Los cinco aspectos que tendría que contemplar el diseño desde cero de un vehículo a batería pensado para la realidad local; ¿debería ser un auto o puede adoptar otra forma?
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No, no está en mis planes emular a Elon Musk y crear una nueva automotriz, pero sabiendo que las similitudes entre el mercado argentino y nuestros vecinos continentales son mucho más grandes que las que existen con Estados Unidos, Europa, e incluso Asia o África, me propuse usar este espacio de reflexión para hacernos algunas de las preguntas que debería hacerse quien quisiera crear vehículos sostenibles pensados desde y para nuestra región.
Y a esta altura de las circunstancias este es casi un ejercicio contrafáctico, por cuanto ninguna de las automotrices convencionales ha anunciados proyectos pensados desde o para Latinoamérica, e incluso alguna de ellas ha anunciado la creación de centros de desarrollo… de vehículos a combustión como relevo de aquellos que se están dando de baja en países desarrollados.
1- ¿Es un auto?
He buscado evitar la palabra automóvil como concepto o sinónimo desde el principio de la nota y hasta aquí, porque existe una realidad que no podemos guardar bajo la alfombra: en muchos países de la región, las ventas de motocicletas se acercan crecientemente a las de autos, y en algunos casos los superan, por ejemplo, el nuestro. Las razones no son solo económicas, la conveniencia en entornos urbanos o suburbanos, el menor consumo e incluso las modas pueden estar detrás de este fenómeno. Sin embargo, la movilidad eléctrica en dos ruedas se limita en la mayoría de los casos a productos chinos de baja o mediana calidad, con honrosas excepciones.
Tampoco es muy diferente la situación en motos a combustible, donde nuestro país se destaca tristemente en tener los peores estándares de seguridad a nivel global en vigencia. Teniendo en cuenta estas cuestiones y la integridad física de los nuestros, tomémonos por ahora la licencia de pensar en automóviles.
2- ¿Qué forma tendría?
Aquí la respuesta fácil sería seguir las modas: una SUV, o más recientemente un crossover podría ser la respuesta fácil que atienda a los rankings de patentamientos, el esfuerzo publicitario de los incumbentes o los focus groups del segmento ABC1. Sin embargo, el núcleo masivo de la movilidad regional, que eventualmente podría traccionar ampliamente un producto diseñado para nuestra idiosincrasia, quizá tenga que ir por el lado de productos que sean lo más polivalentes que podamos lograr. Y allí podemos recurrir a uno de los formatos cuyos representantes más antiguos aún se siguen fabricando, por su demanda constante y éxitos en esta misión: Los monovolúmenes utilitarios (furgonetas o de pasajeros según el caso) con su capacidad de carga lateral o trasera, mucho espacio para ser laborales en la semana y familiares en los momentos de ocio y sobre todo capacidad para recibir baterías sin grandes intervenciones en las plataformas existentes.
3- ¿Cuánta autonomía tiene?
Aquí quizá la pregunta no es cuántos kilómetros, si no qué paradigma de recarga es el aplicable, y si bien todos pensamos en que un vehículo eléctrico debería “llegar a Mardel” sin escalas para considerárselo una propuesta seria (y las tecnologías actuales de batería no nos dejan muy lejos de esa posibilidad), debemos pensar que la mayoría de los requerimientos para un vehículo familiar están por debajo de los 100 kilómetros promedio diarios, y para un vehículo comercial en torno a los 300 kilómetros, por lo que esa vara de autonomía resulta más que suficiente para cubrir la mayor parte de las necesidades de los usuarios regionales, con un modelo de recarga hogareña, y en algunos casos la posibilidad de recurrir a esporádicas recargas rápidas con una red que en la mayoría de los países aún no existe.
4- ¿Cuán sofisticado es?
Si un par de preguntas más arriba imaginamos apostar a los utilitarios monovolumen, y venimos hablando de combinar actividades familiares y laborales, seguramente no estamos hablando de vehículos insignia que apuntalen el aspiracional de los clientes de la marca, pero no nos confundamos: Un automóvil es siempre una inversión significativa que representa una ambición primero, y luego un logro para cada dueño. Y nadie quiere subirse a un auto con un cartel que diga “barato”, “económico” o incluso “popular”. Un automóvil eléctrico es un evento tecnológico y de por sí implica un paquete de nuevas funcionalidades, pero no deberíamos dejar de lado el confort, el equipamiento e incluso la estética en un vehículo de enfoque regional.
5- ¿Es posible?
Última y más difícil de las preguntas. Por ahora los intentos regionales han apostado a subcategorías con limitaciones y concesiones, sin una manufactura seriada o versiones ensambladas de productos chinos para buscar un espacio, e incluso es más probable que un vehículo de ese origen termine acercando la masividad de la electrificación antes que un producto de concepción netamente regional. Ya lo hemos mencionado, pero también la segregación en los planes globales de los incumbentes esté escondiendo una oportunidad para los que se decidan a jugar fuerte por una idea desde y para nosotros.
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