Javier Pastorino, Managing Director de Siemens Energy, que opera un proyecto piloto para producir combustible sintético en Chile, habla sobre el potencial exportador de la Argentina y lo que viene
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La movilidad del futuro, la electrificación de los vehículos y los combustibles alternativos no solo ocupan por estas horas a las automotrices. Siemens Energy –división independiente del gigante alemán que concentra el negocio de turbinas y tecnología para la generación energética- es uno de los proveedores de infraestructura que quiere pisar fuerte en los próximos años. Javier Pastorino, Managing Director de la compañía para Sudamérica (que comprende la Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay) habla sobre la apuesta del hidrógeno verde, el desafío de la descarbonización y el escenario energético que imagina para la región.
“A nivel global se está dando un enorme proceso de cambio de la matriz energética hacia la descarbonización que va a tener un primer paso que nosotros llamamos de eficiencia energética para bajar la huella de carbono. Ahí entra el gas natural como combustible de transición y el desafío es aumentar la eficiencia de los ciclos combinados (de generación energética). Luego viene una segunda etapa que llamamos de hibridación, donde crece la penetración de las energías renovables y en la tercera etapa, ya avanzado el tiempo, llega lo que llamamos la descarbonización profunda, donde se da una implementación masiva de nuevas tecnologías, como puede ser el hidrógeno verde”, describe Pastorino, ingeniero industrial de la UBA con 22 años de trayectoria dentro de Siemens.
- ¿Se puede hablar de un plazo para esa secuencia?
- Se están haciendo las tres cosas a la vez, no quiere decir que sea secuencial. En hidrógeno verde estamos trabajando en los primeros proyectos (en Chile). Es difícil arriesgar una fecha, pero en lo personal creo que se va a ver más rápido de lo que pensamos.
El proyecto de hidrógeno verde en el sur de Chile está en etapa piloto y a fin de año vamos a estar produciendo los primeros litros de gasolina sintética a base de hidrógeno. Creo que va a ser revolucionario, porque los combustibles sintéticos pueden ser una respuesta más que válida a los sectores del transporte que son difíciles de electrificar, como barcos, buses y camiones. En la minería, por ejemplo, los vehículos de gran porte requieren una gran demanda de energía. Los combustibles sintéticos tienen mucho potencial.
- ¿Hay pruebas piloto como la de Chile (el proyecto Haru Oni en la región de Magallanes) en otros lugares del mundo?
- Hay en Estados Unidos, Medio Oriente, Alemania… Pero el atractivo de nuestra región son sus recursos renovables, que están por encima del promedio. En energía renovable se usa lo que se llama el factor de planta, que es la cantidad de horas por año que sopla viento para generar energía eléctrica. En Europa ese factor está entre 20 y 25% y en el Mar del Norte, con muy buen viento, llega al 35%. En nuestra Patagonia tenemos un 70%. Esto quiere decir que cualquier modelo financiero va a generar electricidad con un factor de planta que es más del doble del promedio mundial. Eso genera un costo de electricidad tan bajo que empieza a hacer competitivo al hidrógeno verde. Desde el punto de vista técnico, el hidrógeno más dióxido de carbono permite producir metanol, que es un alcohol. Ese metanol se refina para producir una gasolina sintética renovable, que es la que puede usarse en barcos, aviones, camiones, turbinas.
- El potencial de la Argentina como futuro proveedor, entonces, es muy alto, aun con toda la incertidumbre macroeconómica que genera…
- Chile se puso el objetivo de exportar productos a base de hidrógeno verde en el orden de los US$30.000 millones para 2050. Si Chile puede exportar US$30.000 millones, la Argentina puede exportar varias veces eso, solo por el hecho de tener más superficie y el mismo nivel de recursos renovables. Por eso es que en lo personal veo una potencialidad enorme para nuestro país en estos temas. De la misma manera que tenemos el mejor viento del mundo también tenemos el mejor sol del mundo, con una radiación en el norte comparable con el desierto del Sahara. Una vez que se empiece a aprovechar todo eso hay aplicaciones para generar hidrógeno verde y sus derivados, como una gasolina sintética o el amoníaco. Y si no, generación de electricidad para ser transportada con corriente continua a los grandes centros de consumo.
Hay que ver al hidrógeno como concepto de almacenamiento. En este momento está soplando viento y hay sol que estamos desperdiciando de alguna forma. Si eso puede aprovecharse para generar electricidad y esa electricidad almacenarla en forma de hidrógeno verde, luego se puede usar.
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