Premios Oscar 2024: ¿quién se llevará la estatuilla a mejor actriz? La estrella vs. la debutante, en un año deslucido para la categoría
Todos los sitios de apuestas eligen a Emma Stone para un segundo lauro, pero la verdadera competencia está dada por Lily Gladstone, que puede convertirse en la primera actriz nativa americana en conseguirlo
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Nominadas al Oscar a mejor actriz: Emma Stone (Pobres criaturas), Lily Gladstone (Los asesinos de la luna); Annette Bening (Nyad), Carey Mulligan (Maestro), Sandra Hüller (Anatomía de una caída).
Va a ganar el premio: Lily Gladstone
Debería ganar: Sandra Hüller
Dos debutantes, una que ya tiene el premio, dos candidatas colgadas del pincel: tal podría ser el resumen de lo que depara en el rubro Actriz Protagónica la próxima entrega de los Oscar el domingo 10. No ha sido, en realidad, un gran año para las mujeres: a pesar del enorme éxito de Barbie (no, no busque a Margot Robbie en la lista, no la nominaron), hubo una caída en los protagónicos femeninos este año en las cien películas más taquilleras de Hollywood: apenas el 9 por ciento tienen a una señora o señorita como cabeza de compañía. Pero dejemos de lado las especulaciones sexistas: lo que se ve en la lista es un atisbo de variedad poco frecuente.
Empecemos una de las favoritas, Emma Stone. Su performance en Pobres criaturas (la un poco traidora adaptación de Yorgos Lanthimos de la novela del escocés Alasdair Gray) es interesante por crear un personaje fantástico. Aunque la película en sí (mezcla de cuento de hadas para adultos, ciencia ficción, sexo y diseño estrambótico) puede verse como el camino hacia el empoderamiento de una mujer, la idea de que esta hija de Frankenstein tome conciencia del mundo poco a poco (aunque rápido para el tiempo en el que transcurre la ficción) es también un desafío al mismo tiempo físico y de interpretación para la actriz, que ya se llevó el premio por La La Land. Es de esas actuaciones que implican un enorme malabarismo (los movimientos mecánicos, los ojos enormes y abiertos, el maquillaje totalmente antirrealista) para poder causar emoción. Más allá de los deméritos de la película (a veces uno se pregunta si Lanthimos se toma en serio lo que hace), el despliegue de Stone es notable y de esas performances “deportivas” que Hollywood gusta premiar. De todos modos, Stone además provee a la película de un corazón que, de otro modo, no tendría, dado que el tratamiento visual, el gran angular, los escenarios que recuerdan a un Tim Burton impresionista, etcétera, mantienen gran parte del asunto en el campo de la caricatura. Stone comienza de modo caricaturesco para ir hacia lo auténtico. Lo logra y le inyecta algo verdadero a una película ostensiblemente falsa.
Pero resulta que el premio del Sindicato de Actores se lo llevó Lily Gladstone por su trabajo en Los asesinos de la luna. No sería la primera vez que una mujer dirigida por Scorsese se lleva el premio mayor de actuación femenina (notablemente, lo tuvo Ellen Burstyn por Alicia ya no vive aquí), pero es muy interesante ver que su performance realista, inteligente, con gestos poco ampulosos -los momentos en los que se muestra enferma pertenecen a la mejor tradición del melodrama clásico, pero nunca se pasan de énfasis- eclipsa las de Leonardo DiCaprio y Robert De Niro (el único nominado, para perder, es De Niro en reparto). De hecho, la actuación de Gladstone en un film de aspecto tan épico le otorga un cable a tierra por su naturalidad (no naturalismo). Hay una forma de mirar de su personaje, que se desborda emocionalmente solo cuando la trama lo exige (la sumatoria de desgracias más que cada desgracia en sí) que la vuelve de una coteidaneidad apabullante, un poco como el personaje de Joe Pesci en Toro salvaje, el personaje “normal” en medio de una tragedia que parece surgida de la imaginación. Gladstone transmite el estupor de no creer los acontecimientos tremendos que, poco a poco, estallan -en algún caso, literalmente- a su alrededor. Es el espejo del espectador: mientras DiCaprio, pura mandíbula, y De Niro, pura serpiente, juegan a sus recursos caricaturescos -y canallas-, Gladstone traza la idea de ir creyendo poco a poco en la tragedia. Nota bene: tanto Gladstone como Stone se llevaron el Globo de Oro (la primera en la categoría de drama, la segunda en la de comedia), lo que las vuelve favoritas.
Lo de Annette Bening en Nyad (film que puede verse en Netflix) es muy bueno como la nadadora que cometió hazañas en pleno mar. Pero Bening tiene muchísima mala suerte a la hora de llevarse el premio, quizás como Glenn Close, otra eterna postergada. Lleva cinco nominaciones (las anteriores fueron como actriz de reparto en 1991 por Ambiciones prohibidas; como actriz protagónica, antes de Nyad, por Belleza americana, Conociendo a Julia y Los chicos están bien) pero solo en 2001 era la favorita, premio que se llevó finalmente Hilary Swank por Los muchachos no lloran (curiosamente, también Swank se lo arrancó en 2005, esa vez por Million Dollar Baby). Bening es muy reconocida, en cierto momento dejó el cine, y aquí lo hace perfecto, aunque la película no hizo demasiadas olas. Nominada para perder.
Lo mismo pasa con Carey Mulligan. Es curioso, pero la actriz, nominada en 2010 por Enseñanza de vida, en 2022 por Hermosa venganza y ahora por hacer de la mujer de Leonard Berstein en el ego trip de Bradley Cooper Maestro, siempre tiene mejores trabajos que las películas por las que la nominan. En Maestro, logra por momentos crear un personaje muchísimo más interesante que el pastiche de gestos que Cooper trajina como un Bernstein menos aficionado a la música que a su egotismo, y uno le cree. Pero la película, que fue una apuesta gigante a los premios por parte de Netflix, es menos de lo que el ojo puede encontrar. Es cierto que, en ocasiones, la Academia suele premiar a alguien como consuelo por trabajar en una película decepcionante (no daremos nombres: se dice el pecado, pero no el pecador), pero no sería el caso. Básicamente, porque lo que mayor repercusión tuvo de Maestro no fue ni el tema, ni el personaje en que se basa, ni el trabajo a veces hercúleo de Mulligan, sino la nariz prostética que porta el protagonista. A diferencia de Bening, que está en una edad donde es difícil conseguir nuevos roles (sorpresa: este año también cayeron a pico los roles para mujeres de más de sesenta años en la pantalla, o personajes en esa franja etaria), Mulligan es de esas intérpretes que aún puede llevarse la estatuilla y forma parte del selecto grupo de las nominadas frecuentes de hoy. No será -salvo una sorpresa que sería por demás mayúscula- el caso en este año.
Lo que nos queda es, entonces, la mejor actuación de las cinco, la de Sandra Hüller. Que además es un poco la “actriz de moda” en estos premios, porque no solo es la protagonista de Anatomía de una caída, sino, también, de Zona de interés, film bastante tramposo del que no nos vamos a ocupar aquí. Primer punto, tiene que hacer algo muy complicado: parecer una persona real. No se puede agarrar ni del molde ya creado al hacer de otra persona que ya existió (lo que hacen Mulligan y Bening); no tiene un personaje desaforado al que inventar y cuyas incongruencias son aceptables en su trama (como Stone) y no está “en el medio” de ambas posibilidades (el personaje de Gladstone existió, pero al mismo tiempo forma parte de un melodrama de teatralidad evidente). Hüller es una persona contemporánea que vive en un mundo similar al nuestro con problemas y tensiones parecidas. En el núcleo de la película, el juicio en el que se decidirá si la muerte de su esposo fue un accidente, un suicidio o un asesinato, tiene que expresar emociones muy complejas (escuchar en público una grabación íntima, privada, de una pelea con su marido; admitir infidelidades delante de un hijo de diez años, etcétera) en dos idiomas (el personaje se juzga en Francia, y habla mejor el inglés o el alemán que el francés). Debe mantener cierta ambigüedad, ser al mismo tiempo simpático y antipático para mantener la tensión y el misterio que sostiene la película. Y todo eso, sin que deje de ser nunca una probable vecina de al lado. Algo más: debe hacer todo esto como una intelectual que no se muestra como el estereotipo de tal (es una escritora de cierto éxito, pero para nosotros es una persona normal con problemas familiares normales). Y, como cualquier intérprete, convencernos de todo eso sin subrayar nada. Lo hace y la película crece gracias a ella. Se puede comparar con su trabajo anodino, subrayado, simplón en Zona de interés (y en ambos casos, también, denota la mano de quien dirige, siempre responsable final de lo que hace un actor). Aunque Anatomía de una caída es mucho más que su trabajo, esa interpretación es fundamental. Se parece mucho a la fundacional actuación de Meryl Streep en Kramer Vs. Kramer, que le dio su primer Oscar.
Pero dadas las circunstancias, y en un año en el que la tendencia parece ser el regreso del gran espectáculo en salas gigantes, tienen muchas más chances las actuaciones de Stone y Gladstone que la de Hüller (aunque nunca hay que descartar nada: el esnobismo proeuropeo de la colonia académica a veces pesa). Gladstone tiene la ventaja de su origen nativo americano (y a la hora del voto, eso puede pesar); Stone, de interpretar riesgosas secuencias de sexo (y en una película “seria y adulta que va más allá del desnudo en sí”, eso puede pesar). Veremos: este redactor apuesta por Gladstone, porque es difícil que se vote diferente que en los sindicatos. Y no estaría nada mal: lo suyo es indiscutible, aunque no sea la mejor del lote. Veremos el domingo.
Dónde verlas
- Los asesinos de la luna, disponible en Apple TV+
- Anatomía de una caída y Pobres criaturas están disponible en salas
- Maestro y Nyad están disponibles en Netflix
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