El diseño urbano y la movilidad deben ser repensados para garantizar la integración de las personas con espectro autista; desde las señales a la tecnología, qué pueden hacer las ciudades al respecto
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, en todo el mundo, 1 de cada 100 niños tiene autismo. En Estados Unidos, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha identificado -a marzo 2023, última actualización de su estudio- a 1 de cada 36 niños de 8 años como autistas, lo que significa el 2,8% de su población. En Argentina, si bien no existen números de prevalencia de autismo, considerando la proporción del estudio del CDC en la población argentina, podríamos estimar tener más 1,2 millones de personas autistas en el país.
Sentirse abrumados por el ruido de una calle concurrida o el bullicio de un bus lleno. No comprender señales de advertencia o indicaciones del tránsito. El estrés o ansiedad de un desvío inesperado de ruta de autobús o cuando hay obras en una estación de subte. Estas situaciones pueden traducirse en obstáculos significativos que deben impulsarnos a repensar el diseño urbano de una forma más accesible e inclusiva para garantizar que las personas dentro del espectro autista no se aíslen de la vida urbana y, por el contrario, puedan disfrutar de ella.
Y si hay algo esencial de la vida urbana es la movilidad; un aspecto de la vida en ciudades que particularmente para las personas con autismo puede presentar desafíos adicionales.
¿Cuáles son los desafíos de la movilidad urbana para las personas autistas?
El autismo (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta aspectos como la comunicación, la interacción social y el comportamiento. Las personas con autismo suelen experimentar dificultades sensoriales, problemas para comprender el lenguaje no verbal y desafíos en la adaptación a cambios en su entorno. Por lo que diferentes situaciones vinculadas a los medios de transporte y la dinámica propia que implica moverse en las ciudades pueden representar situaciones difíciles.
A menudo, ciertos entornos urbanos como estaciones de metro o tren y aeropuertos suelen ser ruidosos, concurridos y visualmente complejos o abrumadores. Los ruidos fuertes, las luces brillantes y los olores intensos pueden causar una sobrecarga sensorial en personas con autismo, provocando ansiedad o incluso crisis sensoriales.
¿Cuántas veces te perdiste en una ciudad por no saber interpretar algún mapa o por la complejidad o falta de claridad de la señalética? Las personas con autismo pueden tener problemas para interpretar señales no verbales o entender mapas y señales de tráfico. Esta falta de claridad en la señalización y la complejidad de las rutas pueden acarrear dificultades en la navegación en la ciudad, incrementando el riesgo de perderse o de sentirse desorientados, e incluso de depender de otras personas para moverse.
¿Dónde queda esta calle? ¿Es esta la parada en la que debo bajarme? El uso del transporte público a menudo implica interacciones sociales, cómo pedir indicaciones, comprar boletos o responder a preguntas de otros pasajeros. Estas situaciones pueden ser fuentes de estrés para muchos autistas, quienes podrían encontrar difícil manejar estas interacciones espontáneas.
Las personas con autismo a menudo prefieren rutinas y la adaptabilidad a los cambios pueden representar un desafío, por lo que pueden sentirse incómodos con cambios inesperados. En la movilidad urbana, los retrasos en el transporte, las largas e impredecibles colas, el desvío imprevisto de rutas por obras en las calles o incidentes, la cancelación de un vuelo y otros imprevistos pueden causarles angustia, desorientación, ansiedad y/o estrés.
¿Cómo un diseño urbano inclusivo puede garantizar una mejor movilidad para personas con autismo? Las ciudades son una oportunidad de territorio de integración fantástica. “Las ciudades son el territorio elegido por las personas para vivir la vida moderna, y esto es en gran parte por el valor que se le otorga a la vida urbana, las oportunidades, la interacción social, los múltiples usos en cortas distancias; la cercanía, en todas sus formas. Las ciudades son el antídoto al aislamiento suburbano, al refugio en cápsulas cerradas y horas arriba de un auto, también aislados. Las ciudades son una enorme oportunidad para las personas neurodivergentes, pero estos atributos, necesarios para la integración, no son suficientes, sobre todo las personas neurodivergentes, que tienen el desafío adicional de una vida adulta independiente y plena. Es por esto que, aquellos que diseñamos e intervenimos ciudades tenemos el enorme desafío de hacerlas más amigables e inclusivas”, dice Álvaro García Resta, urbanista y padre de Manolo, diagnosticado TEA hace 6 años.
A continuación, algunos aspectos a considerar para aproximarnos a un diseño urbano que garantice el disfrute de la vida urbana y de una mejor movilidad para la comunidad dentro del espectro autista:
Diseño inclusivo. Lo primero y fundamental: partir de un diseño centrado en la diversidad de personas que hacen uso de las ciudades y sus sistemas de movilidad. Es importante que el sistema de interacción con las personas sea diseñado de manera tal que incluya a las personas con condiciones neurodivergentes. Esta adaptación debe ser integral, de modo que no recaiga en las personas neurotípicas la responsabilidad de tener que realizar ajustes constantes.
Al concebir las estructuras, servicios y entornos desde un enfoque inclusivo desde el inicio, se podría garantizar atender e integrar a la totalidad de la ciudadanía. Las experiencias, retos y perspectivas de ellos, como de los padres que nos enfrentamos a situaciones difíciles en el entorno urbano, pueden proporcionar información valiosa para planificar una movilidad más accesible y amigable que les posibilite una vida urbana más amigable.
Por ejemplo, contemplar el diseño de espacios urbanos y sistemas de transporte teniendo en cuenta las necesidades sensoriales de las personas con TEA podría tener como resultado la creación de áreas tranquilas en aeropuertos, estaciones de tren y subte, la reducción de ruido o luces intensas en ciertos lugares, la implementación de pictogramas, guías sensoriales, entre otras cosas que también podrían ayudar a otras personas en determinadas situaciones.
- Señalización clara y comprensible: implementar señalización clara y fácilmente comprensible puede ayudar a navegar mejor por la ciudad y los espacios. El uso de pictogramas, colores contrastantes puede hacer que las señales sean más accesibles. El Aeropuerto de Edimburgo, por ejemplo, pone a disposición social stories que ayudan a tener previsibilidad y reducir lo inesperado. Algunas líneas de colectivos, como la línea 85 de la Argentina, vienen incorporando señalización pictográfica para garantizar la accesibilidad comunicacional y cognitiva.
- Capacitación del personal: la formación del personal de transporte público y servicios asociados es esencial: conductores/as, personal de seguridad y cualquier colaborador debe estar capacitado para comprender las necesidades de las personas con autismo y ofrecer apoyo adecuado. Contar en los lugares con juguetes sensoriales, que alivian el estrés o los ayudan a regularse luego de una situación tensa, es una práctica que cuesta poco y es de fácil implementación.
- Tecnología de asistencia: aplicaciones móviles- u otras tecnologías- pueden ser herramientas valiosas para ayudarlos a moverse por la ciudad. Apps que proporcionan indicaciones paso a paso, alertas de cambios en el servicio y rutas personalizadas, o una explicación visual de todo ello pueden reducir la ansiedad y mejorar la independencia.
- Educación, sensibilización y empatía: las personas son las que pueden marcar una diferencia cuando el entorno representa desafíos. Como afirma la OMS “Las actitudes sociales y el nivel de apoyo prestado por las autoridades locales y nacionales son factores importantes que determinan la calidad de vida de las personas con autismo”. Campañas educativas, poner el tema en la agenda pública puede ayudar a la ciudadanía a entender mejor las necesidades de las personas con autismo y a ser más empáticos, comprensivos y colaborativos.
Quizás ese niño que lloró o gritó todo el vuelo y no te dejó dormir o aquel que se comportó inadecuadamente en el metro no lo hizo para molestarte intencionalmente, sino por el estrés que esa situación le causaba. Quizás al ver esto, antes de poner mala cara o juzgar a los padres- que si lo retan, que si son estrictos, etc,- sea mejor ofrecer ayuda o simplemente saber entender la difícil situación que representa para la persona con autismo y sus cuidadores.
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