El Departamento de Comercio de Estados Unidos presentó una normativa para prohibir la venta de autos que incorporen tecnología china o rusa, alegando riesgos para la seguridad nacional; qué hay detrás de la propuesta y la respuesta de China
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El Departamento de Comercio de Estados Unidos presentó este lunes 23 un proyecto de ley para prohibir la venta de vehículos conectados que incorporen tecnología china o rusa, alegando riesgos para la seguridad nacional.
La propuesta, comunicada por Reuters y AFP, es el resultado de una investigación abierta en febrero sobre los riesgos de seguridad que plantea la tecnología china en los autos, y es parte del endurecimiento del presidente Joe Biden respecto a la segunda economía más grande del mundo.
La noticia se enmarca, por un lado, en un contexto en el que la electrónica está cada vez más integrada en los autos modernos, que pueden conectarse cada vez más a dispositivos personales pero también a otros vehículos y a infraestructura como semáforos y sus fabricantes; y, por otro, en un mercado automotor global cada vez más protagonizado por China.
El gobierno de Biden plantea que, a través de los vehículos conectados, las empresas chinas pueden recopilar datos sobre conductores e infraestructuras estadounidenses e incluso manipular los autos en tiempo real.
“El acceso malintencionado a estos sistemas podría permitir a los adversarios acceder y recopilar nuestros datos más sensibles y manipular de forma remota los vehículos que circulen en las calles del país”, comunicó la Oficina de Industria y Seguridad del departamento al anunciar las nuevas medidas, refiriendo a la posibilidad de que tanto empresas chinas como hackers tomen el control de los vehículos mientras están en movimiento.
Qué implica la nueva medida y la respuesta de China
La medida supone una escalada significativa en las restricciones impuestas por Estados Unidos a los vehículos, programas informáticos y componentes chinos.
Si bien el gobierno todavía no especificó qué fabricantes o modelos se verán afectados por la nueva normativa -que estará abierta a comentarios públicos durante 30 días-, se espera que sean los principales fabricantes que utilicen software y hardware chinos en sus vehículos, incluida Rusia.
En este sentido, según informó Reuters, estos se verían obligados a retirarlos completamente durante los próximos años.
Las nuevas prohibiciones, además, van a impedir que los fabricantes de autos chinos prueben autos con tecnología de conducción autónoma en las calles de Estados Unidos.
”Cuando adversarios extranjeros construyen software para fabricar un vehículo, eso significa que puede ser utilizado para la vigilancia y puede ser controlado a distancia, lo cual amenaza la privacidad y la seguridad de los estadounidenses en las calles”, dijo la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, en una sesión informativa luego de que la Casa Blanca ordenara una investigación sobre los posibles peligros de los usos de esta tecnología en febrero.
”En una situación extrema, un adversario extranjero podría apagar o tomar el control de todos sus vehículos que operan en Estados Unidos al mismo tiempo causando choques, bloqueando calles”, agregó.
Al ser consultado por la propuesta prohibitoria de Estados Unidos, China sugirió que dichas medidas son discriminatorias. ”China se opone a que Estados Unidos amplíe el concepto de seguridad nacional y a que tome medidas discriminatorias contra empresas y productos chinos”, declaró Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.
La agencia AFP contactó a la American Automotive Policy Council (AAPC), asociación que representa a los tres gigantes de la industria (General Motors, Ford y Stellantis), pero no recibió comentarios.
¿Es solo una cuestión de seguridad?
Al margen de que la nueva medida sea categorizada por el gobierno estadounidense como una cuestión vital de seguridad, lo cierto es que la tensión entre Estados Unidos y el gigante asiático en el rubro automotor se incrementó exponencialmente durante los últimos años.
Previo a la propuesta de prohibir el software chino en los autos, el gobierno estadounidense impuso fuertes alzas arancelarias a las importaciones chinas y Biden había firmado una acción ejecutiva, incluido un arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos y nuevos aumentos a las baterías de vehículos eléctricos y minerales clave, para proteger a los fabricantes estadounidenses de una competencia, en muchos sentidos, voraz.
Sin embargo, a pesar de las desventajas de costos que esta limitación había supuesto para los fabricantes chinos, la cuenta daba que algunos modelos de esta procedencia, como por ejemplo el BYD Seagull, aún podrían costar menos que sus rivales estadounidenses, con aranceles y todo.
A raíz de esto, en su momento, el senador Sherrod Brown de Ohio y otros demócratas habían pedido a Biden que prohíba por completo las importaciones de vehículos eléctricos chinos.
Desde el gobierno estadounidense, Raimondo dijo que el departamento está actuando “antes de que los proveedores, los fabricantes de autos y los componentes de autos vinculados a China o Rusia se conviertan en algo habitual y generalizado” en el sector automovilístico nacional: “No vamos a esperar a que nuestras calles se llenen de autos y el riesgo sea extremadamente significativo para actuar”.
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