El Ford Thunderbird descapotable protagonizó en Thelma & Louise uno de los finales más épicos de la historia del cine; estos son los datos que permiten entender su relevancia
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Son más de 30 años desde el estreno de una de las películas pioneras en retratar la liberación femenina. Son más de 30 años desde que Susan Sarandon y Geena Davis pasaron a ser una de las duplas más reconocidas del mundo del cine; Ridley Scott confirmó su talento como director; y Callie Khouri debutó con un guión ganador de un Oscar. También son más de 30 de uno de los finales menos deseados pero más aclamados por el público, en el que el Ford Thunderbird se consagró como emblema cinematográfico.
A bordo de un estiloso descapotable turquesa con asientos tapizados en blanco, Thelma y Louise vivían una aventura a lo largo y ancho de las tierras norteamericanas, en la que terminaban convirtiéndose en fugitivas perseguidas por la ley. El color del auto contrasta en los planos de persecución con las tonalidades cobrizas del entorno rocoso de los cañones, y con las melenas pelirrojas de las protagonistas.
El trigésimo aniversario se celebró con una gala benéfica en el Greek Theatre de Los Ángeles, donde también se llevó a cabo la proyección del largometraje. Las actrices que interpretaron una de las amistades más entrañables en la historia cinéfila asistieron al evento, y no lo hicieron solas; por el gustito de la vieja costumbre, pasaron la velada arriba de su “fiel hasta el final” compañero motorizado. Para que esto sea posible, el Museo Petersen Automotive de Los Ángeles, donde se encuentra habitualmente el ejemplar, lo prestó.
Cómo es el Ford Thunderbird de 1966
Se trata de un ejemplar perteneciente a la cuarta generación del Ford Thunderbird, un modelo deportivo de lujo, inicialmente de dos plazas (más adelante en 1958 se le incorporó una segunda fila de asientos), que la compañía estadounidense empezó a fabricar en 1955. Esta generación en particular experimentó un rediseño en su frontal y en la parte posterior, con líneas más estilizadas que las originales.
El Thunderbird, o T-Bird, se siguió fabricando durante seis generaciones más, hasta 1997. En 2002 se lanzó un intento de reinterpretación del modelo original de dos plazas, que solo duró tres años en el mercado.
El nombre del modelo -Pájaro de trueno- proviene de un antiguo mito de la comunidad originaria de Arizona y Nuevo México, en Estados Unidos. Según cuenta la historia, existía en ese entonces un pájaro que era amigo de la raza humana. Tanto, que con sus grandes alas que dominaban el cielo, desencadenaba tormentas en el desierto, que proporcionaban el agua necesaria a los pueblos que habitaban las zonas, ayudando a su supervivencia.
Con un motor V8, capaz de producir 345 CV, y alcanzar una velocidad máxima de 217 kilómetros por hora y acelerar de 0 a 100 km/h en nueve segundos, está asociado a una transmisión automática de tres velocidades.
Un actor motorizado
Sarandon recordó que tanto ella como Davis condujeron en la mayor parte de la película, exceptuando maniobras muy difíciles o peligrosas.
También reveló que el director del film reunió una flota de unidades para el rodaje. Algunos de los ejemplares se tiraron por acantilado en la elaboración de la última escena; otros contaban con motores modificados especialmente para hacer prestaciones en determinados momentos; y otros se usaron únicamente para algunas tomas más “estéticas” en las que se hace foco en el glamour de las protagonístas.
En definitiva, los Thunderbird que sobrevivieron al rodaje pasaron a las manos de los hijos de Scott. Todos menos uno, que se convirtió en el representante oficial de la historia de Thelma y Louise, y pasó a ser el buque insignia del feminismo en la pantalla grande.
Final polémico
Hacia el final de la historia, acechadas por las autoridades conformadas principalmente por hombres blancos, Thelma y Louise analizan sus opciones, y la decantan en una decisión final que dejó boquiabierto tanto al público ficticio dentro de film, como al público real del otro lado de la pantalla. Interpretado de una forma simbólica por algunos, y con una tristeza literal por otros, el a fondo del acelerador en las colinas del Gran Cañón quedó grabado en el registro emocional de todos aquellos que fueron testigos de dicho desenlace.
“Nunca pensé que estuvieran muertas. En la imagen final ellas vuelan, directas a la memoria colectiva, siendo mujeres completamente libres y liberadas de cualquier cadena”, dijo Khouri. Al respecto, Davis agregó que la clave de todo es que los personajes logran escapar. “En ese instante, vuelven a tener el control de sus vidas. El final es exactamente como debería de ser”.
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