Un explorador encontró una colección de autos abandonados en la zona radiactiva de exclusión de Fukushima, en el noroeste de Japón; qué hay detrás de este museo de clásicos
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Un hombre encontró cientos de autos clásicos abandonados en la zona de exclusión de Fukushima, una región desierta de Japón que fue afectada por el desastre nuclear que tuvo lugar hace ya más de 11 años.
El protagonista de esta historia es Bob Thissen, un documentalista holandés y explorador nato de 34 años que desde el 2007 se dedica a viajar con amigos en busca de lugares abandonados. Su cepa es la de los “exploradores urbanos”, una subcultura de personas que exploran lugares creados por los humanos que, por una u otra razón, actualmente se encuentran completamente desolados.
En su canal de YouTube (Exploring the Unbeaten Path) y redes sociales publica videos y fotos en los que comparte los misterios antropológicos que se le presentan y los hallazgos con los que se encuentra.
Con el motivo de documentar la situación presente de lugares abandonados viajó por cinco continentes y 75 países. En la biografía de su canal de YouTube escribió: “Arriesgo mi vida, libertad y salud haciendo esto. Donde otros quieren frenar yo elijo ir a fondo. Por eso termino en lugares que llevan muchos tiempo sin ser habitados”.
¿Qué pasó en Fukushima?
El 11 de marzo de 2011 un terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter generó un tsunami de 15 metros que impactó la central nuclear de Fukushima Daiichi, una ciudad en el noroeste de Japón. El tsunami causó la inundación de los sistemas de enfriamiento de emergencia de los reactores, lo que llevó a la fusión del núcleo y la destrucción de tres de los seis reactores de la planta.
El accidente fue clasificado como nivel siete en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos, debido a las altas emisiones radiactivas durante el cuarto, quinto y sexto día después de la explosión de los reactores. Alrededor de 19.500 personas murieron a causa del terremoto y tsunami; cifra a la que se suman las 2313 muertes confirmadas relacionadas directamente con el desastre radioactivo. Además, más de 100.000 personas fueron evacuadas de sus hogares en los alrededores de la ciudad de Fukushima, que quedó devastada.
Una museo de autos nucleares
La cuestión es que, al pie de su lema, Thissen viajó a Fukushima a ver con qué se encontraba, y el escenario ex-radioactivo no lo decepcionó. En sus redes sociales compartió fotos de cientos de vehículos abandonados -quién sabría en ese entonces, para siempre- aquel 11 de marzo.
Entre las reliquias de una historia relativamente reciente con las que se topó el documentalista hay un poco de todo. Desde Hondas y Toyotas hasta Mercedes-Benz, Porsches, Jaguars y autos fúnebres de lujo.
Al parecer, ni aunque se reacondicionaran y pulieran minuciosamente, los vehículos encontrados dentro de la zona de exclusión de Fukushima podrían llegar a tener algún tipo de valor en el mercado. Esto se debe a que los niveles de radiación en los metales que los componen los hacen, literalmente, autos radioactivos.
En su cortometraje Thissen cuenta que, post desastre, se usaron algunos campos para estacionar autos que habían quedado en las calles, con el objetivo de que sus dueños los repatriaran una vez pasado el peligro. Sin embargo, la mayoría de los vehículos no pueden recuperarse porque las particulas nucleares penetraron en su carrocería. “Habían innumerables autos en las zonas de exclusión actuales, pero también en las antiguas zonas de exclusión. Con los años, creo que algunos fueron retirados, pero todavía quedan muchísimos”, relató.
El hombre admitió verse afligido por el palpable estado de irremediable abandono de los rodados. “Es especialmente triste ver esto sabiendo que cada auto tuvo alguna vez un propietario que nunca pudo recuperar su vehículo”, dijo.
Una muestra de las calles de Japón en los 2000
Sin interines para premeditar o curar sus elecciones, los residentes que estaban en la ciudad y alrededores de Fukushima el día del desastre nuclear se vieron obligados a abandonar todo lo que tenían y correr hacia otro lugar. Testigos de esta pausa eterna hecha en el tiempo son los objetos que quedaron estacionados al pasar.
En este sentido, el repertorio vehicular que quedó inmortalizado en la área de exclusión nuclear actúa como un registro de la forma de moverse de los japoneses en la primera década de los años 2000. Entre los rodados que Thissen avistó hay desde taxis, furgones utilitarios y vans de transporte de pasajeros, hasta modelos de alta gama dignos de cualquier colección.
Un ejemplo es el Crown Comfort de Toyota, que era en ese entonces el taxi más común del país asiático. Hay también muchísimos ejemplares de autos con la inisgnia JDM (Japan Domestic Market) en sus carrocerías, porque son vehículos manufacturados y comercializados en territorio nipón. Este tipo de unidades, según relata Thissen, son a menudo codiciados por entusiastas de los fierros de otros mercados, por su calidad duradera y alto rendimiento.
Estas piezas, sin embargo, no pueden transportarse a ningún lado. Sus niveles radioactivos exceden los 0.3 microsieverts (la medida límite impuesta por el gobierno para habilitar su exportación).
Entre otros de los tantos autos que el grupo de exploradores logró fotografiar hay unidades del Nissan Skyline, del 300ZX y del Mercedes-Benz Clase S. También mostraron un exclusivo Porsche 911 Carrera, un Chevrolet Impala SS y un Jaguar XJ.
Por otro lado llamó la atención de los espectadores de primera línea el caso de un coche fúnebre, hecho a medida sobre la base de una pickup de origen estadounidense, con el objetivo de recrear el diseño de un templo budista.
El cortometraje dirigido por Thissen termina con una pregunta que invita a la audiencia a hacer memoria en su historial de abandono: “¿Cuál fue el abandono que te rompió el corazón a vos?”.