The Town of Churchill está situada al norte de Manitoba y tiene una población de apenas 813 habitantes; por costumbre y protección, todos dejan sus vehículos abiertos
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Si Ushuaia es la ciudad del fin del mundo, The Town of Churchill merece, al menos, un título similar. Se encuentra en el condado de Manitoba, en Canadá, a orillas del río que le da el nombre a la ciudad y en las costas de la Bahía de Hudson. Es toda una rareza no solo por su ubicación sino por tener una población de osos polares más alta que de personas; no por nada lleva el apodo de “la capital mundial de los osos polares”.
Acorde al último registro tiene 813 habitantes y más de 900 osos que rondan la cercanía. Su infraestructura está preparada para recibirlos e incluso está montado todo un sistema de vehículos turísticos para poder verlos y estar cerca sin perturbarlos. Sin embargo, para sumar a la lista de extrañezas, hay una costumbre que podría incluso ser una ley tácita entre los pobladores: nadie deja el auto cerrado con llave.
Si bien muchas noticias y videos señalan la obligatoriedad de la regla, funcionarios cercanos al ayuntamiento de Churchill le explicaron a la agencia AFP que solo se trata de “una práctica común pero no una ley que lo impone”. “Yo personalmente nunca dejo mi auto cerrado con llave”, aclaró. Pero la verdadera pregunta es: ¿por qué los vehículos siempre están abiertos?
Como se sabe, es una ciudad reconocida por su alta población de osos polares y si bien habitan en las afueras, es frecuente que uno o varios ingresen a las calles de Churchill y paseen por el centro como si fueran de shopping. Si bien son tiernos y al verlos cualquiera querría abrazarlos, no dejan de ser animales salvajes naturalmente agresivos si se sienten atacados; por lo que hay que tener mucho cuidado al ver uno.
Correr nunca es una opción y enfrentarlos, mucho menos. Por eso, cuando una persona se topa con uno de ellos debe buscar refugio. Ahí entran los autos a jugar su partido. Hay que ser rápido y entrar en un lugar seguro y los vehículos estacionados en la calle se convierten en el lugar ideal. Abrir la puerta, entrar, cerrar y esperar. Esa es la regla. Y es por eso que en The Town of Churchill, todos dejan su auto abierto cuando lo dejan estacionado.
“Es una práctica común, la gente necesita esconderse de un oso polar y pueden usar los vehículos, por eso la mayoría de los pobladores dejan su auto abierto”, amplió un efectivo de la Policía Montada en diálogo con AFP. Además de esta práctica, tienen desplegado un programa de alerta con efectivos que reaccionan ante el llamado de peligro para tranquilizar y trasladar a los osos polares fuera de la ciudad. Gracias a todas estas prácticas, en Churchill conviven personas y animales sin accidentes fatales desde 1980, año en que entró en vigencia el mencionado programa de cuidado y control.
LA NACION