Tres casos con un punto en común: alguien que estacionó donde no debía; la indignación cruza fronteras y causa revuelo en redes; las reacciones de los dueños de casa y aplausos
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Las reglas viales están para cumplirlas. Ordenan, marcan lo que está permitido y lo que no. Dejan lugar para peatones, emergencias y cuidan las entradas de garaje, para que los dueños de casa dispongan de un espacio por donde sacar el auto cuando así lo necesiten. Sin embargo, hay personas que creen estar por encima de esas normas y pregonan el “son solo cinco minutos”. O simplemente piensan que la regla no llega a ellos.
No importan las nacionalidades. Ocurre en la Argentina, Francia, Croacia, Marruecos, el Reino Unido, Estados Unidos, México y podríamos estar así todo el día. No tiene nada que ver con el país sino con el ser humano. Y claro, cuando uno de estos casos se hace conocido, las redes se hacen una fiesta. Se viraliza un poco y ya hay miles de personas de todo el mundo comentando y dando sus opiniones.
Acá hay tres casos. Dos argentinos, uno estadounidense, que muestran a la perfección como el fenómeno “transgredir las reglas de tránsito” es moneda corriente en todo el mundo. El primero ocurrió hace poco en el barrio porteño de Villa Urquiza cuando un Hyundai Creta se estacionó sobre la entrada de un garaje pese a que tenía el cordón amarillo y la notoria “rampita” que indicaba la entrada y salida de autos.
“El barrio anda con la mecha corta”, tituló Caro Saralegui, usuaria de Twitter, a la medida que sus vecinos tomaron cuando este auto, pese a la insistencia, no abandonó la zona prohibida. ¿La solución que encontraron? Un grafiti, bien marcado, color negro, en todo el costado y el capó del auto blanco. Hubo de todo. Gente que habló del grafitero como un “héroe sin capa” y otros tantos que dijeron que un mal estacionamiento “no es algo tan grave”.
El segundo caso nos lleva también por la Argentina. Esta vez, se viralizó por TikTok luego de que Sofía Vidal Raffo publicara un video con toda una secuencia que tuvo el peor desenlace para el infractor. Cuando ella encontró un auto estacionado en la puerta de su casa, tapando la salida de garaje, viajó por una serie de reacciones que fueron de lo más sutil a las medidas más drásticas.
La primera fue poner un cartel. Pedir amablemente que retirara el vehículo, aclararle que era una zona prohibida. Lo usual. Pasado un rato, el cartel ya no estaba pero el auto seguía ahí. La siguiente medida fue un poco más drástica: estacionar otros dos autos, bien pegados al infractor cosa de que, si pretendía salir, mínimamente iba a tener que pedirle a alguno de los dos que corriera su vehículo. Tampoco funcionó.
El final fue lo más drástico pero quizás la solución más práctica para este tipo de problemas: llamar a la grúa. En la Ciudad de Buenos Aires, este tipo de infracciones pueden denunciarse a través de Boti, el chatbot de la ciudad (11 5050-0147) o llamando al 147. Tras el llamado a las autoridades, llegó la grúa, levantó el auto y lo llevó a la central correspondiente. Multa y acarreo para el infractor. Aplausos en redes.
El último caso de esta pequeña lista nos lleva a los Estados Unidos y la red de difusión, Reddit. El anonimato envuelve a este relato pero la realidad vuelve a demostrar el ingenio y la indignación, aunque quizá sea este el más debatible de todos.
La zona en la que vive el protagonista enmascarado es de nevadas fuertes y como ocurre en estos lugares, es trabajo de los vecinos palear la entrada de las casas para que los autos puedan entrar y salir con facilidad. No hay una regla escrita ni lugares reservados. Es una norma tácita que “si paleas un lugar, es tuyo”. Se apela, digamos, a la buena voluntad y creencia de los demás vecinos. No así en esta ocasión.
Quien escribió las líneas que explicaron lo ocurrido contó como tras haber ido a hacer una compra, llegó y vio el lugar que él había despejado ocupado por otro auto. “Cuando llegamos, nuestro vecino había ocupado el lugar que yo había paleado”, explicó. Después de buscar otro lugar donde estacionar y probablemente palear de cero otra zona, empezó su venganza. Entró a su casa, cargó varios baldes con agua y empapó el auto de su vecino. Con temperaturas bajo cero, el agua se congeló. “A la mañana siguiente pude ver cómo intentaba sin éxito raspar todas esas capas de hielo del parabrisas”, remató el protagonista. Debate caliente en este caso y una duda que quedó boyando: ¿Estuvo bien con su venganza o fue “demasiado exagerada”?
LA NACION