Oslo, Ámsterdam, Helsinki y París son algunas de las urbes que lideran los cambios; ciclovías, zonas de bajas emisiones y buses eléctricos forman parte de la estrategia para revolucionar la forma de viajar
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Espacios seguros para la circulación de peatones y ciclistas, un transporte público eficiente y asequible, postas para la carga eléctrica de vehículos y la calidad del aire que se respira son solo algunas de las variables y objetivos que muchas ciudades europeas tienen en mente para llegar a 2030 con el nivel más bajo de emisiones posible. Y son, por supuesto, las categorías que miden algunos rankings de organizaciones no gubernamentales que colaboran con los municipios para que alcancen esas metas.
Una de esas clasificaciones la elabora la coalición de ONGs Clean Cities con el fin de medir cuán preparadas están las principales ciudades europeas para lograr una movilidad sustentable en sus trazados urbanos. Pero más allá de los resultados, que en definitiva solo ordenan a las poblaciones a partir del puntaje promedio obtenido en las diferentes categorías, lo más interesante termina siendo repasar las políticas públicas más innovadoras que ya se están aplicando en algunas partes del Viejo Continente. “Nuestro objetivo es animar a las ciudades europeas a alcanzar una movilidad con cero emisiones para 2030. Estamos trabajando con coaliciones locales y con las alcaldías para cambiar realmente la manera de viajar”, cuenta a LA NACIÓN desde Alemania Jens Müller, Policy & Research Lead de Clean Cities Campaign.
“Nuestro ranking es un benchmark para que las ciudades puedan compararse cómo están con respecto a otras en materias como aire limpio o movilidad eléctrica, por ejemplo”, agrega. ¿Qué ciudades han salido mejor paradas en este ranking publicado en febrero último? Oslo, Ámsterdam y Helsinki han obtenido los cinco mejores puntajes entre las 36 ciudades relevadas. Como dato de color, para los amantes de las estadísticas y las clasificaciones, la última ha sido la italiana Nápoles. Pero veamos en detalle algunas de las iniciativas más destacadas y dignas de imitar por cualquier gobierno municipal.
Oslo
La capital noruega lidera el ranking porque tiene el mejor promedio entre las cinco categorías valoradas (Space for people, Safe roads, Access to climate-friendly mobility, Policies y Clean air), pero desde Clean Cities destacan que esta ciudad se caracteriza especialmente por el apoyo que le dan a la movilidad eléctrica: el 84% de los vehículos nuevos que se venden tienen esa forma de propulsión. Y, naturalmente, eso es posible gracias a la gran infraestructura de carga instalada en la ciudad. En el debe, Jens Muller afirma que “Oslo no es tan buena en la infraestructura para bicicletas ni en la determinación de zonas de bajas emisiones”.
Ámsterdam
La ciudad neerlandesa de los canales, en cambio, es mundialmente famosa por el uso masivo de las bicicletas que hacen sus ciudadanos. Y esa es justamente una de las razones que la han llevado a instalarse en el podio. Sus 824 km de ciclovías son las más extensas del continente, pero para una mejor comparación con otras urbes de distinto tamaño, el dato más relevante es que el 26% de sus calles tienen carriles especiales para este tipo de movilidad. “Para 2025 las furgonetas, los taxis y los camiones tendrán que ser completamente de cero emisiones y para 2030 se ampliará a todo el transporte de la ciudad, incluidos los barcos”, detalla Muller.
Helsinki
La capital de Finlandia sorprende porque es una ciudad bici-friendly a pesar del intenso frío que se siente en sus calles. Pero lo realmente innovador (y ambicioso) en Helsinki es el objetivo de reducir al máximo la cantidad de autos particulares fomentando el uso de transportes más amigables con el medioambiente. ¿Cómo lo están haciendo? A través de la tecnología: una aplicación le permitirá a cada persona planificar todos sus viajes indicando horarios, recorridos y preferencias por medio de transporte (buses, bicicletas, taxis o tranvías), que podrán combinar o incluso compartir con otros usuarios. Además, se habilitará un sistema de minibuses eléctricos que recogerá a los ciudadanos de acuerdo a un itinerario elaborado con los pedidos de quienes están más cerca entre sí.
París
Con más de 12 millones de habitantes y quinta en el ranking, la capital francesa es sin embargo una de las más avanzadas en materia de movilidad sustentable. La idea es crear lo que se llama la “ciudad de 15 minutos”, es decir lograr que cada barrio tenga todo lo necesario para que la gente no tenga que trasladarse: desde las clásicas tiendas hasta instituciones culturales o el acceso a los centros de salud. De esta manera, a pie o en bicicleta, cada ciudadano podría resolver todas las necesidades de su vida cotidiana.
Gante
Aunque séptima en el ranking de Clean Cities, esta ciudad belga está apostando fuerte por la innovación en lo que a movilidad sustentable se refiere. Si bien es una localidad más bien pequeña, el objetivo es que no se pueda ir en auto a otra zona por “adentro”, es decir que los coches particulares están obligados a tomar las carreteras. De esta manera se elimina el “tráfico de paso” y se fomenta el uso de las bicicletas o el traslado a pie. También han creado un sistema de logística y despacho de mercaderías en las tiendas con bicicletas de carga y minibuses eléctricos para que por el centro solo circulen vehículos pequeños y recargables. “Hemos visto que la contaminación atmosférica en toda la ciudad ha mejorado”, indica Jens Muller.
Viena
La ciudad austríaca rankea en el número 13, pero en lo que se refiere a innovación bien podría estar en el podio: con solo 1 euro diario es posible utilizar todo el transporte público de la ciudad durante las 24 horas. Esta política, junto a la reducción de los lugares para estacionar en el centro, han reducido notablemente el uso de los autos particulares. A pesar de todas estas innovaciones, los especialistas creen que hay mucho por hacer aún. “Mucha gente está esperando por los coches eléctricos, pero en realidad hoy ya tenemos muchas otras soluciones. Hay ciudades que tienen el transporte público que necesitamos, otras las ciclovías o las zonas de bajas emisiones. Pero lo que no tenemos aún es una que combine todas estas alternativas para llegar a este objetivo de cero emisiones”, concluye Jens Muller.
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