
El automovilismo tiene grandes exponentes nacidos a lo largo y ancho del país, pero no hay otro lugar tan prolífico como este pedazo de tierra bonaerense: la máxima cantera de pilotos del deporte motor argentino
Domingo 22 de septiembre de 1929. Puede decirse que ese día se oficializó el romance (eterno) entre el automovilismo deportivo y Arrecifes, ciudad bonaerense que con el correr de los años fue convirtiéndose en tierra muy fértil para este deporte. Luego de las primeras participaciones de los pilotos locales en la especialidad, le llegó el momento a la filial del Automóvil Club Argentino local de organizar una competencia íntegra allí, los "500 kilómetros de Arrecifes", la cual se desarrolló en el circuito El Rincón y fue ganada por el cordobés Eleuterio Donzino (Stutz).

"La prueba se ha afirmado, sus bases son de mármol y el conjunto, o sea el marco del certamen en sí, se encierra en puro cristal de Baccarat... Podemos, por lo tanto, definir a Arrecifes como una Indianápolis (escenario emblemático para el automovilismo estadounidense y mundial) en miniatura y con perspectivas halagadoras", expresó por entonces el periodista Pedro Fiore, asiduo visitante a la ciudad en sus viajes semanales desde Buenos Aires. Dicha afirmación, efectuada en la previa de la 3ª edición de la prueba, fue recordada por Raúl Gattelet, periodista e historiador arrecifeño en su libro "Automovilismo, una pasión arrecifeña", publicado en 1988.
Es Cástulo Hortal, el "Revoltoso", el señalado como quien le introdujo la pasión del automovilismo deportivo a los arrecifeños. Este español oriundo de Oviedo, llegado al país en enero de 1908, cuando apenas tenía 14 años, trajo consigo el amor por la velocidad. Tras pasar efémeramente por Pergamino y Salto, en 1927 se instaló en lo que sería su lugar en la Argentina hasta 1980, cuando falleció. Siempre vinculado con la compra y venta de autos, Hortal fue un inspirador nato que supo transmitir su pasión por el deporte a sus nuevos coterráneos, que muy bien lo siguieron.

Casi sin proponérselo, el periodista Horacio Bancalari bautizó a su ciudad como "Arrecifes, Cuna de Campeones", mote que perduró -y perdura- en el tiempo a base de logros casi continuos de sus representantes. Fue luego del Gran Premio Internacional del Sur de 1939, el cual fue ganado por Ángel Lo Valvo (Ford) y donde otros tres arrecifeños terminaron entre los 10 mejores: Julio Pérez (Chevrolet), que lo escoltó y Manuel Arrouge (Chevrolet) y Cástulo Hortal (Plymouth) fueron 9º y 10º, respectivamente.
Dicha denominación fue nuevamente utilizadaen 1947, cuando un grupo de amigos de Edison Hortal (hijo de Cástulo y quien corría con José Froilán González) pintaron un cartel que decía "Arrecifes, Cuna de Campeones" , que exhibieron al costado del circuito de Retiro, escenario de una de las cuatro competencias de la Temporada Internacional en nuestro país (otra en el mismo trazado, otra en el Parque de la Independencia de Rosario y la última en la también localidad santafesina de Rafaela).
Las primeras (y grandes) graduaciones
"Hortal fue el promotor de todo". El dueño de esta afirmación es Ángel Lo Valvo, uno de los primeros arrecifeños en tomar la posta del español junto con Pedro Lanatta, Francisco Maurino, Julio Pérez y el dirigente Osvaldo Bracco, entre otros. Ganador del Gran Premio de 1937, competencia signada como la primera del Turismo Carretera, fue precisamente Lo Valvo, bajo el seudónimo de "Hipómenes", quien en 1939 inscribió su nombre como el primer campeón de la historia del TC con su Ford V8. Y, por ende, Arrecifes comenzó a sumar halagos en el automovilismo argentino y en el mundo.

Aunque nació en La Colonia, un paraje cercano, José Froilán González fue otro de los grandes exponentes arrecifeños. Y, de su mano, llegaron los primeros lauros fronteras afuera para la ciudad. Partícipe destacado de los primeros años de la Fórmula 1, el recordado "Pepe" (fallecido el 16 de junio de 2013) quedó en la historia por ser el primer ganador con Ferrari en la F1. Aquel éxito, conseguido el 14 de julio de 1951 en Silverstone, escenario del Gran Premio de Gran Bretaña, lo marcó a fuego a Froilán quien, además de ostentar el subcampeonato de 1954 en la F1 (detrás de otro argentino, Juan Manuel Fangio) entre sus logros más destacados también se suma el triunfo en las 24 Horas de Le Mans de ese mismo año. Fue con el francés Maurice Trintignant y, como no podía ser de otra manera, conduciendo una Ferrari 371 Plus.

Épocas doradas y de confrontaciones
El correr de los años y el espacio que el automovilismo fue adquiriendo en nuestro país, trajo consigo nuevas irrupciones de pilotos arrecifeños. Fue, acaso, la década del ’60 la más fructífera para ellos, pero que también tuvo en la del ’70 ocho campeones. Con las apariciones, y las confirmaciones, de Carlos Alberto Pairetti (santafesino de Clucellas, pero arrecifeño por adopción, dado que se radicó con su familia cuando tenía 7 años), Carlos Marincovich, Rubén Luis Di Palma y Néstor García Veiga, las victorias fueron moneda corriente. Es precisamente "Il Matto" Pairetti el arrecifeño con más victorias en el Turismo Carretera; los 22 éxitos del campeón 1968 no han podido ser superados hasta hoy. Como así tampoco el privilegio que ostenta "El Loco Luis" Di Palma, quien es el último campeón con Torino en el TC, merced a su campeonato en 1971. Ambos poseen un récord exclusivo en la categoría: son los únicos que ganaron con cuatro marcas diferentes, con la particularidad que Di Palma lo hizo con las históricas: Torino, Chevrolet, Dodge y Ford.

Sólo los éxitos deportivos que sumaron el propio Juan Manuel Fangio, Juan Manuel Bordeau, Eduardo Casá y Mariano Calamante, entre los principales representantes, provocó que Balcarce, hacia fines de esa década, se sumara a la pugna de cuál de las dos ciudades bonaerense era la dueña del mote de Capital Nacional del Automovilismo, en una época dorada de la actividad en nuestro país. Sin embargo, los arrecifeños se encargaron con sus éxitos y el ejemplo predicado que se hizo semilla fructífera en quienes vinieron después, que la historia siguiera escribiéndose a su favor y ya nadie pudiese discutirle su condición.
Los que tomaron la posta
Con la repetición de un apellido, Di Palma, las nuevas generaciones siguieron construyendo la fortaleza que Hortal comenzó con los cimientos. José Luis -nacido en Mar del Plata, pero arrecifeño por decantación-, fue el primer hijo de Rubén Luis y mostró sus condiciones en el exterior, destacándose en la Fórmula 3 Italiana, en la Fórmula 3000, en la IndyCar y en la Fórmula 2 Británica, en donde fue campeón en 1994. Sus hermanos, Patricio, Marcos y Andrea también supieron dejar anotados sus nombres en los libros que Arrecifes escribe sin pausa en el automovilismo deportivo. Hoy, la nueva generación de los Di Palma tiene representación especialmente con Luis José, "Josito", el hijo de José Luis.
Luego de hacerse su propio camino, a base de muchísimo esfuerzo y con la fiel compañía de su papá Héctor, un joven Norberto Fontana llegó, en 1997, a competir en la Fórmula 1. Los éxitos en la Fórmula Ford Suiza (1993), en la Fórmula 3 Alemana (1995) y el Masters de Fórmula 3 (1995) hicieron que debutara en la F1, en donde disputó cuatro Grandes Premios. De regreso en el país, el "Gigante" siguió sumando coronas para Arrecifes fruto de sus consagraciones en Turismo Competición 2000 (2002 y 2010) y en Turismo Carretera (2006).

En la actualidad, otro oriundo de Arrecifes luce el 1 en su vehículo. Se trata de Agustín Canapino, reciente tricampeón del Turismo Carretera, quien además suma siete coronas en el Top Race (2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2016 y 2017) y una en el Súper TC2000 (2016). Además, en 2018, fue distinguido con el Olimpia de Oro como el mejor deportista del año del país, logro que sólo consiguió otro piloto, Juan Manuel Fangio, en 1954. Por supuesto que hay muchos otros arrecifeños que anotaron su nombre en las fojas del libro interno del automovilismo. Como por ejemplo Juan Cruz Álvarez, el último de dicha ciudad en ser campeón en el exterior, dado que en 2003 se coronó en la World Series Light. O como Valentín Aguirre, quien le entregó a Arrecifes su triunfo 104º en el Turismo Carretera en la reciente presentación de la categoría en Neuquén.

Aguirre, como varios otros pilotos, viene de una familia con tradición en el automovilismo. Jorge Aguirre, abuelo paterno, corrió algunas competencias como acompañante de Pairetti en carreras cuadreras de Ford T. Después, en la 1ª Vuelta de Arrecifes, fue acompañante de "El Troyano" Fernando Risso -otro arrecifeño-, cuando le alquilaron el Ford a Juan Carlos Garavaglia. En 1962, corrió como piloto con un Chevrolet de Vicente Viola. Además de apoyar a varios pilotos de Arrecifes en TC fue, hasta su muerte, presidente de la Federación Norte de Automovilismo. El abuelo materno de Valentín, Juan Martín Biados, trabajó en la construcción, con Bernardo Pérez, Alipio González y Jerónimo García, de un auto de Turismo Carretera para Froilán González quien no llegó a correrlo porque se fue a Europa como piloto del ACA.
Como otras ciudades con diferentes deportes (Bahía Blanca con el básquet o Tandil con el tenis, por ejemplo), Arrecifes tiene un vínculo inquebrantable con el automovilismo, por lo cual bien ganado lleva su apelativo: "Arrecifes, Cuna de Campeones".