La tecnología abre hoy muchas posibilidades para mejorar el flujo de tránsito; túneles con conectividad 5G, sensores de monitoreo y datos en tiempo real son otras de las soluciones que ya implementan varias ciudades en el mundo
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Semáforos inteligentes, peajes especiales para las zonas bajas de emisiones, túneles con conectividad 5G, inteligencia artificial, sensores que monitorean el tránsito… Cuestiones que hasta no hace mucho parecían provenir de la ciencia ficción se han transformado en innovaciones que ganan terreno en la búsqueda de la tan ansiada movilidad sustentable.
El mundo fluye hacia una dirección que conduce hacia ciudades que se abracen a la preservación del medio ambiente, la optimización de la movilidad urbana, el crecimiento sustentable, la reducción de desperdicios, la disminución de la contaminación y el uso de energías limpias y recursos renovables, en particular con el uso cada vez más extendido de vehículos eléctricos.
Para que ese futuro sea posible más temprano que tarde, las principales urbes toman medidas que exponen con claridad la determinación por alcanzar una civilización con mayor conciencia y preocupación por el cuidado del planeta.
Copenhague y Ámsterdam constituyen dos perfectos ejemplos de lo que se conoce como smart cities por sus esfuerzos por alcanzar un desarrollo económico que se mantenga en equilibrio con la preservación del ambiente.
Tanto la capital danesa como la de los Países Bajos son pioneras en la adopción de la bicicleta como principal medio de locomoción. Además, alientan un sistema de transporte en el que circulan ómnibus, subterráneos, barcos y tranvías ligeros que priorizan las bajas emisiones de carbono y sistemas de medición inteligente del tránsito.
Tecnología 5G y peajes urbanos
Este grado de conciencia se desparrama con intensidad en España. En Lugo se introduce la tecnología 5G en el túnel del Cereixal, situado en la autopista A6 a la altura de esa ciudad gallega. Una asociación estratégica de las empresas Telefónica, Nokia, Ingeniería y Economía del Transporte (Ineco) y Stellantis y el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia permitió la colocación de sensores que se comunican con los automóviles a través del protocolo C-V2X (tecnología celular “vehículo a todo”) para mejorar la seguridad vial.
Esta iniciativa tiene como objetivo brindar a los conductores información en tiempo real sobre el estado de esa vía, anticipando embotellamientos, accidentes y cualquier situación peligrosa que dificulte la movilidad.
En ese país también se alienta la implementación de peajes urbanos en las zonas bajas de emisiones, de modo de garantizar un sistema de transporte y movilidad que propicie una mejora en la calidad del aire y la adaptación a nuevas tecnologías.
El Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible establecerá un marco regulatorio que entrará en vigencia en enero de 2023 y que contempla la obligatoriedad del peaje urbano en los municipios con más de 50.000 habitantes y en territorios insulares.
Los automovilistas, entonces, deberán pagar para circular en “áreas libres de humos y congestión”, según las normas que establezcan los distintos gobiernos municipales.
El plan por ahora no incluye a las autopistas, lo que supone que difícilmente se ponga en práctica en la fecha prevista, al menos hasta tanto no se discuta a fondo la conveniencia de que sean parte del sistema.
Barcelona cuenta con postes con sensores de luz LED que monitorean el tráfico, la calidad del aire, el movimiento de los peatones y la polución sonora.
Inteligencia artificial
Alemania tomó cartas en el asunto de la movilidad y recurrió a la no hace mucho futurista idea de los semáforos inteligentes. A través de un proyecto denominado KI4LSA, con fondos del Ministerio Federal Alemán de Transporte e Infraestructura Digital, se apela a la inteligencia artificial para regular la apertura y cierre de las señales lumínicas de manera tal de reducir obstrucciones en el tránsito y brindar mayor seguridad a los peatones.
Cámaras de alta resolución y radares toman lecturas del estado del tráfico. Así se obtienen precisiones en tiempo real de la cantidad de vehículos que se acercan a las esquinas semaforizadas.
Calculando la velocidad media de los autos y los posibles tiempos de espera se optimiza el tránsito, reduciendo la contaminación y el ruido. Al mismo tiempo, el sistema persigue la meta de facilitar el cruce de los peatones con mayores períodos de paso asegurado. En este punto son clave las señales que reciben los sensores inteligentes y no las imágenes de las cámaras, pues la finalidad es tanto la seguridad de los transeúntes como velar por el anonimato de estos.
Pero los esfuerzos no se limitan a las ciudades europeas. En Boston, Estados Unidos, se instalaron paneles digitales que brindan información sobre ómnibus y trenes, además de otorgar información sobre coches compartidos y la red de bicicletas. Esto hace posible aligerar las condiciones de circulación en una zona famosa por el caos en las calles.
Bogotá, uno de los puntos de mayor conflictividad en el tráfico de Colombia, cuenta con cerca de 1000 cámaras que siguen el flujo vehicular para prevenir atascos y accidentes. Estos dispositivos también se usan en Medellín y Cali, en una confirmación de que las innovaciones en materia de movilidad no saben de límites geográficos.
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