Pese a sus intentos de recibir ayuda de las autoridades, la joven tuvo que hacer justicia por mano propia; el desenlace de una increíble y particular historia
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Jo Coombs vive en Battersea, una zona urbana cercana al centro de Londres, en el Reino Unido. Su vida no tenía demasiados sobresaltos y disfrutaba de la cómoda rutina de los frescos vientos europeos. Manejaba un Land Rover Discovery Sport que se había comprado hace poco y al igual que muchos vecinos de la zona, dejaba su SUV estacionado en un estacionamiento cercano a su casa.
Su auto tiene una particularidad: no necesita llave para arrancar ni para abrirse. Por un lado, es una comodidad para los conductores y pasajeros pero, por el otro, un aspecto tentador para ladrones. Desde el otro lado del mundo, uno creería que este tipo de cosas no ocurren con frecuencia pero esta historia demuestra que la inseguridad no tiene nacionalidad.
“Mi auto estaba estacionado dentro de un estacionamiento privado protegido por grandes puertas cerradas y controladas por un código”, explicó Jo en diálogo con The Sun hace un tiempo. Ella suponía que nada ocurriría e incluso se animaba, en algunas ocasiones, a dejar su SUV estacionado en la calle. Con el tiempo, varios conocidos empezaron a relatarle los robos que habían sufrido en las cercanías y ella, pese a temer un poco por lo que ocurría, no tomó ninguna decisión drástica. Pero fue demasiado tarde.
Un día dejó el auto en la calle, fue a hacer algunas cosas y cuando regresó no lo encontró. Lo habían robado y naturalmente, la primera decisión fue contactarse con la Policía. “Me tomaron los datos, me dieron un número de referencia del crimen y me dejaron con la sensación de que eso sería todo: otro Land Rover que se fue para siempre”, comentó.
Su ventaja vino por otro lado. Ella había contratado un paquete de seguros en el que “pagás por los kilómetros que lo usás”. Es decir, tal y como se contó en una nota de LA NACION tiempo atrás, el seguro cobra un monto alineado proporcionalmente con la cantidad de kilómetros que se recorran. ¿Cuál es la ventaja de esta modalidad? Que la empresa rastrea por GPS las distancias recorridas para facturar cada mes y todo eso se ve reflejado en una aplicación en el celular de los usuarios.
Entró a la app y encontró información vital. “Vi a mi auto estacionado a 1,9 millas de mi casa [casi tres kilómetros] y que no se movía de allí hacía un tiempo. Llamé a la Policía y me dijeron que tomara mis llaves y fuera a reclamar el auto. Pensé que iban a venir, pero no”, narró.
Así sin más, tomó la decisión de ir igual por más que no supiera a que se enfrentaba ni contara con la compañía de la Policía. Llegó al lugar y vio un Land Rover azul estacionado abajo de un árbol con -claro- la patente cambiada. Al accionar su llave (se pueden abrir sin llave pero traen un control de emergencia) logró abrir el vehículo.
“El motor arrancó, mi patente estaba adentro del auto y además de algunos rasguños menores y un intenso olor a cigarrillo, todo estaba bien. La Policía recién llegó 30 minutos después, inspeccionaron el auto, cambiaron las patentes y me fui”, le contó al portal británico.
LA NACION