Primero fueron los monovolúmenes y luego los SUV las razones del declive de los station wagons o rurales; mientras que en Europa aún resisten, en la Argentina casi no quedan representantes; un repaso por los familiares que se fabricaron y vendieron –con mucho éxito- en el país
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Vivieron su época dorada. Elegantes, señoriales y de silueta estilizada, estas carrocerías alargadas y esbeltas llegaron a ser un símbolo aspiracional. Con los vehículos rurales, station wagons, avant, breaks, tourer, rancheras o perúas –denominación según procedencia, fabricante o simplemente costumbre- pasa algo bastante particular porque, fuera del segmento de las vans o utilitarios, fueron los pioneros en el plano de la propuesta para familias numerosas.
Amén del estilo, uno de sus atractivos es el mejor aprovechamiento del espacio interior, con plazas traseras algo más holgadas respecto a los sedanes de los cuales generalmente derivan (también las hay basadas en hatch), aunque sin dudas el gran atributo radica en el espacio de carga que, al estar conectado con el interior (a diferencia del tercer volumen aislado o estanco destinado al baúl), permite una cierta licencia en el acomodado del equipaje, ya que se puede cargar hasta por encima de la línea de los vidrios. Y un plus: al plegar los respaldos traseros también se pueden transportar objetos más largos, como por ejemplo una tabla de surf o cañas de pescar.
Ese extra de carrocería le aporta elegancia no solo por longitud, sino por las ventanillas traseras de mayor tamaño y por el remate de la luneta que pasa a hacer las veces de portón. Otra de las ganancias está en el andar, ya que este formato también le brinda una mejor estabilidad y mayor aplomo en velocidad. Grandes, medianas o compactas, este tipo de carrocerías vivieron épocas de esplendor en todo el mundo y también en la Argentina, donde durante buena parte de su trayectoria supieron indicar status, ya que los exponentes de ciertas marcas eran elegidos por clientes de buen poder adquisitivo.
De hecho, una rural era casi sinónimo de una familia viajando hacia la estancia, cargada de chicos y equipajes. ¿Quién no tiene aún la imagen de un familiar con portaequipajes repleto de valijas y otros bártulos yendo o volviendo de las vacaciones? Pero, no todo es eterno, los tiempos cambian y con ellos, también las modas. La industria comenzó a ofrecer otras propuestas, se generó un nuevo tipo de demanda y ya nada volvió a ser igual.
Monovolúmenes y SUV’s como verdugos
Primero fueron los monovolúmenes los que irrumpieron en la escena. Esa inédita estructura ovoide, sin volúmenes marcados (ni voladizo delantero ni trasero definidos) resolvía mejor la tan ansiada habitabilidad. Curiosamente, una de las marcas generalistas más adeptas a las rurales como ha sido Renault, fue la que puso inicialmente en el mercado europeo el concepto que comenzaría a sentenciar su final: el Espace primero (en 1984) y luego (en 1996) el Mégane Scénic.
Antes había sido Dodge el adelantado en plantar bandera en EE.UU. con el Caravan. Bastante más acá en el tiempo se sumó Citroën con el Xsara Picasso y la liga de los SW perdía cada vez más adherentes. La llegada de los monovolúmenes Galaxy y S-Max al portfolio de Ford también comenzaban a marcar el destino de la variante Sportbreak del Mondeo. En esta senda también se anotaron con éxitos relativos Chevrolet Zafira y Volkswagen Sharan.
Igualmente, el apogeo de los monovolúmenes tampoco fue demasiado largo. Fueron furor en las décadas de 90 y 2000, pero ya casi tampoco quedan muchos vestigios. De hecho, el año pasado Citroën despidió a su último y tecnológico exponente: el Grand C4 Spacetourer. Hoy Renault llama Espace a un SUV de 7 plazas.
Y los SUV fueron quienes asestaron el golpe definitivo y con un argumento irrefutable: el mix entre espacio, versatilidad y aptitudes generales. Todo en uno y con una imagen que inspira robustez. Esto pasó en todo el mundo, más allá de que en Europa se mantienen con cierto estoicismo. Es algo a lo que tampoco escapan los sedanes, que van perdiendo terreno de manera constante también a manos de los Sport Utility y por razones similares.
Algo que tiene menor fundamento o sustento más endeble –pero no por eso descartable para este informe- es la afirmación de que con el tiempo en nuestra región pasaron a asociarse con “coches fúnebres” o “auto de viejo”, lo que también habría empujado a disminuir la demanda.
Los últimos que sobrevivieron en la Argentina
Acá, su pico de gloria llegó en los ‘90. En la actualidad es un área deshabitada, más allá de que técnicamente Audi cuente en su portfolio con A6 Allroad, aunque en cifras sumamente limitadas. Algo parecido pasa con Subaru, que en su página web mantiene al Outback, pero entre las trabas de importación y la presencia acotada de esta nipona, casi que no alcanza para calificarlo como un sobreviviente. Y esta sí que fue una compañía que supo inflar el pecho con un señor familiar como el Legacy.
El resto, ya son materia de estudio para la arqueología de la industria automotriz. En la última tanda estuvieron Fiat Palio Weekend (buenos momentos previos con Duna y Regatta), Volkswagen Golf/Vento Variant, Gol Country y Suran, y MINI Clubman. Los románticos de esta categoría seguramente añorarán épocas anteriores en las que Renault tuvo al Laguna, Volkswagen al Quantum (en tiempos de Autolatina junto a Ford) y al Passat; Peugeot a 206, 207, 306, 307, 406, 407 SW (no lanzados en este orden), y Toyota al Corolla Fielder, como rurales derivadas de sus modelos 4 y 5 puertas.
Dentro del segmento B, Chevrolet tuvo presencia con el Corsa Wagon entre 1997 y 2012. En los 70/80/90′, la casa del rombo captó buena parte del segmento con el 12 Break y luego con el 18. ¿Cómo olvidar los Peugeot 504 o 505? O la rural del Ford Sierra, que parecía galáctica para su época, al igual que el homónimo en formato 4 puertas o coupé. El Falcon rural fue otro de los vehículos elegidos por las familias hacendadas. Entre las marcas premium, las alemanas Audi, BMW y Mercedes-Benz tuvieron exponentes de este tipo en el mercado doméstico con A4 Allroad, Serie 5 Touring y Clase E respectivamente, al igual que Volvo con el 245 y el V70, como ejemplos.
Tradición industrial argentina
Nuestro país fue terreno fértil para producir este tipo de siluetas. El VW Suran -derivado del Fox- fue el último ejemplar en tomar forma en una planta local. Fue en General Pacheco entre 2006 y 2018. Pasaron casi 60 años de actividad fabril dentro de este segmento de cuyas filas se destacaron: Chevrolet Corsa SW (1998-2011); Citroën Ami8 (1970-1979); Fiat 1500 (del 64 al 72), 125 (entre el 72 y el 81) 128 (del 73 al 87), y Regatta Weekend (86-95); Ford Falcon Rural (1967-1991), Sierra (1985-1992) y Escort Rural (2000-2002); Peugeot 404 (1963), 504 (1980-1983) y 505 Grand Tour (1986-1995); Renault 12 Break (entre el 73 y el 94), 18 Break (81-93) y 21 Nevada (90-96); y Volkswagen/Dodge 1500 rural (del 78 al 87). En los albores de la industria nacional, Auto Unión fabricó el 1000S Universal durante la década del 60; Rambler el Cross Country desde 1962 a 1972, y Siam el Di Tella 1500 Traveller, de 1963 a 1967.
Qué rurales se venden hoy en Europa
Quien viaje al continente europeo podrá atestiguar la aún destacada presencia de estas siluetas dentro del parque automotor. Por estos días, con mayor o menor éxito en el ranking de ventas, son muchas las automotrices que mantienen una o más de una propuesta. Entre los destacados figuran: Audi A4 y A6 Avant/Allroad; BMW Serie 3 y Serie 5 Touring; Citroën C5 X; Ford Focus Sportbreak; Fiat Tipo SW; MINI Clubman; Peugeot 308 y 508 SW; Renault Megane Sport Tourer; Volkswagen Golf Variant y Arteon Shooting Brake; Volvo V60 y V90 Cross Country; Skoda Octavia Combi y Scout, Superb Scout y Kamiq Scout; y Seat Leon Sportstourer. En el caso de Mercedes-Benz –gran animador de la categoría- todo indica que dejaría de producirlos en 2030, por lo que se despediría con CLA Shooting Brake, Clase C y E Estate.
Hace unos 10 o 15 años este listado ocupaba prácticamente el doble de espacio, pero fue adelgazando con la diversificación de los segmentos. En el plano mundial, se puede concluir con que hoy casi dos de cada tres familiares son vendidas en Europa, el mercado donde tienen más market share en relación a los sedanes. En 2022 estuvo por encima del 7% del volumen de ventas del continente. Mientras que en Estados Unidos y Canadá su presencia se achica año a año.
Los pioneros
Nos podemos remontar hasta mediados de los años 30′ para encontrar exponentes familiares nacidos de manera independiente y no basados en otro modelo, como el Ford Deluxe Station Wagon, marca que también volvería a pisar fuerte con el Squire Station Wagon de fines de los 60. Rambler tuvo al American presentado en EE.UU.; Chevrolet al 400 Nova Station Wagon y Dodge al Lancer Staton Wagon. Mientras tanto, en Europa, Peugeot incursionaba con el familiar del 203 en 1949 y más tarde con el 403 Familiale de 1956. Mercedes-Benz comenzó con su trayectoria al lanzar el W123 T en 1977.
De atractivo comercial a rara avis
Si bien no llegaron a reportar el grueso de ventas de otros segmentos, por estas latitudes gozaron de buena salud comercial gracias a ser los elegidos por una considerable porción del público que los apreciaba como rodados versátiles. El paso del tiempo, los cambios de hábitos y la llegada de otras propuestas que se impusieron en la moda, fueron decretando su final. Lo cierto es que la rural desaparece lentamente de la faz de la industria para descansar en los anales de las compañías, en los garajes de coleccionistas que las atesoran a modo de pieza clásica, y en las remembranzas de quienes las disfrutaron, los que rescatan vivencias familiares, o incluso de quienes no alcanzaron a comprarlas, pero las añoraron enormemente. Luego, lo de siempre: ante la falta de oferta, este tipo de cliente se vuelca por lo que hay disponible y en lo que más se asemeja. Ahí es donde los SUV ganan.
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