Los embotellamientos son moneda corriente en las ciudades; qué hacer y qué no en estas situaciones y cómo transitar de mejor manera la situación para avanzar en el tráfico
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El tráfico vehicular es una realidad en todas las ciudades del mundo. Para algunas más que otras. Una realidad que fluctúa dependiendo de factores como el mes del año o las condiciones climáticas, y que puede empeorar y generar embotellamientos por accidentes viales, construcciones que generen una obstrucción, manifestaciones, eventos deportivos o culturales o el flujo natural de la rutina occidental.
El embotellamiento es uno de los escenarios más típicos -y exasperantes- de la vida urbana. A veces se sabe la causa que lo origina y otras no. Pero, más allá de ser motivo de unas cuantas broncas y frustraciones, todo conductor -tarde o temprano- termina aceptando que no hay nada que pueda hacerse para combatirlo una vez adentro. Lo que sí puede hacerse, sin embargo, es minimizar sus efectos. ¿Cómo? Evitando o modificando algunas malas costumbres.
Consejos para sobrevivir a un embotellamiento
Mantener la paz mental
Como cualquier consejo de autoayuda, es más fácil decirlo que hacerlo. Así y todo, vale la pena decir que, a la hora de transitar un embotellamiento, la calma es fundamental. En primer lugar para la psiquis del conductor y los pasajeros que puedan estar en el vehículo. En segundo para preservar el orden del tráfico, por más trabado que esté.
Algunos patrones comunes en todo embotellamiento son la réplica de bocinazos, los insultos desquiciados y los conductores que tratan de pasarse de carril con la falsa expectativa de que haciéndolo la cosa va a cambiar. Lo cierto es que, en líneas generales, el hombre prefiere sentir que está haciendo algo al respecto en lugar de esperar.
Sin embargo, esto supone un gran desgaste físico y mental, y no mejora el estado de la situación. Todo lo contrario, aumenta el malestar y genera contaminación auditiva para las personas dentro de los vehículos, pero también para todo aquel que esté en la zona (uno de los principales motivos por los que no es placentero vivir sobre o cerca de una avenida muy transitada).
Quedarse en un carril
Aunque puede resultar más dinámico y productivo, lo único que genera el movimiento constante y errático es inestabilidad y lentitud. Por eso, cambiar constantemente de carril, como quien cambia constantemente de fila en el supermercado, termina siendo contraproducente. Es recomendable elegir un carril y confiar en que eventualmente va avanzar, en lugar de maquinar con que el otro va a ser el primero en acelerar.
Si se escala un poco en el nivel de utopía vial, otra recomendación para minimizar los daños de un embotellamiento es dejar libre el carril central. ¿Por qué? Porque si el motivo del embotellamiento es un accidente, o si hay un accidente fruto del embotellamiento, es crucial que las ambulancias, bomberos o policías puedan llegar rápido y a tiempo a asistir a las víctimas.
Aunque esta costumbre está naturalizada en muchos países de Europa, en la Argentina todavía resulta extraña y, al ver un espacio libre prima la tentación de avanzar frente a la empatía.
No bajar el nivel de atención
A la ira y frustración que puede generar un embotellamiento se suma el factor sorpresa: uno no puede prever cómo va a reaccionar todo el mundo, y menos cuando no conoce a la persona que tiene adelante o a los costados. Así, tratar de pasar a un auto o tocar la bocina compulsivamente no solo son hábitos poco eficientes y muy molestos, sino que también pueden ser promotores de accidentes viales.
En las calles, las maniobras inesperadas o imprudentes de un conductor son un riesgo real y, aunque uno no puede controlar lo que hace el otro, sí puede controlar cómo reaccionar frente a él. En este sentido, incluso cuando no parece haber movimiento entre los autos, es importante mantener los ojos en el volante y el radar de alerta encendido para poder actuar apropiadamente y evitar accidentes. Esto implica controlar el uso del celular y cualquier otra distracción que pueda presentarse adentro de cada cabina.
En un contexto de inseguridad vial como el de Argentina, esta recomendación cobra otro matiz ya que los embotellamientos son a menudo escenarios de robo fácil, porque los conductores están -literalmente- bloqueados. Por eso, también es clave chequear que las puertas estén cerradas con el sistema de cierre centralizado, y que no haya objetos de valor demasiado expuestos.
Preservar la distancia
De la mano de la atención necesaria que tiene que ponerse en el volante está el consejo de mantener una distancia sana con el vehículo que uno tiene adelante. Diez metros es una distancia prudente que sirve como margen para actuar ante a una frenada inesperada, y también para tener la opción de acelerar progresivamente una vez que empieza a movilizarse la congestión.
No bloquear las intersecciones
Junto con la importancia de mantener la distancia entre vehículos está la de mantener libres las intersecciones. Ante la impaciencia de querer avanzar, aunque sea unos pocos metros, es preferible quedarse quieto y esperar a que haya espacio suficiente adelante para dejar la vía libre a los autos que quieren cruzar.
Controlar la mecánica del auto: motor y embrague
En cuanto a los riesgos que afloran dentro de la mecánica de cada auto, hay dos puntos a tener en cuenta. El primero aplica a todos los autos: el recalentamiento del motor. Esto puede suceder solo si el sistema de refrigeración no está en buen estado ya que normalmente el ventilador se activa una vez que el motor alcanza los 90 grados de temperatura. Si el ventilador está defectuoso o el radiador no cuenta con suficiente líquido refrigerante, entonces la temperatura escala con el riesgo de generar un incendio. Indicadores de una falla van a ser el olor a quemado y el humo. Frente a esto es preferible parar ni bien sea posible y pedir asistencia por teléfono.
Por último, y esto solo aplica para los autos con caja manual -que en el país todavía son mayoría- es común, en un contexto en el que el tránsito es lento, mantener la primera marcha y avanzar y frenar usando el pedal del embrague de manera constante, con el objetivo de evitar que se pare el motor. Esta costumbre, sin embargo, puede contribuir al desgaste del embrague y generar otro tipo de fallas en la mecánica del auto. ¿Cómo preservar el mecanismo del embrague? Mientras que el embotellamiento mantenga un ritmo de avance de alrededor de 10 kilómetros por hora, limitar el uso del embrague a cuando el auto avanza y no de manera constante.
LA NACIONTemas
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