El cambio en el hábito de manejo para achicar el consumo de combustible es una de las variables a tener en cuenta, pero no la única; seis claves realistas para que el mantenimiento no se dispare
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Cuando se piensa en el costo de mantenimiento de un auto y el gasto para movilizarse, la primera alarma que salta es el combustible y ni hablar con la escalada que tuvo en los últimos tiempos. Claro, es que al final de la cuenta mensual la calculadora acapara además los egresos por patente, seguro, cochera (en caso de no tener la propia), y desembolsos para el mantenimiento propiamente dicho, ya sea de un service o de una eventual rotura o reemplazo de pieza. Es un dolor de cabeza para muchos y no son pocas las dudas que se presentan al momento de ser creativos buscando herramientas que estén al alcance.
La cuestión es achicar gastos y para lograrlo no queda otra que apelar a alguna estrategia, siempre dentro de lo lógico y practicable, ya que está estudiado que alrededor del 75% del gasto total son los costos fijos y ahí no hay prolijidad en el manejo que ayude. En esta nota no develaremos ningún tipo de truco de magia o ilusionismo, sino algunos tips que pueden servir como paliativos para controlar los gastos destinados al mantenimiento y uso.
Hay algunos que, aunque parezcan obviedades o una perogrullada, nunca está demás repasarlos. El primero y más a mano es el que de uno mismo depende: el modo de manejar para que el consumo no se dispare. Lograr una cifra de costos no es tan sencillo porque hay variables muy relativas a la ubicación geográfica, ya que no es lo mismo cargar nafta en el interior que en CABA o pagar una cochera en determinada zona de la ciudad. Cada uno sabe perfectamente lo que le sale mantenerlo, por eso el foco del desarrollo no estará en los montos en sí, sino puntualmente en métodos o estrategias.
1) El vehículo en orden
Inevitable punto de partida es el correcto estado del auto, pick up o SUV, ya sea en lo que hace al funcionamiento del motor como de otras partes mecánicas. Clave es la seguridad de que todo esté a punto ya que, por ejemplo, un bajo nivel de aceite aumenta el consumo, al igual que suciedad en los filtros; o que los neumáticos tengan la presión recomendada por el fabricante (menos libras, mayor superficie de rodamiento y, por ende, mayor resistencia al avance y más desgaste) y que todos los ítems estén en línea.
Ejemplo de un mantenimiento preventivo es la rotación de los neumáticos, porque acompaña mejor la durabilidad y a un equilibrado desgaste por el uso, mientras que una correcta alineación y balanceo evitará incorrectos y prematuros desgastes, no solo del caucho sino también de la suspensión. Por supuesto que las revisiones periódicas implican un desembolso, pero siempre “será mejor prevenir que curar”. En la bolsa también entran los fluidos: líquido de freno, refrigerante y líquido hidráulico. Tener en cuenta el nivel de combustible en tanque no es un tema menor, ya que dejar que se vacíe casi por completo puede llevar a que las impurezas que andan por el fondo afecten la eficiencia en la combustión. A largo plazo, un concienzudo mantenimiento del vehículo previene roturas y ayuda en el ahorro.
2) El hábito en el manejo
Es una cuestión de costumbre y, como tal, puede costar bastante sacarse ciertos vicios o “mañas” para ser más funcional al bolsillo. Acá influyen factores como ansiedad, estados de ánimo y todo tipo de cuestiones emocionales que tienden a derivar en aceleraciones y frenadas bruscas, que es lo que hay que tratar de evitar porque todo motor que aumenta revoluciones de manera no gradual, gasta más. Por eso va de la mano con un manejo sereno y una planificación diaria, como salir con tiempo para llegar sin tener que andar a los apurones.
Mantener una velocidad constante y utilizar la marcha correcta es un aporte para disminuir significativamente el consumo. El manejo preventivo para “anticiparse a las maniobras”, es el titular de cabecera de los especialistas en la materia. Muy simple: al momento de frenar porque se viene una esquina o un cruce, es siempre mejor dejar de acelerar y aprovechar el envión, en lugar de frenar de golpe a último momento. La recuperación debe ser suave y los cambios de marcha –en caso de una caja manual- deben hacerse sin estirar el régimen del motor.
3) Al salir de viaje
Al momento de encarar la ruta lo mejor será planificar de manera más adecuada y optar por aquellas vías que estén lo más alejadas posibles de las fuertes congestiones, si ya eso coincide con que es el camino más corto, mucho mejor aún. Otro aspecto para no descuidar –incluso en el uso cotidiano- es evitar cargas innecesarias, todo peso extra redunda en mayor esfuerzo mecánico. Ergo: sacar del baúl todo lo que sobre o sabremos que no hará falta. Esto aplica también a la aerodinámica, por lo que un elemento como portaequipajes influye en la resistencia al viento. La velocidad es clave y proporcional con el gasto, por eso en una autovía o autopista lo más aconsejable es ubicarse en el carril de la derecha donde se puede viajar sin correr con la presión de los que quieren ir más rápido.
4) No perder de vista la climatización
El abuso del aire acondicionado también juega a favor del apetito del vehículo. Regular por debajo de los 24 grados llevará a que el equipo trabaje más y, por ende, influye en el gasto. A un climatizador automático lo ideal es ajustarlo en 24º ya que el mismo sistema va cortando y accionando para mantenerlo en esa escala. Se supone que el aire acondicionado puede llegar a aumentar el consumo en aproximadamente un 20% (se traduce en 0,2 y 1 litro extra cada 100 km), y circular con las ventanillas bajas a más de 100 km/h incrementa el gasto de nafta en alrededor de un 5%.
5) El seguro
Un costo inevitable es el seguro obligatorio (sólo de Responsabilidad Civil, más conocido como “terceros”) al que se le puede sumar el de robo completo, parcial, rotura de cristales y daños por granizo, hasta escalar a uno contra todo riesgo. Debido a que la escalada de los valores ha llevado a que para muchos hoy sea prácticamente insostenible, una de las opciones de ahorro es averiguar costos para –en caso de creerlo conveniente- cambiar de compañía, ya que hay empresas que ofrecen tarifas promocionales que resultan un 10%, 20% o 30% más bajas que la media.
También se puede apelar a una disminución de la cuota al aumentar la franquicia, que es el monto estipulado de cada siniestro que el asegurado debe pagar y a partir del cual la compañía cubre. Es una buena opción para quienes tienen seguro contra todo riesgo que son los más completos, pero de prima (el pago mensual) más costosa. Los especialistas aseguran que duplicando la franquicia se puede rebajar hasta un 30% del pago mensual. Otras de las alternativas es resignar la cobertura, bajando un escalón para aliviar un poco el costo, aunque con la consecuente renuncia a cierta protección.
6) Promociones varias y apps como aliadas
En el celular se puede llevar a todos lados alguna que otra llave de acceso a descuentos, ya sea mediante billeteras virtuales o apps, como por ejemplo de petroleras que, en ciertos días de la semana, ofrecen alguna que otra promoción (entre un 10 y un 15%) para cargar más barato. YPF, Shell, Axion y Puma tienen sus apps que se pueden descargar desde Google Play y App Store. Muchas de las promociones se realizan de la mano de bancos, con descuentos a través de tarjetas o desde billetera virtual como Modo. También hay beneficios sumamente atractivos como los de Club La Nación.
Por otra parte, están aquellas que ayudan a encontrar el mejor precio entre estaciones en zona, tal es el caso de “Precios en Surtidor”. Además, existen desde hace tiempo las destinadas a controlar consumo y rendimiento, como “Fuelio” para Android o “Drivvo” para iPhone, por nombrar a dos de las más populares. También están las destinadas a encontrar el garage más económico de la zona. No siempre se hacen grandes hallazgos, pero mientras sea un descuento, todo sirve.
Para el final, un punto que resulta algo incómodo de plantarse porque implica salir de la zona de confort, pero algo que nunca está demás plantearse: ¿el que tengo es el auto correcto? ¿Es el que realmente necesito por tamaño y capacidad?, entre otras tantas. No son preguntas caprichosas, sino que tenerlas en el horizonte puede ayudar bastante, ya que hasta se puede cambiar por uno de menor tamaño o bien de mecánica más eficiente, que no necesariamente es la más chica. Ya se dijo: esta nota no incluía fórmulas mágicas, pero sí una sumatoria de sugerencias y planteos con pretensiones de buen aporte.
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