Un explorador urbano los encontró en medio de una zona de desastre, pero no se atrevió a tocarlos; el motivo detrás del abandono
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Bob Thissen tiene 34 años y maneja una exitosa cuenta de Instagram y YouTube donde se dedica a la exploración de lugares abandonados. En uno de sus últimos recorridos, de los más riesgosos y peligrosos que ha hecho en su carrera, se encontró con una multimillonaria colección de autos clásicos que no puede ser removida del lugar.
En su Instagram se lo ve recorrer los sitios más extraños del mundo. Desde edificios que, cuentan, guardan historias paranormales en sus habitaciones más ocultas, hasta barcos, aviones y autos abandonados que quedaron en la intemperie durante años, sin razón aparente.
Muchos de sus descubrimientos, lamentablemente, no tienen una historia detrás. Encontrar un vehículo en medio del campo no resulta fácil de rastrear su historia. Pero otros hallazgos sí la tienen, como el misterioso parque de diversiones inspirado en dinosaurios que quiso competir con Disney pero se fue a la quiebra o una zona de guerra donde quedaron estacionados tanques que nunca fueron usados.
No obstante, esta vez la historia esconde una tragedia mucho mayor. El destino que Thissen eligió esta vez fue Japón donde, en un descampado cerca de la ruta, encontró cerca de 100 autos abandonados. Allí descubrió un sinfín de modelos clásicos con mucho valor de reventa, como un Porsche 911 Carrera, un Mercedes S Class, Jaguar XJ, un Chevrolet Impala SS y otros tantos nombres conocidos y todavía más caros.
Escondidos debajo de la vegetación, algunos con significativas señales de óxido y muchos probablemente sin poder ser trasladados del lugar, esta colección de autos suspira por lo que pudo haber sido. A raíz de la variedad y la calidad de algunos modelos, además de encontrar rarezas asiáticas entre la maleza, en algunos foros especializados cotizaron el descubrimiento en varios millones de dólares.
No obstante, el problema radica en la imposibilidad de ser trasladados por la peligrosidad de hacerlo. Y es que la zona a la que Thissen se trasladó no es más que Ōkuma, el lugar donde se produjo el desastre nuclear de Fukushima en 2011 tras un terremoto.
Si bien pasaron más de diez años de aquel suceso, que se cobró la vida de más de 20.000 personas, según un informe de la CNN, la radiación que quedó en el lugar y en los vehículos los convierte en un verdadero peligro. Moverlos no sólo pondría en juego la salud de quien los traslade sino que perjudicaría el lugar donde sean guardados.
Esta colección de autos no puede ser trasladada, tocada ni tampoco se recomienda permanecer mucho tiempo cerca de ella. Cuando Thissen acercó el medidor de radiación a un solo vehículo, la alerta ya se encendió y, si bien en comentarios varias personas señalaron que se animarían a buscarlos, hacerlo es extremadamente peligroso e incluso hasta mortal.
LA NACIONTemas
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