El auge de los SUV puso a Jeep, ligada desde sus orígenes al off road, en el lugar indicado para explotar esa tendencia; cómo son los siete concepts recientemente presentados que anticipan sus próximos lanzamientos
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Pocas marcas han sabido usufructuar tan bien el giro del mercado hacia los SUV como Jeep, aunque también hay que reconocer que pocas marcas estaban en una situación tan ventajosa para hacerlo. La cuestión es simple: Jeep ya tenía toda su historia –y su imagen– construidas alrededor de conceptos como “aventura”, “robustez”, “exploración”, que le vienen de sus orígenes como fabricante del vehículo militar más legendario de todos los tiempos. En otras palabras, la marca siempre fue sinónimo del “estilo de vida activo” que tanto vende en este joven siglo. Mientras tanto, la mayoría de los otros constructores tuvieron que generar una nueva narrativa propia para desembarcar en el lucrativo mercado de los “deportivos utilitarios”.
El gran acierto de Jeep en estos últimos años fue haberse mantenido fiel a esos valores, o al menos haber logrado proyectar esa idea hacia todos los consumidores, algo en lo que el diseño ha jugado un papel fundamental. La clave es que toda su gama de productos se fue estructurando alrededor de la imagen del Wrangler, el heredero directo del mítico Willys de la Segunda Guerra Mundial, y portador simbólico del ethos aventurero de la marca. Incluso sus productos más burgueses y citadinos conservan elementos estilísticos que permiten hacer la conexión con tan ilustre pasado.
Pero no es cuestión de dormirse en los laureles. Si hay algo que también hace bien Jeep es trabajar con su núcleo de usuarios que realmente aprecian el offroad extremo. Que los hay, –muchos– y son extremadamente fieles y entusiastas. Por eso, que ellos estén contentos es clave para construir una confianza mutua fundamental en la fortaleza de la marca. Un ejemplo: la versión YJ del Wrangler lanzada en 1987 generó una enorme controversia entre los fanáticos de Jeep porque cambió los tradicionales faros redondos, que venían desde el Willys original, por unos rectangulares que estaban más “a la moda” en esa época. El YJ se mantuvo inalterado durante sus 8 años de producción, pero la evidencia de que las críticas de los “puristas” fueron escuchadas fue que su sucesor, el TJ de 1996, ya tenía nuevamente los tradicionales faros redondos, y así se conservan hasta las versiones actuales. Es difícil saber si fue exactamente a partir de ese “incidente” que Jeep tomó conciencia de la importancia de escuchar a sus usuarios más conspicuos, pero lo cierto es que esa buena práctica de retroalimentación se viene manteniendo desde entonces.
Cita en el desierto de Moab
Buena parte de esos fieles seguidores se reúnen todos los años en el desierto del Moab, en el estado de Utah (Estados Unidos), para el tradicional Easter Jeep Safari. Son más de 20.000 los que llegan al desierto para manejar sus vehículos en las condiciones todoterreno más extremas durante una semana. Y como no podía ser de otra manera, la relación de Jeep con el evento es tan profunda que sus hombres hablan de Moab como “nuestra casa fuera de casa”. Por eso ese escenario es usado desde hace 15 años para presentar prototipos conceptuales que exploran nuevas posibilidades de diseño, funcionalidad e incluso ingeniería. “Moab es el lugar perfecto para mostrar nuestros nuevos conceptos, porque los entusiastas de la marca nos incentivan a superar todos los límites y nos retroalimentan acerca de cómo ven el futuro de Jeep”, afirma Jim Morrison, vicepresidente senior y director de la marca en Norteamérica. Mike Allen, jefe de Diseño de Jeep, recalca: “Con el equipo de diseño nos paseamos con las manos en los bolsillos escuchando lo que dicen nuestros usuarios. Es una fuente de información totalmente orgánica y de enorme valor”.
Siete conceptos
En la edición 2023 del safari que se realizó a principios de abril, fueron nada menos que 7 los concept cars presentados en sociedad, todos ellos completamente funcionales. Cinco de ellos fueron concebidos por el equipo de diseño de Allen, a los que se sumaron dos más desarrollados por Mopar, la división de alta performance del Grupo Stellantis. Hay para todos los gustos: desde un restomod (vehículo “restaurado y modificado”) hasta experimentaciones con el color, pasando por la alta performance; el overlanding (viajes exploratorios de largo aliento) y los estilos de carrocería alternativos. Y, acorde a los tiempos que corren, cuatro de ellos son electrificados. Va una breve descripción de cada uno:
Wrangler Magneto 3.0 Concept: Es la tercera versión conceptual de lo que podría considerarse el futuro “Wrangler 100 % eléctrico”. Está basado en un Wrangler Rubicon 2020 de dos puertas, que incorpora más potencia y torque, y mejora el alcance. De todas maneras, según Allen, el foco está puesto en probar cómo una propulsión eléctrica opera en situaciones de offroad extremo, más que en otras cifras de performance. Su carácter eléctrico es un verdadero desafío para los usuarios más tradicionales, pero al menos desde el diseño se las arregla para demostrar que un Wrangler eco friendly sigue siendo un verdadero Wrangler.
Wrangler Rubicon 4xe Concept: es más que nada un tester de color. Luego del éxito de la llamativa pintura Tuscadero de edición especial que se ofreció con el Wrangler 2021, el equipo de diseño decidió aumentar la apuesta con una nueva tonalidad que se ve magenta en interiores y rosada en exteriores. Y hay que decir que le queda “pintada” al Wrangler.
1978 Cherokee 4xe Concept: Es la propuesta “retro-cool” de este año, que no es más que un Cherokee ‘78 original combinado con la mecánica híbrida del Wrangler Rubicon 4xe 2022. Hubo que modificar bastante el modelo original, que fue escaneado digitalmente para construir nuevas partes. Se agregaron ruedas más grandes y tiene un interior modernizado tomado del Wrangler, pero se logró mantener absolutamente el espíritu original. Es tan cool que hasta se permitieron el detalle de usar la tapa del tanque de nafta de un AMC Gremlin, como un homenaje a la empresa que era dueña de Jeep en esa época. Sin dudas será uno de los favoritos de los fanáticos de Jeep este año.
Scrambler 392 Concept: Otro que apela un poco a la nostalgia, esta vez al CJ-8 Scrambler de 1982, que fue un híbrido entre un jeep “coupé” y una pick up. Está hecho sobre la base de un Rubicon de 4 puertas, y en función de la máxima performance incorpora un gigantesco motor Hemi V-8 de 6.4 litros con 470 CV a la vez que se aligera el peso en unos 250 kg. La ausencia de puertas, el color verde flúo y unas ruedas enormes le dan un aspecto un poco caricaturesco, pero sin dudas espectacular.
Grand Wagoneer Overland Concept: Es un Grand Wagoneer actual modificado para largas travesías exploratorias (de ahí lo de “overland”), y para eso incorpora una avanzada carpa plegable en el techo llamada Skyloft. Todo el interior del vehículo está diseñado en función de esa característica, así que se eliminaron las plazas traseras y se incorpora una especie de escotilla en el techo para ofrecer un acceso directo desde elinterior del vehículo hacia la carpa. Además de ese práctico detalle aventurero, este concept anticipa lo que podría ser un Wagoneer con un look mucho más offroader, con menos cromados, ruedas más grandes y mayor despeje.
Wrangler 4xe Departure: Es una de las dos unidades desarrolladas por Mopar y está basado en un Wrangler Rubicon 4xe híbrido. Su objetivo es maximizar la experiencia al aire libre con la incorporación de puertas tubulares y el agregado de un montón de chiches offroad que ya existen en el catálogo de Mopar.
Gladiator Sideburn: Es un concepto similar al del Departure pero sobre la base de una pickup Gladiator. Tiene un look más tech y a la vez muy militar, sobre todo en la caja de carga que está completamente rediseñada. Ambos concepts de Mopar incorporan un interesante sistema de soporte de la rueda de auxilio, que puede pivotar para ubicarse tanto dentro como fuera de la caja, dependiendo de la necesidad de espacio de carga que se requiera.
Fluido, estresante y muy divertido
Más allá del resultado de cada uno de los autos –que sin dudas cualquiera de ellos sería un sueño para cada fan de la marca– algo muy interesante es la forma en la que está encarado el ejercicio de diseño en sí. Según el design boss Mike Allen, el “cliente” en todo este proceso es la marca Jeep, algo que suena un poco obvio pero no lo es tanto, porque no hay aspectos comerciales directos involucrados: se trata puramente de potenciar la esencia de la marca. En sus propias palabras: “El proceso de diseño es bastante menos ‘adulto’ de lo que podría esperarse, pero nos gusta que así sea. Quiero decir: es mucho más libre y desestructurado con respecto a la manera en la que habitualmente trabajamos: simplemente instamos al grupo a que proponga ideas, elegimos algunas, y guiamos a los diseñadores en el proceso. Por supuesto tenemos un presupuesto que oficia de limitante y tratamos de sacar lo máximo de él. Todo sucede en un período de tiempo muy corto, ya que empezamos en noviembre (la navidad se roba una buena parte), y tenemos que llegar con los vehículos listos y funcionales para abril. Es todo un proceso fluido, estresante e increíblemente divertido”.
La verdad es que Allen tiene razón: este tipo de ejercicios de diseño tan lúdicos son poco frecuentes en la industria. De hecho, la mayoría de los concept cars que vemos son producto de instrucciones y objetivos comunicacionales muy precisos, aunque se presenten como muestras de la “inspiración y creatividad” de los diseñadores. Y en los casos en los que los diseñadores trabajan con real libertad para experimentar, los resultados raramente se comparten públicamente.
Por eso lo que hace Jeep todos los años en Moab es tan interesante. Es un ejercicio excelente, que por un lado permite expresar la creatividad de los diseñadores de una forma muy lúdica, rápida, casi como un juego; y por el otro expone sus resultados ante sus fans, los verdaderos “poseedores” de la marca, reforzando una noción de respeto mutuo. “Aquí les mostramos algunas ideas nuevas, ¿Qué les parecen?”, es la consigna, como si fuese un focus group a cielo abierto. Y no solo es eso: cuenta Allen que todo el equipo de diseño participa activamente en la experiencia del Safari, incluidas las travesías: “Para alguien que trabaja en Jeep, es un gran evento para aprender, hablar acerca de la marca y entender sus características únicas. Luego de haber escalado, explorado y desafiado riscos, los integrantes del equipo vuelven al estudio cambiados, con un mayor entendimiento de lo que significa el entusiasmo por el offroad”. Y me permito agregar: en estas épocas en las que todo está tan mediatizado, donde muchas veces hay tanta distancia con la realidad, eso de “meter los pies en el barro” (literalmente en este caso), no puede tener otro resultado que mejores diseños.
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