La tecnología para los vehículos que se conducen solos ya existe hace varios años, pero su adopción depende de factores aun no resueltos. Las razones que hay que conocer
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Un poco cansados de la promesa de los autos autónomos, y viendo que la inteligencia artificial y la robótica avanzan a pasos agigantados, nos preguntamos cuándo los humanos vamos a dejar atrás esa vieja tarea del manejo, para pasar a ser conducidos por un robot. Ya hace más de una década que empresas como Google o Tesla comenzaron a experimentar con distintas tecnologías asociadas a la conducción autónoma, y parece que estamos lejos de que sea algo masivo.
La autonomía de los vehículos se clasifica en cinco niveles que definen hasta qué punto nos podemos olvidar del volante. Tesla se encuentra en el nivel 3, donde el conductor, en ciertas condiciones, puede dejar de prestar atención al manejo. Su CEO, Elon Musk, anunció que su objetivo en el 2022 es alcanzar el nivel 4, para el que se prevé que el conductor pueda transferir la totalidad de control a la computadora, y que pueda recuperar el control cuando lo desee. El siguiente y último nivel es el máximo, que no considera a un conductor humano en su fabricación, tecnología que está disponible pero no a la venta aún.
Más allá de la factibilidad técnica, hay factores ocultos se refieren a algunos puntos más blandos que hay que considerar ¿Cuánto tiempo tardaremos en adaptarnos a que nos conduzca un robot? La sensación de pérdida de control de la situación no es natural y pasará un tiempo hasta que nos sintamos cómodos. Como toda tecnología, los autos autónomos se enfrentarán con una curva de adopción – probablemente exponencial – donde habrá innovadores que compren las primeras versiones, luego vendrán los early-adopters, y más allá la masa de usuarios.
Siguiendo con el ejercicio de futuros, otro punto a considerar es considerar qué pasa cuando la tecnología se enfrenta a su puesta en marcha en escenarios reales. Acá la discusión más fuerte es la convivencia: ¿Cómo hacemos para que sobre las mismas calles haya autos autónomos, con su perfecto conducir, y autos manejados por humanos, con sus terrenales imperfecciones? Esto es un desafío para la tecnología, pero también para establecer reglas de juego claras para quienes estén pensando en comprarse uno de estos robots.
Otro aspecto es legislativo: ¿Quién paga el seguro? ¿Qué pasa si chocan? ¿Pueden estos autos entrar a cualquier mercado? La respuesta más frecuente en la actualidad es “depende”. En algunos estados de Estados Unidos ya hace años que están permitidos los autos autónomos pero obligan a mantener el puesto del conductor como salvaguarda (diríamos que está permitido el nivel 4 de autonomía), en otros países la legislación debe ajustarse. Respecto a los seguros, ya hay compañía como Toyota que anunciaron que ellos mismos asegurarán a sus vehículos ante un accidente, tratando de acelerar la inserción de mercado y dejando de lado discusiones absurdas.
Por último, hay que tener en cuenta que ninguna tecnología por sí sola es suficiente. Hay que seguir de cerca la evolución de la infraestructura, ciudades inteligentes, internet de las cosas, sistemas de carga, y otras para poder darle contexto al futuro de los autos sin conductor.
Entre todos los interrogantes, la única respuesta clara es la factibilidad tecnológica: con la tecnología actual no hay ningún impedimento para que la máquina pueda tomar el control de un auto al 100%. El tiempo estará definido por la cultura de adopción, la capacidad de legislación, y la infraestructura que las ciudades provean para que esto suceda.
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