El miedo al volante es más común de lo que muchos creen; cuáles son los disparadores que impiden conducir y cómo superarlos a través de la psicología
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La amaxofobia, palabra de etimología griega que significa “fobia a los carruajes”, es el miedo intenso y sostenido a manejar vehículos, que se manifiesta en una inquietud permanente, antes y/o durante la conducción. Este miedo genera en el conductor un malestar mental y físico, llevándolo, muchas veces, a una inhibición total para realizar la actividad.
Dicho esto, existen distintos niveles de miedo, y no siempre son evidentes o severos, pero sí influyen en la sensación de seguridad a la hora de agarrar el volante.
“Hay un miedo esperable por la edad, por el desconocimiento y la inexperiencia, que con práctica y el correr de los días se enfrenta y se atraviesa. El problema aparece cuando el miedo persiste y no nos deja avanzar, impidiéndonos manejar”, dice Mariana Kerestezachi (M.P. 95325), psicóloga especialista en EMDR (técnica terapéutica para desensibilizar y reprocesar traumas psicológicos de una manera natural).
Kerestezachi explica, además, que este miedo puede acrecentarse no solo por la experiencia del conductor, sino también por el contexto vial que supone la movilización urbana sobre ruedas: tránsito recurrente, autopistas plagadas de accidentes y robos. Muchos robos. “Es necesario entender si es un miedo esperable, o una fobia, o si hay un hecho traumático por detrás, para así poder buscar la ayuda adecuada”, resalta la psicóloga.
Disparadores del miedo a manejar
“El miedo al volante está asociado a tener un accidente y quedar herido, o atropellar a alguien, o ser objeto del enojo o crítica de otros conductores; incluso a sufrir un ataque de pánico, un infarto, o desmayarse al volante”, cuenta la psicóloga Valentina Agüero Vera (M.P. 99.442).
Agüero Vera identifica dos tipos de amaxofobia: la primaria, que ocurre en la instancia de aprender a manejar, y se desarrolla a partir de tendencias de pensamiento de la persona, como por ejemplo la tendencia a creer que uno no es capaz de lograr cosas que otros sí son capaces de lograr; y la secundaria, que tiende a aparecer en personas que experimentaron un trauma, ya sea al haber estado involucrados en un accidente vial, o al haber sido espectadores de uno.
Entre otros disparadores del miedo al volante, Kerestezachi cuenta que, a menudo, el miedo es una respuesta aprendida durante la niñez, al observar dicho comportamiento en una persona cercana; y en algunos casos es hasta una cuestión de herencia. “Existen evidencias que sugieren que algunas personas tienen una mayor predisposición genética a padecer problemas de ansiedad”, explica.
En definitiva, las dos especialistas en psicoanálisis coinciden que el miedo al volante es multicausal; y es lógico pensar que muchas veces existen varios disparadores que se mezclan y potencian entre sí, aumentando la sensación de inseguridad e inestabilidad a la hora de manejar.
Síntomas del miedo a manejar
Entre las manifestaciones fisiológicas y motrices que representan miedo a la conducción están: el incremento del ritmo cardíaco y respiratorio; el nivel de tensión muscular elevado; la sudoración excesiva; la inhibición de la salivación; contracciones de estómago; y diarrea, entre otras.
Por otro lado, entre las alertas psicológicas que denotan un indicio de miedo o fobia, pueden registrarse: pensamientos negativos relacionados con la conducción y una visión pesimista y sobrevalorada de los peligros que esta implica.
Kerestezachi explica que la persona que padece estos síntomas termina con frecuencia evitando a toda costa la actividad, y este hecho “le impide aún más resolver la situación crítica”. Al respecto, Agüero Vera agrega que, aunque sí sucede y con frecuencia, las conductas de evitación no son siempre extremas ni llegan al punto de erradicar el uso del volante por completo. “Algunos evitan totalmente la actividad, mientras que otras siguen manejando, pero realizando conductas de seguridad y restringiendo el uso del vehículo a trayectos conocidos, con poca densidad de tráfico, mientras hay luz de día y buenas condiciones climáticas”, concluye.
¿El miedo a manejar es más común en mujeres?
Aunque en la Argentina no hay estadísticas precisas, un estudio realizado en España por el Instituto Mapfre puso de manifiesto que entre un 30 y un 40% de la población de conductores presenta algún síntoma de miedo o fobia al conducir, y el 80% son mujeres.
“No existe ninguna diferencia biológica entre hombres y mujeres que provoque esta situación, pero el miedo es socialmente mejor aceptado en las mujeres que en los hombres”, revela Kerestezachi, quien explica que este podría ser el motivo por el que hay una mayor proporción de mujeres que reconocen este miedo, aunque no necesariamente haya una menor proporción de hombres que lo sufran.
Según un informe del Directorio Nacional del Observatorio Vial, realizado en diciembre del 2021, siete de cada 10 infracciones cometidas fueron realizadas por varones; los límites de velocidad permitidos son sobrepasados en mayor porcentaje por varones (21% por varones frente a un 14% por mujeres); y son los varones los que exceden un 50% más los controles de alcoholemia en relación a las mujeres. Las mujeres, por su parte, superan los porcentajes de los varones en respetar el semáforo (96,5% de las mujeres frente a 94,5% de los varones); y usar más el cinturón de seguridad (62,5% de las mujeres frente a 53,4% de los varones).
Lejos de ser datos aislados, estas estadísticas arrojan un resultado: los varones tienen tres veces más probabilidades que las mujeres de provocar un accidente fatal en la vía pública.
No es ridículo comentar al respecto que las mujeres tienden a tener una mayor conciencia sobre la preservación de la vida, propia y ajena. De hecho, sobre los pensamientos y situaciones vinculados con el miedo a manejar, Kerestezachi identifica el “estar embarazada”, y la “seguridad de los hijos”; una responsabilidad asociada históricamente con el mandato social de la mujer.
“La cultura en la que fuimos educados impacta directamente en el tema. Desde los juguetes que de niñas nos daban hasta lo que se trasmite de generación en generación sobre el cómo manejan las mujeres”, concluye la psicóloga.
Cómo y por qué es importante superar el miedo a manejar
Según los criterios para el diagnóstico de una fobia específica de la American Psychiatric Association, el miedo, la ansiedad o la evitación causan malestar clínicamente significativo y deterioro en lo social y laboral.
“Las conductas de evitación son lo que mantiene e incrementa el miedo a manejar. Por el contrario, exponernos al estimulo que nos genera miedo, por más que nos genere incomodidad, es lo que permite resolver el problema”, revela Agüero Vera y explica que al repetir varias veces la exposición al miedo, el estímulo pierde progresivamente su capacidad de provocar malestar, hasta que desaparece por completo. “El acompañamiento de un terapeuta en este proceso es muy importante porque será quien brindará las herramientas para que la exposición sea efectiva”. En la mayoría de los casos, la exposición se realiza de manera progresiva, y con técnicas de relajación.
Kerestezachi tampoco duda en que lo primordial es el acompañamiento de un profesional que pueda brindar herramientas para que la persona resuelva su miedo. “Realizar un buen diagnóstico, para así poder realizar el tratamiento más adecuado”, resume, y agrega que un método de trabajo reconocido en el tema es la terapia cognitiva conductual, centrada en la colaboración entre terapeuta y paciente, y limitada en el tiempo, para tratar activamente los síntomas que producen el miedo.
“Se propone un plan de trabajo acorde a los síntomas y, a través de la psicoeducación, permite disponer de información suficiente para la comprensión de la génesis y el desarrollo de la fobia”, amplía la especialista.
Otra herramienta terapéutica para trabajar sobre el miedo al volante es la reestructuración cognitiva, a través de la cual pueden identificarse los pensamientos disfuncionales asociados al miedo al manejo, y a partir de esto modificarse creencias, expectativas y actitudes hacia el tráfico y hacia sí mismo.
Por otro lado, Agüero Vera explica que, desde la terapia de aceptación y compromiso, se hace énfasis en que la persona que está trabajando su miedo entienda por qué manejar lo va a acercar a aquello que le resulta valioso; pudiendo interpretar la conducción como un medio -y no un miedo- para, por ejemplo, visitar a familiares con más frecuencia, conseguir un trabajo deseado, o realizar más actividades en la cotidianeidad, al poder transportarse con mayor facilidad y más rápido.
En definitiva, el miedo al volante -se presente en el grado que se presente- debe ser transitado, trabajado, y reinterpretado, para que la actividad de la conducción deje de ser un detonante de ansiedad, traumas, y pensamientos negativos que, de una u otra forma, terminan bloqueando la vía al disfrute pleno de la vida; y pase a ser un medio para el aprovechamiento de esta.
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