La revolución de los vehículos eléctricos muestra signos de desaceleración en Europa y Estados Unidos, mientras avanza la competencia china con sus modelos baratos; cuatro razones que explican lo que está ocurriendo y lo que puede pasar
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Cuando parecía que los autos eléctricos se acercaban a una victoria perentoria y definitiva en menos tiempo de lo esperado, los mercados -siempre tan caprichosos e impredecibles- nos devuelven un panorama que se aleja de ese escenario idílico.
Por un lado, las ventas muestran signos de desaceleración tanto en Estados Unidos como en Europa, en un marco de incertidumbre sobre las capacidades de las redes de carga (sobre todo en el primer caso) y también de idas y vueltas respecto del tan mentado fin de la producción de vehículos alimentados por combustibles fósiles para 2035 en el caso de la Unión Europea, donde los combustibles sintéticos neutros en carbono empiezan a posicionarse como una alternativa viable para eludir tal prohibición.
Si bien en 2023 se alcanzó un récord de 1,2 millones de coches eléctricos en Estados Unidos, las estimaciones para 2024 no siguen la misma tendencia: para lograr los objetivos normativos propuestos, las ventas deberían multiplicarse casi por diez en ocho años. Aún considerando la Ley de Reducción de Inflación (IRA) que contempla ayudas a la compra por un valor de hasta US$7000, al momento quedan solo 18 modelos elegibles, frente a 24 del año pasado.
Del otro lado del océano, las matriculaciones de eléctricos estuvieron por debajo del 11% el último mes de enero e incluso en países entusiastas de la transición como Alemania, estuvieron por debajo del 15%, con menos de un 8% de híbridos enchufables, y casi tres cuartos de las ventas en vehículos con motorización térmica incluyendo híbridos e híbridos suaves. Marcas como Volkswagen, Mercedes-Benz e incluso Porsche hacen pública -recurrentemente- su preocupación por la situación.
¿Por qué la electromovilidad levanta el pie del acelerador? Aquí, cuatro razones de este fenómeno:
1) Precio
Es, quizá, la variable más obvia de todas. La transición a los eléctricos ha estado movilizada por cuestiones de conveniencia, preferencias tecnológicas, conciencia ambiental, pero, sobre todo, por programas estatales que ponen el precio a tiro de las personas. Los vehículos están, pero por el momento tienen precios que escalan entre el 20% y el 50% respecto de sus variantes convencionales o incluso híbridas.
Al rescate de esta situación, sobre todo en Europa, vienen los que más saben de bajar precios: los chinos. Los grandes desafiantes para las marcas incumbentes son productos de ese origen, como BYD o MG, que se están acercando notablemente rápido al concepto de vehículos accesibles, discretos y convenientes con costos muy competitivos. Con un factor de escala y apoyos locales a la fabricación, además de un acceso privilegiado a las costosas materias primas, la idea de un “próximo auto eléctrico y/o chino” está más firme en el viejo mundo que en cualquier otro lugar.
2) Innovación
Aquí Europa, y también las grandes marcas estadounidenses, vuelven a perder el partido: en muchos casos ofrecer versiones electrificadas de sus vehículos más exitosos, o plataformas 100% nuevas que respetan a rajatabla los conceptos más importantes de esos clásicos (notablemente en el caso de las marcas alemanas) conspira contra la idea de quien invierte en un eléctrico y no quiere ser, sino parecer y por qué no, disfrutar de lo más novedoso y creativo que pueda ofrecer la industria.
En este lugar se destaca Tesla, que si bien tiene una línea un poco envejecida, no deja de incorporar renovación de la mano de su demorado y controvertido, pero disponible Cybertruck, o el próximo lanzamiento de uno (¿o dos?) vehículos para el segmento C, el Model 2 y su respectivo familiar. Y, nuevamente, las marcas chinas, que tienen la posibilidad de ofrecer para el mismo segmento uno o más modelos nuevos por fabricante y por año, que contrastan fuertemente con ciclos de 10 o 12 años con algunos facelifts o restylings intermedios.
3) Conveniencia y funcionalidad
Finalmente, si bien los términos promocionales de la electromovilidad hablan de la simplicidad de una recarga doméstica, menos costos de funcionamiento e incluso ventajas como la posibilidad de aportar energía a un hogar en caso de cortes, la implementación real muchas veces dista de la promesa.
Y allí vemos segmentos donde cerrar la brecha de conveniencia y funcionalidad resulta más difícil. Se aprecia claramente en el sector de pick ups en el mercado donde éstas reinan desde hace más de 50 años: Estados Unidos. En estos casos, las exuberantes especificaciones de la Cybertruck, pero también las de la F150 Lightning y las próximas apariciones en escena de Ram y Chevrolet no terminan de encajar con las necesidades de autonomía y carga que son la razón de ser de un vehículo comercial, y claro, la diferencia de precios tampoco ayuda.
4) El panorama local
Aquellos que hayan viajado durante sus vacaciones por la región, sobre todo a Uruguay, habrán visto la manifestación de alguno de los fenómenos que se comentan en esta nota, sobre todo el fenómeno chino. La Argentina está a las puertas de un proceso de apertura comercial, donde sin dudas el mercado será sondeado para un desembarco de las marcas orientales.
Seguramente antes de que llegue Tesla, o incluso que las marcas tradicionales hagan crecer su portfolio eléctrico, serán los chinos los que acercarán opciones competitivas, sobre todo en segmentos medianos o compactos. ¿Será la innovación en materia de energía la que permita superar algunos prejuicios que aún hoy se mantienen en motorizaciones convencionales? Es muy probable que los veamos.
Por otro lado, el factor precio, y sobre todo los beneficios fiscales, parecen alejarse más que acercarse al mercado local. ¿Será una buena idea considerar cualquier compra de cara a un futuro en el que las ayudas no solo no se incrementarán, sino que tenderán a desaparecer? La prudencia, como en muchos aspectos de nuestra coyuntura, parece una estrategia a tener muy en cuenta.