Kenia pasaron por parques nacionales y vieron el Kilimanjaro y en Egipto visitaron las pirámides. La lista sigue. “Todos los días fueron una sorpresa. Fue un viaje que nos abrió la cabeza, y sobre todo el corazón”.
Pedalear y descansar: la cotidianeidad de la travesía
En materia de organización y rutina, los viajeros optaron por adoptar un modo de viaje gasolero, y por no seguir una hoja de ruta meticulosamente; aunque sí se guiaron por dos premisas: viajar lo más livianos posible y descansar bien para reponer energías. “El resto se va dando”, dicen con confianza y explican que no planificaron lugares preseteados para hacer base, y que fueron viendo sobre la marcha dónde convenía parar, además del dato de que en general metían 130 km por día y terminaban de pedalear a eso de las 12 de la noche. “Cuando nos agarraba la oscuridad armábamos la carpa y apagábamos la luz, porque terminábamos absolutamente rotos”, admite Blazenco.
Viajar despacito y conocer en profundidad
Todo sueño tiene algún que otro obstáculo que sortear, y el del proyecto Todo a Pedal no fue la excepción. El grupo coincide en que el aspecto más tedioso del viaje fue el burocrático. “Las visas eran caras y a veces tardaban mucho en llegar”, revela Blanco Pighi. “La de Arabia Saudita, por ejemplo, tardó días en salir, y nos obligó a tener que apurar la pedaleada, sin tanto disfrute como hubiésemos querido, para poder llegar a tiempo a Qatar”.
También cuenta que hubo algunos episodios poco gratificantes con la policía de Egipto. “Habían partes en las que nos frenaban, nos decían que no se podía andar en bici -aunque no explicaban por qué- y nos escoltaban con un patrullero hasta otro lugar”, relata el cordobés.
Así y todo, el trío insiste en que la bicicleta abre puertas y posibilidades que con otros medios de transporte no se pueden ni pensar. “A 15 km/h podés ver absolutamente todo, y es más fácil entrar en contacto, y conectar, con la gente local”, señala Blanco Pighi, asegurando que fueron varias las oportunidades en las que distintos personajes les ofrecieron agua, comida y un techo para pasar la noche. “Lo más lindo que vivimos fue el compartir momentos con las personas de cada lugar, aprender de sus culturas, ver qué comen y cómo viven”, expresó.
Los jóvenes planean ir a todos los partidos del Mundial y quedarse hasta el final, siempre con la expectativa de conocer a Messi en carne y hueso, porque espiritualmente lo llevan en el alma. “Vinimos ilusionados con que Messi levante la copa el 18 de diciembre y nos dé esa alegria que nos hizo meter todos estos kilómetros y poner todo este esfuerzo”, concluyen.
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