El segmento de los tricuerpo también sufre el embate de los Sport Utiliy que, por versatilidad, robustez y espacio, fueron restándole clientes; un repaso de los argumentos que pesan en favor y en contra de unos y otros al momento de tomar una decisión
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Muchas veces, ocurre que la línea entre un gusto en particular por algo y la necesidad real por ese algo es más delgada de lo que se podría creer. La moda es uno de los aspectos capaces de generar la seducción necesaria para que ese “producto cool y con más onda” incline la balanza al momento de la decisión. Y dentro del mundo automotor los ejemplos abundan tanto como la diversificación y número de cuestiones a tener en cuenta en el terreno de las comparaciones, como para sacar la conclusión que más se ajuste a la necesidad real.
Es casi una perogrullada comenzar haciendo hincapié en que la estética o la apariencia de un vehículo es el factor que más injerencia tiene a la hora de resolver la adquisición. La decisión entre inclinarse por un SUV o un sedán es particularmente nutrida en lo que hace a puntos de análisis para lograr el mejor discernimiento.
Históricamente -casi de la mano de las rurales- los modelos sedán de tamaño mediano fueron los elegidos por la familia promedio de cuatro integrantes, mientras que los compactos han sido abordados generalmente por parejas solas o con un hijo. Más acá en el tiempo, se produce un cambio en la industria dado por la aparición de esa carrocería más asociada a la aventura y la vida al aire libre, derivada de la filosofía todoterreno: los SUVs. Desde los de talla compacta, con Ford EcoSport como precursor –basado en la plataforma del Fiesta-, este tipo de vehículo experimentó una proliferación sin igual. Su avance a nivel mundial fue aumentando a niveles notables y sólo hay un modo posible de conseguirlo: restando ventas a otros segmentos.
Así, los primeros en sufrir el embate fueron los Station Wagons y luego los sedanes, aunque en menor medida, y la prueba está en que aún hay un grupo que resiste: de hecho, el auto más vendido de la Argentina en los últimos dos años es el Cronos, el compacto que Fiat produce en Córdoba y con el que hace frente a la franja más poblada de los SUV.
Es clara la diferencia de oferta en favor de los Sport Utility y los números de ACARA (SIOMAA) lo atestiguan: entre los 50 vehículos más vendidos del mes de enero hay 17 crossovers/SUVs y 7 sedanes. Cada vez quedan menos tricuerpo C en la oferta: fuertes jugadores como Renault y Ford ya no los tienen.
Así el escenario, más allá de la disponibilidad de unidades que hoy es todo un tema en el mercado local, resulta interesante y práctico plantear las claves de una y otra carrocería para decidir una compra. Pueden resultar algo caprichosas las comparaciones al entrecruzar características para encontrar contrapuntos entre modelos, porque más de uno podrá decir “eh, pero me comparan un sedán mediano con un SUV compacto”, y justamente de eso se trata, ya que los tamaños entre ambas categorías accionan una intrincada relatividad al momento de elegir. El fin general de este informe es enumerar las principales bondades y los grises de un lado y del otro, en pos de ayudar a aclarar las cosas.
Los puntos a favor y en contra de un sedán
- Entre los argumentos de los “autos con baúl”, uno de los primeros que resalta es el comportamiento dinámico, ya que el andar resulta más aplomado debido a que el centro de gravedad es más bajo y a que la distancia entre ejes es más extensa. El menor despeje (distancia al suelo) colabora para que los balanceos sean menores y más eficaz la tenida en curvas. Por contrapartida, esa cercanía al piso los hace más vulnerables a los golpes o roces con las zonas bajas. El despeje promedio de un sedán oscila entre los 15 y 17 cms, cuando en los Sport Utility parten regularmente de los 20 cms.
- La mejor insonorización también colabora para que el confort en general sea mayor y eso se atribuye –nuevamente- a que la carrocería tiene menor superficie de fricción con el viento al avanzar.
- El consumo generalmente es menor por cuestiones de aerodinámica, tanto por el formato de la carrocería, como por altura y peso total. Con mecánicas similares, a menor resistencia al avance, mayor eficiencia.
- En cuestión de espacio interior, el sedán no sale tan bien parado, ya que, si bien sus plazas traseras son cómodas, suelen ofrecer alguna limitante en comparación con un SUV. Regularmente, cuatro pasajeros viajan cómodos, aunque por altura al techo las personas de más de 1.80 m no van a ir tan holgadas. Lo mismo pasa con la altura del cojín de esa plaza que al estar ubicado en una posición más baja, lleva a que las piernas no gocen del lugar que sí hay en un SUV.
- Casi la misma regla corre para el baúl, porque si bien en ese sector en general ofrecen más espacio, no tienen la ventaja de poder ampliarse tanto. Por más que se reclinen los respaldos (60/40) de las plazas traseras, no se puede negociar más allá del límite que impone la tapa del baúl, algo que sí permite un Sport Utility al quitar la placa que hace de cobertor. Eso sí: la seguridad de la carga es mayor en el sedán, no sólo por la contención del equipaje o lo que se lleve, sino por la discreción ante las miradas de los amigos de lo ajeno. Para ejemplificar entre modelos de una misma marca: un Onix Plus ofrece 500 litros y un Tracker alcanza los 393. El Corolla sedán está en los 470 litros y el Cross en los 440 litros.
- Que paguen menor tarifa en estacionamientos y lavaderos, tampoco es un tema para despreciar.
Los puntos a favor y en contra de un SUV
- El estilo de la silueta es, sin dudas, el punto que más compradores capta. Esa apariencia de mayor robustez y mejores aptitudes para bajar del asfalto y transitar algún camino un poco más desafiante –aún sin tener tracción integral- es su principal arma de seducción.
- La habitabilidad es otra de las razones que los hacen atractivos. Así como la postura de manejo más alta otorga un mejor campo visual, la ubicación más elevada de la fila trasera permite a esos pasajeros viajar con una mejor visión panorámica y menor sensación de claustrofobia. Otro punto –no menor- es que a determinada edad resulta más cómoda y práctica la acción de “subirse” al vehículo que “dejarse caer” en la butaca como ocurre en un sedán.
- La robustez en el andar es una razón muy tenida en cuenta, y no sólo por la posibilidad de tener tracción integral, mayor despeje o mejores ángulos de entrada y salida, sino por los neumáticos de mayor pisada y perfil más alto que aportan una cuota de tranquilidad: sufren menos en asfaltos o caminos en mal estado, por ende, hay menor posibilidad de rotura.
- En lo que hace al sector de carga, la boca más alta hace que la acción de subir y bajar cosas sea más cómoda. La posibilidad de ampliar el espacio lleva a que por ejemplo un Tracker vaya de 393 a 1294 litros con la segunda fila abatida, y en un Equinox se estira de 468 a 1527 litros.
- En materia de equipamiento no se sacan diferencias de consideración, ya que ambos segmentos vienen en general con similar dotación tanto de seguridad como de confort. Sin embargo, uno de los atributos en favor de los SUVs es el techo panorámico que está presente en más cantidad de versiones.
Precios: el universo de la relatividad
En cuestión de precios la situación no es tan simple. En general, los vehículos de tres volúmenes suelen estar un poco por debajo midiendo parámetros de tamaños y segmentos similares, y en la actualidad se viene dando que un sedán mediano cuesta casi lo mismo que un SUV del segmento B, que está en una categoría inferior. En la definición del precio juegan motorización y configuración de equipamiento, lo que permite analizar variables de potencia, confort y seguridad.
Entrecruzar estas cuestiones resulta algo complejo para la comparativa, y sí más sencillo repasar por modelos de una misma marca. Y en ese ejercicio encontramos (con valores de febrero) estos ejemplos: los precios sugeridos para el Onix Plus van de $5.056.000 a $5.760.000, los de Tracker entre $5.760.000 (igual que Cruze) y $8.330.000, cuando los de Equinox arrancan en $12.113.000. En el caso de Toyota, el Corolla está entre los $5.582.000 y los $8.900.000, mientras que el (“la” para muchos) Cross parte de los $7.720.000 y trepa a los $10.061.000.
Renault Logan va desde $4.230.000 a 4.725.000, Duster lo hace desde los $5.510.000 a los $5.791.000, mientras que Captur parte de los $5.783.000. En la familia VW figura Virtus entre $5.242.000 y $9.522.000, Vento a $12.108.000, Nivus de $5.860.000 a $9.088.00, T-Cross entre $5.860.000 y $9.702.000, y Taos de $9.835.000 a $12.267.000.
¿Qué hay de ambos lados en el mercado local?
Dentro de las filas de los sedanes conviven Fiat Cronos, los Toyota Corolla, Etios y Yaris (ambos comparten familia con los hatch), los Chevrolet Cruze y Onix (que convive con su hermano bicuerpo); Renault Logan; Volkswagen Virtus y Vento; Nissan Versa y Sentra; y Cerato como exponente de una importadora como Kia. Entre las premium se destacan: Audi A3 Sedán, A4 y A6; BMW Serie 3, 5 y 7; Mercedes-Benz Clase A, C, E y S; y el DS 9.
En el universo de los crossovers/SUVs -tomado chicos, medianos y grandes- figuran: Chevrolet Tracker, Equinox y Trailblazer; Fiat Pulse, Toyota Corolla Cross, RAV4, SW4 y Land Cruiser; Volkswagen Nivus, T-Cross y Taos (a la espera del renovado Tiguan Allspace); Jeep Renegade, Compass y Commander; Ford EcoSport, Territory, Kuga Hybrid y Bronco; Renault Duster, Captur y Koleos; Honda HR-V, CR-V y Pilot; Peugeot 3008 y 5008; Citroën C4 Cactus y C5 Aircross; Nissan Kicks y X-Trail; Kia Seltos y Sorento; y Hyundai Kona, Creta y Santa Fe. Entre los premium aparecen Audi Q2, Q3, Q5, Q7 y Q8 (además del eléctrico e-tron); Mercedes-Benz GLA, GLB, GLC, GLE; BMW X1, 3, 5 y 7; y DS 7 Crossback.
¿Cuál SUV o sedán conviene?
Es muy probable que el auto sedán sea una raza que se encamina lentamente hacia la extinción. No está ni decretado ni mucho menos tiene fecha de caducidad y aún se sostiene con sólidos argumentos. Lo que sí es un hecho es que la categoría de los SUV seguirá sumando integrantes. Usuarios y defensores de un lado y del otro del mercado, donde conviven tradición, necesidad o aspiración. En ese terreno se dirime esta compulsa entre ambas categorías que, con virtudes y desventajas, llevan a que una compra sea más emocional que racional o viceversa. El consejo de siempre es: tener en claro el uso que se le va a dar, sin perder de vista el número de integrantes de la familia y el entorno a transitar. Una vez ahí, a buscar la mejor opción. Oferta para diferentes gustos, necesidades y bolsillos, hay.
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