Una joven compartió en su cuenta de Twitter la reacción de su barrio cuando vio a un auto mal estacionado y las redes se dividieron
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Un día de furia (1993) es una película protagonizada por Michael Douglas y Robert Duvall con una premisa que fue furor en aquel entonces: un hombre golpeado por distintas situaciones de la vida, reacciona con extrema violencia ante inconvenientes típicos de un día a día. Esa misma línea fue utilizada para el humor en la Argentina por Guillermo Francella en sus sketches de Poné a Francella (2001-2002) y llegó al extremo en la vida real en más de una oportunidad.
La realidad supera a la ficción porque varias veces las redes sorprenden con casos similares donde vecinos reaccionan muy al estilo “día de furia” ante situaciones que provocan indignación e incredulidad.
Esta en particular ocurrió en el barrio porteño de Villa Urquiza hace apenas unos días y se volvió viral en Twitter luego de que una vecina, identificada en redes como Caro Saralegui, compartiera una foto de lo ocurrido bajo el título “el barrio está con la mecha corta”. El hecho no le escapa a nada que no se haya visto antes y en otras partes del mundo: una persona decide, vaya uno a saber por qué, estacionar su auto en una entrada de garage.
Si bien a veces puede resultar confuso o que no esté señalizado por completo, este contaba no solo con la rampa para facilitar el acceso sino con el pintado amarillo reglamentario en toda la zona de ascenso y descenso así como en los laterales, para advertirle a los conductores que no dejaran el auto en la cercanía por precaución.
No obstante, eso no alcanzó. Un Hyundai Creta decidió colocarse sobre la entrada de garage y luego del incesante reclamo de los vecinos, corrió un poco el vehículo pero siguió en la zona prohibida. Cansados de esta situación, salieron a vengarse. Una persona cuya identidad no fue dada a conocer pintó con pintura en spray negra la señal de prohibido estacionar sobre el capó. A su vez, como si eso no hubiera alcanzado, arremetió con más pintadas y escribió en letras grandes que ocuparon las dos puertas laterales: “garage”.
Las redes se dividieron y el debate estuvo a la orden del día. Por un lado, aparecieron quienes justificaron por completo el accionar de los vecinos y relataron situaciones similares donde, cansados de que les estacionen en la puerta de sus garages, decidieron tomar medidas similares o hasta más drásticas. Por el otro, aparecieron quienes tildaron de exagerada la medida y argumentaron que con un llamado a la grúa o la localización del dueño alcanzaba.
Sea como fuere, la discusión está instalada y en la Ciudad de Buenos Aires existen varias formas de lidiar con este tipo de hechos. Por ejemplo, se puede enviar una foto del vehículo y la patente al chatbot de la ciudad (11 5050-0147) para que se labre una infracción de manera automática o bien llamar al 147 para que un operador se encargue del problema y se pueda incluso retirar el vehículo.
LA NACION