De estar abandonado por más de una década pasó a tener un romance eléctrico con uno de los hombres más ricos del mundo; cuáles fueron los sucesos insólitos que reflotaron a un ícono del cine
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El del Lotus Esprit no parecía ser un remate excepcional. Se trata del auto que usó James Bond en la película “La espía que me amó” con data de 1977, y que ganó su lugar de ícono cinematográfico cuando le permitió al agente 007 escaparse en medio de la persecución más crítica del film, sumergiéndose completamente en el agua.
Lo cierto es que, aunque el Wet Nellie -su nombre ficticio- se había ganado su fama en Hollywood, en la vida real no dejaba de ser un falso anfibio. El rodado nunca se sumergió realmente; las tomas subacuáticas se hicieron con un modelo a escala en Bahamas, y para crear las burbujas generadas se usaron tabletas de Alka-Seltzer.
Y así pasaron 12 años desde el estreno de la película sin novedades del Wet Nellie, hasta que en 1989 una pareja de Long Island compró un lote cerrado por US$100 y -como cuando se anda sin buscar sabiendo que se va a encontrar- el auto “a prueba de balas” apareció en su interior. Estaba sin ruedas, castigado por los años, y la dupla no era cinéfila; de manera que llamaron a una grúa y, paradójicamente, fue este el punto cúlmine del relato.
Tanto el conductor, como algunos otros camioneros que avistaban el show a través de sus ventanas, reconocieron a la vieja estrella del cine. Fue entonces cuando empezaron a contemplar un posible negocio, y decidieron restaurar el auto, para poder venderlo por un buen número. La subasta se llevó a cabo mediante RM Sotheby’s en 2013, y se entregó el Wet Nellie a un comprador enigmático que pagó US$997.000 por él. Es este el segundo giro de la historia: el nuevo propietario resultó ser nada más y nada menos que Elon Musk.
La afición de Musk
Sucede que el CEO de Tesla es uno de los tantos fanáticos de larga data de la saga 007. “Cuando era un niño pequeño en Sudáfrica era increíble ver a James Bond tirarse con su Lotus Esprit desde un muelle, apretar un botón y transformarlo en submarino”, dijo cuando oficializó su compra con el público.
De hecho, más tarde revelaría que la Cybertruck es, en algún punto, una versión -actualizada y sobredimensionada- del Lotus de Bond. Según contó el magnate, las líneas futuristas del modelo británico le sirvieron como fuente de inspiración para moldear la pickup eléctrica, uno de los productos más promocionados de Tesla.
Aunque lo decepcionó enterarse de que, efectivamente, el rodado no podía transformarse en submarino con un solo botón, Musk se tomó la cuestión a pecho, como una suerte de desafío personal, y transformó su frustración en un proyecto de innovación. “Voy a actualizarlo con un sistema de propulsión eléctrico e intentar que se transforme de verdad”, anunció.
En definitiva, la idea que tiene Musk es transformar el falso anfibio en un sumergible operativo y funcional. Considerando que los motores térmicos que se alimentan de aire no funcionan bajo el agua, y que todos los submarinos son eléctricos, con motores alimentados por baterías que se cargan con una planta de motor térmico, tiene lógica pensar que Tesla va a aprovechar la afición de empresario con las aventuras del agente 007, para incursionar en el potencial mundo de los motores eléctricos que funcionen en agua y tierra.
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