Hay que descargar y tener siempre actualizada la app MiArgentina para moverse sin los documentos físicos; paso a paso para recuperar lo perdido, en primera persona
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Perdí la billetera. Y sí, es tan engorroso como suena. Se cayó vaya uno a saber dónde en medio de la ciudad de la furia. Llamé al chofer que me trasladó, al amigo que me alcanzó hasta casa y al bar en el que cené. “No me importa la plata, solo quiero recuperar los documentos”, le repetí a cada persona que me atendió el teléfono. Era mentira. Sí me importaba la plata pero prefería prescindir de esos $6000 que tenía conmigo antes que someterme a largas jornadas de burocracia estatal. En fin, no tuve suerte: nadie la había visto.
Ahí empezó la verdadera odisea. Más allá del valor sentimental de mi querida billetera -estaba en mi bolsillo desde que iba al colegio- tenía que denunciar y tramitar: la tarjeta de débito y crédito, DNI, licencia de conducir, cédula verde y muchos, muchos otros plásticos indispensables. Era de noche así que no tenía sentido comunicarme con ningún banco; además, no respondían y el Home Banking estaba caído. Esperé (im)pacientemente al día siguiente y ni bien abrí los ojos empecé a sacar turnos mientras denunciaba mis tarjetas perdidas.
El tema bancario se soluciona en dos llamados, proporcionar algunos datos y esperar a que el correo envíe al domicilio los nuevos plásticos. Eso sí, hasta que eso no ocurra tu cuenta está bloqueada así que por una semana estuve sin poder pagar ni siquiera un agua. Ahora bien, el problema llegó después. En la era digital, uno espera que este tipo de cosas se solucionen en tres o cuatro clicks. Bueno, no. Para la cédula del auto, el trámite es “semipresencial” ¿Qué quiere decir esto? Que empezás con el trámite en tu casa pero después tenés que ir a la oficina del registro.
Cada auto se radica en un lugar distinto pero para sumarle dificultades a esta aventura, el que me corresponde es el Registro Automotor N°56 que queda en la ubicación más conveniente para ir un día de semana antes de trabajar: Libertad y Av. Corrientes. Hay que pagar, claro que sí; esa es la parte semipresencial: abonás en tu casa, retirás en la oficina. Hoy por hoy, la reimpresión de la cédula cuesta $2966 y para inciar el trámite alcanza con ingresar a la web oficial y seguir el paso a paso. Punto a favor: es intuitivo y se resuelve en dos segundos; además, las personas que te atienden son simpáticas y te despachan rápido para seguir con los demás. El problema es que hay que ir varias veces: una para presentar el título de propiedad y otra para retirar el plástico. Dos mañanas a Libertad y Corrientes y una de ellas, con manifestaciones en la 9 de julio.
Solucionada una parte del problema, había que seguir con los demás trámites. El DNI es fácil: turno desde la web, presentarse en el RENAPER y esperar hasta 15 días a que llegue. Consejo para el futuro: habiliten el DNI digital en MiArgentina. Para poder hacer todos estos trámites, se necesita acreditar la identidad y si el nuevo plástico no llega, no hay forma. Sin DNI no aceptan firmas y si no aceptan firmas, no se procede con ningún trámite.
La licencia de conducir es “otro cantar” por dos motivos: hay que fijarse si corresponde reimpresión o renovación. Acá tuve suerte: tenía que reimprimirla; así que me ahorré moverme a cualquier lado. Lo que no me ahorré fueron algunos pesos: para reimprimir, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires te cobra $1200 por el Certificado Nacional de Antecedentes de Tránsito (CENAT) y otros $1167 por la reimpresión. Lado bueno, todo es digital; lado malo, a armarse de paciencia.
Hay que crear una cuenta en MiBA, pagar ambas boletas -que se tramitan en páginas diferentes- y completar con los datos. Todos los links están a mano en la web oficial y es cuestión de seguir las instrucciones que figuran en pantalla hasta terminar con todo el tramiterío. Y ahora sí, todo está en camino.
La peor parte de perder la billetera es la bronca. “¿Cómo no me di cuenta?”, “¿Por qué no me fijé bien?”, ¿Dónde habrá caído?”. Ninguna de esas preguntas tiene sentido. No está, se fue, adiós. Si hay suerte, se encuentra perdida en un rincón; pero no suele pasar. Bah, por lo menos a mí no me pasó.
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