Tiene en sus alforjas una larga trayectoria en el automovilismo deportivo, pero ahora canaliza su pasión por los fierros reacondicionando vehículos de todas las épocas
Durante tres décadas fue parte del automovilismo deportivo profesional. Sin embargo, cansado de la dinámica que dicho deporte exige entre los viajes y los compromisos a tiempo completo, Oscar Fineschi decidió dar un paso al costado.
Primero le cedió su lugar a Damián, su hijo, para que hiciera sus primeros pasos como piloto. Luego, promediando 2017, el bicampeón de la monomarca Sierra 1986 y 1988 apostó por trasladar la experiencia obtenida en los autos de competición para comenzar un nuevo desafío: Fineschi Clásicos.
"Busqué un trabajo que tenga que ver con lo mismo que venía haciendo, pero en este caso sobre un auto de calle. Y esta tarea de restauración es muy especial también, porque es personalizada a lo que el dueño del vehículo quiere, lo que incluye un análisis pormenorizado", explica el quilmeño de 61 a la nacion.
–¿Cómo nació el proyecto?
–Un poco por casualidad. Yo toda la vida hice autos de carrera, tengo un taller donde armamos, construimos y atendemos íntegramente a un coche de competición. En su momento analizamos diversas alternativas que estuviesen relacionadas con lo mismo que hacíamos y así fue como surgió esto. En pleno análisis, alguien me dijo: "Y por qué no restaurar autos". Un amigo trajo un Jaguar y arrancamos con esto. Detrás de ese empezaron a aparecer otros coches. En la actualidad tenemos por lo menos diez autos en el taller.
–Ese Jaguar que fue el disparador, ¿qué modelo era?
–Era un XK120 modelo 1958. Ese fue el primero que restauramos. Lo desarmamos íntegramente y le hicimos todo: motor, caja, suspensión. También ya terminamos y entregamos dos BMW IZ300 (Isetta).
–¿Los que traen sus autos siguen siendo allegados o ya empezó a saberse lo que hacen?
–Primero fue gente conocida, por supuesto, pero después el "boca en boca" hizo que fuera viniendo gente que llegaron por intermedio de otros que nos conocieron por haber visto nuestro trabajo. La cantidad de autos que hay parados y esta nueva tendencia de que mucha gente está con la restauración de los clásicos o con la posibilidad de tenerlos, nos ayudó a tomar la decisión. Pero, independientemente de eso, teníamos que buscar algo que nos gustase y que estuviese vinculado con lo que hicimos siempre, y con esto estamos relacionados con la mecánica de los autos y eso nos hace sentir más cómodos, más a gusto y sabiendo de que lo que hacemos, lo podemos hacer bien.
–Además fue una manera de darle continuidad al trabajo de todos en el taller…
–Sí, porque otro punto a favor es que lo hacemos con la misma gente que siempre trabajó con el auto de carrera. No hubo que efectuar grandes cambios en la logística ni en el funcionamiento del taller. Hoy trabajan ocho personas, divididas en la parte donde hacemos la mecánica, ya sea motor, caja, diferencial y suspensión, hay un chapista, un pintor y un área para la electricidad del vehículo. La tapicería la mandamos hacer afuera. Tenemos un equipo de trabajo bastante completo.
–Depende mucho cómo llega el vehículo, pero ¿cuánto tiempo lleva la restauración?
–A veces está un poco condicionada a la faltante de algunos repuestos, pero una restauración completa, de paragolpes a paragolpes como decimos, si las cosas transitan normalmente en un año debe quedar lista. Es un trabajo que lleva tiempo. Hay veces que algo que parece simple se transforma en un problema y otras sucede lo contrario, algo que parece extremadamente complicado se resuelve rápidamente. No se puede establecer cuánto puede llevar un determinado trabajo.
–¿Restauran todo tipo de vehículos o tienen alguna especificación?
–De momento, no hemos restringido ningún tipo de trabajo. Hasta ahora los que han venido los hemos ido incorporando. Por supuesto que estamos aprendiendo y hay cosas que se demoran o que hay que consultar. Pero estamos en eso, en un período de aprendizaje, poniendo el máximo esfuerzo. Contamos con la experiencia de haber armado autos de competición siempre y eso nos ayuda bastante.
–¿En este camino de aprendizaje se apoyan en alguien con experiencia en el rubro?
–No. Dependiendo de cuál es la duda investigamos al respecto. La gente está muy bien predispuesta, porque el que hace es porque tiene la pasión, porque le gusta y quiere compartirlo. Así que en ese sentido no hemos tenido ningún inconveniente.
–De los ejemplares que han recibido, ¿hubo alguno que les haya llamado más la atención?
–Ninguno en particular, pero sí cada uno te llama la atención en algo distinto. Por ejemplo, las soluciones que le daban en alguna época y cómo han cambiado tanto la tecnología como el mecanizado y el avance técnico que ha habido en la actualidad. Por supuesto, las diferencias de un auto de hace 40 años a uno de ahora son siderales, pero sin dejar de destacar el gran trabajo que se hacía en ese momento, con piezas que parece mentira que se hayan hecho hace tanto tiempo. Son autos muy lindos, con mucha mano de obra y da gusto reacondicionarlos. Es un placer.
–Este proyecto, además, te da la posibilidad de seguir trabajando con Damián, tu hijo.
–Sí, él quedó a cargo de la parte de competición y yo estoy ocupándome de la restauración. Nos dividimos el trabajo y eso nos ayuda a ambos. En la restauración la responsabilidad es 100% mía, pero a veces lo consulto a Damián para hacer alguna pieza, realizar un pedido al exterior o con alguna investigación. En ese sentido cuento siempre con él.
–¿Cómo fue recibido este proyecto en el mundo del automovilismo deportivo, el lugar que transitaste por mucho tiempo?
–Muy bien, todos me han apoyado y lo ven con buenos ojos. Aparte, también es una forma de relajarse un poco, porque el auto de carrera te exige permanentemente al 100%. Esto es un trabajo más relajado, tenés más tiempo, y ayuda a encararlo porque te da una pausa en todo sentido, contrario a lo que estamos acostumbrados permanentemente con el automovilismo deportivo. Hay una diferencia sideral, el automovilismo no te da descanso, es el día a día permanente; esto te da más tiempo para pensar y disfrutarlo. Tiene un valor agregado, más cuando uno hace tanto tiempo que está en esto.
–Cuando te bajaste del auto no anunciaste el retiro, esto sí marca que tu carrera de piloto terminó.
–Sí, pero ahora seré pilotos de autos clásicos. Me anotaré en algún Rally de la Bodega o algo por el estilo. Las 1000 Millas las corrí y fue una experiencia maravillosa. En el fondo, uno nunca deja de ser piloto".