No hay que pensar ciudades distintas a las de hoy, sino pensar distinto las que tenemos; los semáforos cumplen un rol clave en un enfoque inteligente y pueden ayudar a transformar la movilidad: enterate cómo
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El paradigma de ciudad inteligente empieza a resonar con mayor protagonismo en la planificación urbana y el camino para integrarlo está cada vez más allanado debido a los avances tecnológicos que se incorporan en la vida cotidiana. Diversas necesidades sociales y ambientales encuentran una respuesta en esta visión que transforma y optimiza los recursos disponibles a través de un nuevo enfoque.
No es necesario pensar ciudades distintas a las que conocemos, sino pensar distinto a las ciudades que tenemos. En este proceso, la integración con soluciones digitales y el uso de datos para tomar decisiones son factores claves. ¿Qué puede ser más frecuente y cotidiano en el paisaje urbano que un semáforo? Sin embargo, este protagonista de calles en ciudades de distinta escala cumple un rol clave en el desarrollo del enfoque smart. Veamos cómo.
El tráfico, los atascos y embotellamientos son un problema clásico en ciudades que se han diseñado generado por la enorme plaza de vehículos de uso individual y un diseño urbano, principalmente ‘car-centric’. A eso se le suma la contaminación auditiva y del aire, generada por el uso de combustibles fósiles. Para transformar este panorama a través de una solución de movilidad inteligente y sostenible, los semáforos pueden ser un aliado clave. Hace años que en ciudades de distintas partes del mundo se comenzó a implementar una estrategia de semaforización inteligente.
En Bogotá, por ejemplo, los semáforos obtienen datos en tiempo real para sincronizarse según el estado del tráfico. Sensores, cámaras y geolocalizadores conforman una red de conexión y transmisión de información que puede cambiar la experiencia de transitar una ciudad. Este tipo de iniciativas no solo disminuye el tiempo de traslado de un punto de la ciudad a otro, sino que previene accidentes, genera calles más seguras para el uso peatonal y contribuye a reducir la contaminación.
En el caso de Bogotá, como también ocurre en la Ciudad de Buenos Aires y en Rosario, los semáforos están conectados con un centro de monitoreo donde se toman decisiones en tiempo real en base a los datos recibidos. En las ciudades argentinas, la red de cámaras inteligentes es monitoreada por el servicio de emergencias y utiliza inteligencia artificial para leer las patentes de los vehículos que transitan y detectar infracciones de tránsito.
El uso de luces led, el contador regresivo para peatones, la sincronización entre semáforos de calles principales para establecer duraciones sincronizadas de la luz verde son pequeños avances que en los últimos años se han incorporado como anticipo del potencial que los semáforos pueden tener en la movilidad urbana.
En la actualidad, se suman avances como inteligencia artificial y sensores que procesan imágenes. En Córdoba, la empresa tecnológica ITC, de Río Tercero, desarrolló semáforos que monitorean la calidad del aire y variables meteorológicas, además de optimizar la circulación vehicular. La información generada permite actuar en el momento inmediato y generar informes de tendencias y variables para establecer políticas y estrategias basadas en evidencia. Con la integración de soluciones digitales y el cruce de datos, un semáforo puede modificar desde la experiencia de la persona que cruza la calle hasta el modo de gestión de un municipio.
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