Milei tiene ley, pero todavía no la confianza
La Ley Bases ayuda en la construcción de un nuevo relato, pero ya el mercado -que prácticamente la descuenta- cree que no será suficiente para barrer con tantos años de gestiones erráticas
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El Gobierno podrá renegar del pasado, pero es muy probable que el pasado lo condicione gran parte del mandato. En el encuentro que Javier Milei tuvo con el canciller alemán, Olaf Scholz, el domingo último, la delegación argentina lo experimentó en forma directa. Pese a que nada en el armado de la visita había sido estándar -el Presidente argentino no sólo rechazó un encuentro a solas con Scholz, algo deseado por cualquier mandatario, sino que pidió dejar de lado el almuerzo de Estado que se le había ofrecido, y además exigió no realizar la conferencia de prensa posterior al encuentro- el Gobierno alemán puso sobre la mesa de trabajo cuestiones que viene intentando dialogar con la Argentina hace años. Por ejemplo, el desarrollo del negocio del hidrógeno verde, un tema con el que nunca había llegado a avanzar con la administración kirchnerista, y además dejó entrever su malestar por la decisión del ministro Luis Caputo de incumplir los contratos con las generadoras de energía, a quienes en mayo había decidido pagar con un bono deudas contraídas en diciembre y enero pasados.
Traductor mediante, el diputado a cargo de la comisión de Relaciones Exteriores, Fernando Iglesias, intentó explicar la posición argentina, pidió paciencia y aseguró que nada de lo que se había hecho en el pasado sería igual a partir de ahora. Al menos esta vez el Canciller no tuvo que emular a su predecesora Angela Merkel, que en 2020 le pidió a Alberto Fernández que le explicara qué era el peronismo.
A pesar de las promesas y los logros recientes -el índice Merval sube 73,5% en el año y los bonos en dólares 90%-, muchos inversores están optando por mirar de afuera la segunda etapa del plan Milei. No sólo la administración libertaria no tiene un track record lo suficientemente extenso para hacerse predecible (y confiable), sino que la Argentina lleva ya demasiados ciclos de crisis como para apostar a un cambio de largo plazo. La estacionalidad cambiaria hace que el periodo que comienza sea cuanto menos desafiante. En promedio, tomando en cuenta lo que sucedió en los últimos 20 años (desde 2003 hasta 2023), siempre el balance entre compras y ventas de dólares del Banco Central arrojó un resultado negativo entre los meses de julio y octubre. Recién se revirtió en noviembre (aunque no así en el promedio de los años en los que hubo cepo cambiario), para luego mejorar y crecer en el mes de diciembre.
El equipo económico lo sabe y descarga su frustración en los economistas críticos y en el periodismo que refleja sus dudas (lo hace en las reuniones privadas con inversores internacionales), pero también es cierto que la vara para ellos será más alta de lo que fue en el pasado. “Hoy sólo los inversores de riesgo están mirando el país -reconoce un argentino que vive en Nueva York, pero tiene muchos intereses en la Argentina-. Este es el momento de entrar baratos, pero también muchos pensaron lo mismo con la administración Macri y se equivocaron”, explica el hombre, probablemente uno de los más fervientes defensores de la gestión mileísta.
La Ley Bases ayuda en la construcción de un nuevo relato, pero ya el mercado -que prácticamente la descuenta- cree que no será suficiente para barrer con tantos años de gestiones erráticas. Los gobernadores, al menos, cuentan con el capítulo fiscal y las reformas de Ganancias y de Bienes Personales para mejorar en algo sus finanzas de cara a 2025. Tras firmar con el gobierno nacional un acuerdo para el traspaso de obras públicas y el financiamiento de algunas pocas puntuales, está previsto que después del 9 de julio -fecha estipulada para el nuevo Pacto de Mayo- se firme otro convenio con la Nación que apunta a la financiación de viviendas. Milei será un novato de la política, pero parece estar haciendo rápido su curva de aprendizaje a la usanza de Néstor Kirchner: los fondos sólo se liberan después de cumplidos los acuerdos.
Atentos a la tensión cambiaria de las últimas semanas, en el Banco Central (BCRA) se aprestan a cumplir con el cronograma sugerido por el Fondo Monetario Internacional: la idea sería ya presentar en los próximos días el marco monetario que tienen previsto seguir (el documento del organismo internacional hablaba de fin de junio), para luego hacia fines de julio avanzar con la presentación de un cronograma de eliminación de los controles cambiarios. El primer informe será público; el segundo, todavía se debate qué hacer. “Si vemos que genera ansiedades, probablemente mejor será no hacerlo público”, explicaron.
La realidad es que las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para el diseño de un nuevo programa recién comienzan. Se espera que en septiembre se realice la novena revisión del programa vigente, negociado durante la gestión de Sergio Massa en Economía, y recién ahí podría ponerse en consideración del directorio una nueva propuesta. Las críticas que esta semana hizo el presidente Milei a Rodrigo Valdés, el chileno a cargo del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, podrían estar reflejando más una estrategia de un tercero en el gabinete, más que del propio Ministerio de Economía.
De todas formas, el FMI también se apresta a ser con la Argentina más exigente de lo que fue en el pasado con otros gobiernos. “A los gobiernos peronistas se les suele exigir menos, y hasta ellos [por el FMI] lo admiten”, confió un economista de diálogo frecuente con los negociadores del FMI. Habrá dinero fresco, pero no sin condicionamientos. Demasiadas veces la Argentina incumplió con su palabra. Una de las sillas más calientes del FMI la tiene Valdés: negociar con la Argentina les terminó costando el puesto a prácticamente todos sus antecesores.
En paralelo, el Gobierno espera poder dar señales al mundo de fuerte apertura. En la reunión de presidentes del Mercosur, el próximo 8 de julio en Paraguay, Javier Milei podrá no dirigirse la palabra con su par brasileño, Lula da Silva, pero los técnicos de la cancillería argentina esperan poder alinear posiciones con Paraguay y Uruguay para lograr una mayor apertura comercial del bloque. “La Argentina debe plantear que el Mercosur sea por adentro lo más fluido posible, con menos barreras. La integración comercial del esquema de Asia es del 70%; del europeo, del 60%; del exNafta (ahora denominado T-MEC), del 50%; mientras que la del Mercosur, que era del 24%, ahora es de sólo el 11%”, explican las fuentes. “Al mismo tiempo, hay que plantear que hay que repensar la parte externa del Mercosur, buscar acuerdos comerciales, con la Unión Europea, que son 500 millones de habitantes; el EFTA, que son otros 15 millones; y hay que pensar en los que siguen”, adelantan.
Tras las elecciones parlamentarias en el bloque europeo, en la Argentina creen que existe una ventana de oportunidad para avanzar con un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea al menos hasta octubre, que es cuando cambian los comisarios (los representantes de cada uno de los 27 estados miembro del bloque). Un Emmanuel Macron debilitado en Francia -principal opositor al acuerdo-, también contribuiría a esta hipótesis. Sólo resta saber qué querrá hacer Brasil, que hasta ahora pareció más alineado a la posición de Francia que a la del gobierno libertario. Habrá qué ver cuánto termina pesando también en la relación diplomática de los socios del Mercosur el enfrentamiento verbal abierto que vienen protagonizando Milei y Lula. Aunque esta semana también pareció prevalecer un Milei pragmático. Cualquiera hubiera esperado una respuesta colérica a la provocación del presidente brasileño. Hay quienes dicen que para evitar declaraciones inconvenientes (pero honestas) es que Milei también habría optado por no hacer una conferencia de prensa tras su encuentro con Scholz.
Entre los empresarios, la sensación de desconfianza también es palpable. Pero muchos no descartan la posibilidad de éxito del modelo libertario. Así, la familia Eskenazi está con la idea fija de crecer en el sistema financiero, de cara a un mercado que exigirá escala o salirse por completo del negocio. Mientras todavía negocia (aunque sin demasiadas chances de éxito por ahora) con los españoles para quedarse con el BBVA, decidió en paralelo tocar las puertas del Banco do Brasil, accionista mayoritario en la Argentina del Banco Patagonia. Eskenazi podría adquirir el 51% del Patagonia, en sociedad con el grupo Safra. Por ahora, incipientes conversaciones. Obviamente, es más fácil explicarle la Argentina a los brasileños que a los alemanes.
Pero también en el rubro industrial, el nuevo Gobierno obliga a una revisión de las estrategias de negocios. Mirgor, la empresa de la cual Nicolás Nicky Caputo tiene poco más del 12%, anunció que a partir de la semana que viene dejará de formar parte de Afarte, la cámara que nuclea a las empresas de electrónica. Ven que el futuro de la compañía podría pasar por el desarrollo de otros negocios, como el de autopartes. Tal vez la caída en desgracia del Señor Tabaco -poderoso lobbista si los hay- haya terminado de acelerar la idea de que la fabricación de electrónica con subsidio impositivo en la isla de Tierra del Fuego en algún momento también se acabe. Por ahora, la administración libertaria no es tan reformadora en este caso. No en todo Milei parece dispuesto a romper con el pasado. Hay derechos adquiridos.