El dooring es una de las causas de accidentes en la vía urbana; por qué ocurre tan seguido y cuál es el método que permite evitarlo
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Andar en bicicleta es una alternativa a los medios de transporte convencionales. Movilizarse sobre dos ruedas tiene múltiples beneficios para la salud personal y comunitaria, además de tener un impacto positivo en el ambiente. Se trata de un medio de transporte cuyos adeptos registran un crecimiento exponencial desde la pandemia, cosa que se ve reflejada en el aumento de ciclovías y circuitos aptos para esta opción de movilidad. Y si bien es una actividad buena por muchas razones, también encierra algunos peligros. Uno de ellos ya tiene etiqueta en los países anglosajones: el dooring.
¿Qué es el dooring?
Se denomina dooring al accidente que ocurre cuando un ciclista choca contra la puerta abierta de un auto. Sucede cuando se abre la puerta del auto sin comprobar si hay vehículos o ciclistas en la cercanía. El peligro está en la falta de atención, que puede provocar un choque, a menudo lesiones graves en la persona chocada. Si bien es un miedo remoto para los habitantes de zonas rurales, en la escena urbana -donde hay alta densidad de personas, bicicletas y vehículos, y no siempre se distinguen los carriles para uno y para otro- es un fenómeno que se ve bastante seguido.
Según distintos estudios realizados por instituciones académicas y del transporte en Australia, Canadá y Estados Unidos, los accidentes por dooring representan entre el 8% y el 27% de todos los accidentes de bicicleta en áreas urbanas. En el estado de Victoria, en Australia, un estudio que reunió datos del periodo que va del 2006 al 2010, demostró que el 8% de las heridas graves de los ciclistas ingresados en distintos hospitales fueron causadas por dooring.
Por otro lado, en Vancouver, Canadá, un estudio hecho en el 2015 demostró que más del 15% de los accidentes con ciclistas fue por este fenómeno. Además, fue por lejos la principal causa de los registros hospitalarios de emergencia en la ciudad. En esta línea, también hay distintos reportes realizados en la ciudad de Toronto, que expusieron que los accidentes por dooring aumentaron un 58% en solo tres años (de 2014 a 2016).
En Estados Unidos, por su parte, en 2016 la Agencia Municipal de Transporte de San Francisco informó que los accidentes por dooring constituyeron el 16% del total de accidentes que involucraron a ciclistas.
¿Quién es el responsable y quién la víctima?
La responsabilidad recae sobre la persona que invade la vía. En otras palabras: el que abre la puerta. Por eso es tan importante generar conciencia entre los conductores -y especialmente aquellos que frecuentan los centros urbanos- para que implementen el hábito de mirar antes de salir del auto.
Las principales víctimas, por su parte, son las bicicletas. En primer lugar porque la regla para aquellos que usan este medio de transporte es circular lo más próxima la derecha posible y, en el caso de haber ciclovías, estas se ubican también de este lado de la calle, en donde todavía muchos autos acostumbran a estacionar.
Además, el carril bici transcurre junto al espacio reservado para el aparcamiento de los coches. Aparte del golpe, el dooring puede tener consecuencias fatales (graves lesiones e, incluso, fallecimiento) porque el usuario de la bicicleta cae al suelo y puede ser atropellado por el resto de usuarios que, en ese momento, circulan por la calle.
¿Cómo evitar el dooring?
Si bien existen vehículos que ya incorporan tecnologías que avisan sobre la presencia de vehículos y personas que se acercan por la parte de atrás a través de señales sonoras o luminosas, la regla número uno siempre es mirar antes de salir del auto para comprobar que no se aproxime una persona en bicicleta, monopatín, patineta u otro vehículo.
En Países Bajos, donde la bicicleta es hace años el medio de transporte por excelencia, los neerlandeses idearon una suerte de truco para facilitar la implementación de este hábito, y lo denominaron el “dutch reach” o “abrir la puerta a la holandesa”. El método es simple y consiste en abrir la puerta con la mano contraria a la que está más cerca a la puerta (la mano derecha si se va a salir por la izquierda y la izquierda si se va a salir por la derecha). La “magia” de la técnica está en que, aplicando esta regla, la persona se ve obligada a girar el cuerpo para abrir la puerta, y este movimiento facilita a su vez la visión y naturaliza el hábito de chequear si viene alguien.
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