El actor y humorista admira los autos clásicos, en especial los ingleses, y también las motos; pero sus vehículos de todos los días son prácticos y funcionales
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José María “Pachu” Peña, el humorista y actor rosarino que desde hace más de tres décadas conquista las sonrisas del público tanto en el teatro, como en el cine y la televisión con la amplia variedad de reconocidos personajes, recuerda cómo fueron sus inicios en la conducción y cuál es su pasión de por vida.
“En 1982, empecé a manejar en Rosario con mi padre; él tenía un Ford Taunus con techo vinílico, creo que era XL, el más completo, un auto divino; me encantaba, era robusto y muy pesado. Ese fue mi primer contacto con los autos. Hoy se maneja otra tecnología, los autos son más livianos; antes no eran tanto motor plástico”, señala Peña.
Luego, su padre optó por modelos de Renault. “Usó toda la línea y cuando me tocó a mí, el primer auto que me compré con mi esfuerzo fue un Honda Fit automático; desde ahí me acostumbré a manejar ese tipo de cajas, más para la ciudad de Buenos Aires, una vez que me subí al automático, me cambió la vida”, afirma el humorista.
Después se casó y tuvo cuatro hijos; en consecuencia, “movilizarlos requería un auto grande de tres filas y en la actualidad estoy arriba de una Dodge Journey 2015. Tiene un andar maravilloso, me muevo mucho, voy de provincia a capital todos los días y me siento seguro, igual a veces, agarro el Fit, que aún conservo y se lo pase a mi hijo”.
En el paso de su experiencia como alumno de su padre a su rol como maestro de manejo de su hijo, señala que “lo primero que hice fue enseñarle algo básico que aprendí de mi padre y se lo he transmitido: estar siempre pendiente de los tres espejos, los laterales y el central, porque te va a sorprender alguien que quiere pasar por la derecha o viene una bici de atrás y estar pendiente de los espejos permite una visión atenta. Claro, de mi parte la enseñanza de nada de celular ni de alcohol al volante porque matan. Es muy peligroso, así de simple”.
Como artista nacional, afirma que el auto es una herramienta única.”Lo necesito porque trabajo mucho en distintos eventos; nos movilizamos en este siempre, voy a capital todos los días y, aunque puedo y me gusta tomar colectivos, trenes o subtes, con el auto sé que termino el show, me subo y ya estoy en tu casa. También, voy en este a buscar a mi mujer y a mi hijo. Es una herramienta muy útil y si tengo que dejarlo por un service o hacer algo de chapa, lo extraño mucho y alquilo uno porque lo necesito”.
Al volante de su vehículo ha llegado a lugares increíbles y recuerda sus viajes al Uruguay y por todo el interior del país en sus giras. “Una vez yendo hacia Mendoza, cerca de la capital nevaba y me asusté un poco porque en la nieve podés llegar a patinar si no estás preparado. O si diluvia fuerte o hay neblina que quitan la visibilidad. Hay otros que ponen las balizas y eso puede ocasionar un accidente. Por esas cosas, prefiero detenerme en una estación de servicio, quedarme ahí tranquilo hasta que las condiciones sean adecuadas para manejar”.
“Pachu” siempre lleva en su auto una barrita de cereal, botellas vacías de agua porque toma mucha, un desodorante de ambiente pequeño y toda la documentación necesaria. Además, ante un problema mecánico afirma que para nada interviene. “No soy muy bueno en eso. Prefiero llamar a las personas que saben, podría ver dónde puede ser la falla si lo marca el tablero e informar al especialista”.
Al elegir un vehículo, pide solo una cosa; “que sea fiel, un auto en el que te subís y sabés que no va a fallar. Claro, hay que cuidarlo, hacerle los service, revisarle los niveles y la presión de los neumáticos periódicamente. Y, que al subirme sea cómodo y me transmita la seguridad que voy a llegar bien a destino. Eso es sentirse protegido; es fundamental”.
Los autos grandes, como los americanos, no le gustan; en cambio, sí la línea europea, compacta, los hatchbacks, ya que son “muy perfil bajo, no me veo en un auto ostentoso”.
Al definir qué modelos lo apasiona, no tiene dudas: “Me gustan mucho los autos clásicos, me atrapan los Triumph porque me enamoré de chico de uno que vi por primera vez en Rosario; era rojo, descapotable, con los rayos cromados… y dije, ‘esto es la belleza más grande’. Me atraen los Jaguar, me tiran mucho los autos ingleses y ni hablar de los Aston Martin, Bentley, Rolls-Royce, también los MINI Cooper, el viejo pequeñito me fascina. Soy un habitué de Autoclásica, no me la pierdo, es una gran muestra, ¡Me encanta! También, amo las motos, he tenido muchas de varios modelos desde clásicas como Harley-Davidson y Triumph, ¡Son una pasión!”.