Mientras que las ventas todavía se inclinan a bolsillos más abultados, cada vez son más las personas que eligen estos vehículos para ahorrar dinero
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La primera ola de gente que compraba autos eléctricos solían ser gente acomodada, entusiastas de la tecnología con conciencia medioambiental que vivían en California. Sin embargo, la segunda ola quizás sea como Russel Grooms, un bibliotecario de Virginia.
El año pasado, Grooms compró un Nissan Leaf con batería por apenas US$20.000 gracias a los incentivos del gobierno, como una forma de ahorrar plata en combustible. “No dispongo de ingresos para gastar US$50.000 o US$60.000 en un auto solo para ayudar al medioambiente”, sentenció Grooms, residente de Manassas y empleado de un colegio. “Realmente me sedujeron los números”, cerró. Grooms está casado, tiene una hija de cinco años y calcula que está ahorrando unos US$1200 anuales en combustible. Además, hasta ahora no gastó nada en reparaciones o mantenimiento ya que los vehículos eléctricos no necesitan cambios de aceite, por ejemplo. “Hace que nuestros gastos sean mucho más predecibles”, contó.
Los autos eléctricos están empezando a convertirse en “mainstream” en Estados Unidos después de haber hecho incursiones previas en los mercados de masas de China y Europa. Aquellos impulsados a batería constituyen en la actualidad el segmento de mayor crecimiento del mercado automovilístico, con un aumento de las ventas del 70% en los primeros nueve meses del año respecto al mismo periodo de 2021, según datos de Cox Automotive, empresa de investigación y consultoría. Por otro lado, las ventas de camiones convencionales cayeron un 15%.
“Hace dos años eran los frikis de vehículos eléctricos”, afirmó Scott Case, director ejecutivo de Recurrent, una firma de investigación centrada en el mercado de vehículos eléctricos usados. Los compradores más recientes pertenecen a lo que él llama “la mayoría temprana, cuando el primer segmento considerable de uan población empieza a adoptar la innovación”. Los autos a combustión, por supuesto, siguen representando la mayor parte del mercado de vehículos nuevos; pero la cuota de vehículos eléctricos en las ventas de 0km casi se duplicó en nueve los primeros meses del año, hasta 5,6% desde el 2,9% del mismo período de 2021, según Cox.
Ese crecimiento podría haber sido mayor si los fabricantes de automóviles hubieran podido fabricar más autos eléctricos. Muchos de ellos tienen larga lista de espera porque la producción se vio limitada como consecuencia de la escasez de chips informáticos, baterías y otras piezas. Los compradores de batería, por su parte, están preocupados por el cambio climático, pero los costos más bajos son también un poderoso atractivo. Según más de 3000 personas que respondieron a una encuesta sobre la compra de autos eléctircos en la web de The New York Times, conducir con electricidad suele ser mucho más barato que con combustible. Muchos de los encuestados dijeron que usaban la energía generada por los paneles solares de sus techos para cargar los autos, lo que podría reducir aún más los costos.
A su vez, los dueños de autos eléctricos utilizaron palabras como “amor” e “increíble” para describir a sus vehículos y muchos dijeron que no volverían a comprar un auto con combustión tradicional. Sin embargo, otros tantos señalaron sus intenciones de tener, al menos, un vehículo de motorización tradicional para viajar largas distancias a raíz de las dificultades para encontrar estaciones de carga.
Los vehículos eléctricos, no obstante, se están popularizando en otros lugares distintos a los que despegaron como California, donde en junio se registraron el 39% de todos los autos eléctricos de Estados Unidos, según el Departamento de Energía. Los patentamientos por fuera del estado de California se dispararon un 50% en 2021, frente a un aumento del 32% en el estado. A largo plazo, un uso mucho más amplio de los autos con esta tecnología requerirá modelos más asequibles. El Leaf y el Chevrolet Bolt son algunos de los pocos disponibles con bajo costo y hay varios más en camino, como el utilitario deportivo Chevrolet Equinox; que partirá de los US$30.000 aunque habrá que esperar para que haya suficientes modelos asequibles, incluso usados. Por ahora, Tesla, Ford, Mercedes-Benz y otras empresas se centraron en modelos premium que les resultan más rentables.
Sin embargo, varios compradores están llegando a la conclusión de que los vehículos eléctricos tienen sentido desde el punto de vista económico, aunque cuesten miles de dólares más que sus pares a combustión. La volatilidad de los precios del combustible, que este año alcanzaron máximos históricos, influyeron a personas como Tracy Miersch, residente en Miramichi, New Brunswick. Ella recorre 3000 kilómetros todos los días entregando mercadería para minoristas. “Había sido un poco reacia a toda la nueva tecnología”, comentó Miresch. Y agregó: “Mi propósito era liberarme de la nafta”. Ella calcula que ahorra más de US$600 canadienses por mes, aproximadamente US$400 estadounidenses, con el Tesla Model 3 que compró usado por US$70.000 canadienses en enero de 2021. “Cargar el auto en casa me cuesta US$6″, explicó.
El ahorro de combustible versus la necesidad de más terminales de carga
David Kreindler vive en el norte de Vermont, Estados Unidos, a cinco kilómetros del camino asfaltado más cercano. Alimenta su casa -y su auto- con paneles solares. Él es especialista en seguridad de la información y diseñó y construyó su casa para que funcionara con energía alternativa debido al elevado costo de una conexión a la red eléctrica. Su sistema genera mucho más de lo que necesita su casa y usa el excedente para cargar su Volkswagen ID.4 SUV que compró en junio. “Soy mi propia compañía eléctrica”, bromea.
Pero a pesar del entusiasmo, muchos compradores han tenido problemas. La falta de lugares cómodos para cargar los autos eléctricos en viajes largos es la principal frustración. Los cargadores son escasos y están muy dispersos fuera de las zonas urbanas costeras. En Dakota del Norte, por ejemplo, solo hay 19 cargadores rápidos según Alliance for Automotive Innovation, un grupo de la industria del automóvil. Los cargadores rápidos pueden llenar la batería de un auto en una hora y diez minutos según el dispositivo y vehículo, mientras que los domésticos suelen demorar una noche entera.
Ruth Milligan, residente en Columbus, Ohio, intentó llevar a su hija, Maggie Daiber, a la Universidad Estatal de Michigan en agosto. Ruth calculó dónde necesitaría cargar su ID.4 durante el viaje de cuatro horas. “Hice mis deberes sobre la red de carga... o eso creía”, contó. No había tenido en cuenta que la batería se descargaría más rápido cuando el auto estuviera cargado con las pertenencias de su hija y marido, Dave Daiber, que mide 1,80mts. A menos de dos horas de viaje, Milligan se dio cuenta que su auto no iba a llegar a Toledo, Ohio, donde tenía planeado cargar. En su lugar, se bajaron de la autopista en Findlay. De los cuatro cargadores que había en la ciudad, uno estaba detrás de una puerta cerrada; otro en un concesionario de Toyota que no dejaba que Volkswagen utilizara su cargador; el tercero solo cargaba Teslas y el cuarto había sido instalado recientemente y todavía no funcionaba. La familia tuvo que pasar la noche en un hotel y terminar el viaje en una camioneta alquilada.
Aún así, Ruth Milligan dice que le gusta el ID.4, que compró después de esperar 10 meses para su entrega. “En general, estoy contenta con el auto pero voy a ser prudente a medida que vaya superando sus límites”, reflexionó. Algunos propietarios de estos autos que fueron encuestados dijeron que las estaciones de carga en las que paraban a veces carecían de refugio y se sentían inseguros. “Las mujeres no quieren sentarse en un estacionamiento oscuro esperando a que su auto cargue”, sentenció Caroline Gambell, residente de Vermot y curriculum writer para una organización educativa sin fines de lucro que compró un Chevrolet Bolt el año pasado. “La ansiedad por la autonomía es real. Si estás tratando de hacer cosas y tenés tres niños en el asiento de atrás, lo último que necesitas es preguntarte si va a llegar el auto”, reflexionó.
Redes de carga propias
Algunos propietarios de autos eléctricos dijeron que también tenían vehículos de motorización tradicional para evitar las molestias de las cargas en viajes más largos. Beth González, de Austin, Texas, dijo que su pareja tenía un Jeep Wrangler y su hija un Hyundai Santa Fe que la familia usaba para los trayectos más extensos. Su vehículo principal es un Mercedes B250e de 2017, un auto que la automotriz desarrolló con Tesla y que se vendió en pequeñas cantidades.
González es diseñadora gráfica y trabaja desde su casa. No pudo encontrar el auto que quería en Texas, así que compró uno en California por US$19.000 y se lo enviaron a través del servicio de CarMax. El vehículo recorre unos 90 kilómetros con carga completa y un poco menos si el aire acondicionado está prendido, pero es suficiente para sus tareas diarias. “Me encanta este auto”, afirmó. La carga no suele ser un obstáculo para quienes tienen un garage o entrada pero millones de estadounidenses viven en edificios de departamentos, que rara vez permiten cargas. Incluso en Los Ángeles, California, todavía no hay suficientes cargadores en la calle para inquilinos, explica Arianna Stern, copyriter que compró un Nissan Leaf usado también el año pasado.
Ella suele usar los cargadores públicos que están a tres cuadras de su departamento pero suele estar fuera de servicio el 20% del tiempo. Cuando no está trabajando u otro auto lo está usando, ella usa los cargadores que están más lejos. “Lo que marcaría la diferencia es que la ciudad instalara más estaciones de carga y las mantuviera trabajando de manera más constante”, dijo. Sin embargo, y al igual que muchos otros compradores de autos eléctricos, Stern está feliz con su decisión que, comenta, le permitió reducir su dependencia a los combustibles fósiles. “En general, para alguien en mi situación se lo recomendaría sin reservas”, cerró.
The New York Times