Pasaron apenas 30 minutos desde que se llevó su nuevo auto que empezó a fallar; un reclamo sin éxito y una medida revolucionaria que llamó mucho la atención
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El sueño de muchas personas está puesto en la compra de un auto. Son meses de ahorros, tiempo de investigar las opciones, escuchar recomendaciones y elegir lo que mejor cuadre al presupuesto y los intereses. Es una operación que se encara con mucha ilusión por más que se trate de un elemento de trabajo. Sin embargo, a veces hay estafadores que se presentan como buenas opciones y terminan siendo todo lo contrario.
Stewart Logan es electricista y vive en Ayrshire, Escocia. Su camioneta es parte esencial de su labor diaria. Allí viajan con él los materiales que necesita para trabajar. Cuando el odómetro marcó un poco más de 112.000 kilómetros recorridos, él sintió que era necesario pegar un salto y comprarse una nueva.
Así es como llegó a la sucursal de Evans Halshaw, en Kilmarnock. A simple vista, un Citroën Relay usado se veía como una buena opción. Se presentó ante el vendedor, eligió la camioneta que quería y la testeó en una prueba de manejo previa a la compra. Apenas pasaron unos minutos arriba del vehículo cuando empezó a sentir que algo no estaba bien. Las luces de fallas en el tablero se encendieron: hacía falta un cambio de aceite urgente y ninguno de los faros reglamentarios funcionaba.
“Cuando vuelvas en una semana, vamos a tener todo solucionado”, prometió el vendedor. Pasaron los días y Stewart regresó convencido de que, tal como le habían prometido, el auto iba a estar en perfectas condiciones. Pagó 23.000 libras esterlinas, aproximadamente US$28.600 por la camioneta. Firmó los papeles, le dio la mano a Evans Halshaw, agarró las llaves y se fue manejando. “Las luces de advertencia tardaron 30 minutos en encenderse de vuelta”, le contó Logan a portales locales.
A partir de ahí empezó la odisea. Reclamos, quejas, visitas a los mecánicos oficiales y nada. Según consignó el diario británico The Sun, durante meses la Citroën Relay pasó por varias manos sin ser arreglada efectivamente. El destino fue por el que optan muchas personas en estas situaciones: dejar los caminos oficiales y visitar a un mecánico de confianza.
“Se encontraron seis problemas, incluido un filtro de aceite con fugas, el freno de mano flojo y la dirección desalineada”, explicó Stewart. Su experiencia sirvió de enseñanza y para evitar que otras personas cayeran en la misma trampa que él cayó, tomó una radical decisión.
La venganza que fue furor en redes
Si alguno maneja por los caminos británicos puede encontrarse con él. Es fácil identificarlo. Hoy, su camioneta sigue sin funcionar por completo. Está “parcheada” como quien dice, para que pueda ser usada. Mientras aguarda que la empresa que se la vendió tome cartas en el asunto y le reconozca todas las reparaciones, decidió avisar a potenciales clientes.
En la puerta trasera de la camioneta, Logan ploteó: “Compré esta camioneta de Evans Halshaw en Kilmarnock, fecha de compra de la van 28/06/22. Y son malos. En 30 minutos se encendieron las luces de advertencia. Una estación de inspección técnica independiente encontró seis fallas. La van sigue sin estar arreglada”.
“Soy una banda de un solo hombre y una pequeña empresa. Fueron £23,000, son £400 por mes durante los próximos cinco años, es un gran compromiso. Pensé que esta era la mejor manera de nombrarlos y avergonzarlos. Una vez que tienen el dinero, dejan de estar interesados”, sintetizó Stewart en diálogo con el medio antes citado.
“No se trata realmente de la camioneta sino del servicio al cliente. Soy un electricista que trabaja por cuenta propia”, argumentó. Mientras que espera una solución, las redes aplauden su accionar y pese a los intentos de la prensa local en contactarse con la concesionaria, la respuesta sigue sin aparecer. Por otro lado, el clamor de los usuarios que festejan la “venganza” piden que se haga la denuncia penal para que haya consecuencias concretas contra la concesionaria.
LA NACION